Jennie entró al edificio de Wilson, sus tacones de 3 pulgadas resonaban en el limpio suelo de mármol, mientras sus empleados la saludaban con una mirada curiosa por qué llevaba una bufanda en su cara y gafas de sol en el interior.
Al llegar a la sala de reuniones, Jennie tiró su bolsa y golpeó fuerte la mesa con su puño.
—No me digas que tienes otra mala noticia porque estoy harta de eso —dijo Jennie. Se quitó las gafas y fulminó con la mirada a sus accionistas—. ¿Qué es esta vez? —preguntó.
Un joven en sus finales de veintes se levantó y habló,
—Ya hemos perdido a dos de nuestros inversores. Pretenden volver a la corporación de Anderson pero dudo que Ethan Anderson los acepte de nuevo. Hemos perdido un total del 65% de nuestro mercado bursátil —soltó la bomba sin pestañear.
Jennie solo pudo mirarlo fijamente mientras toda la habitación caía en silencio. Quería vomitar insultos pero de repente se habían agotado.