—Eso es simplemente porque no puedo hacerlo todo sola —dijo la Señora Laura.
—¿Qué quieres decir? —Felicia preguntó a la mujer.
—Necesito ayuda si quiero salir de aquí. No puedo hacerlo todo sola —suspirando, la mujer dijo.
—¿Qué pasa con esos lacayos tuyos? ¿No confías en ellos? —Felicia preguntó y la Señora Laura asintió.
—Solo se acercan a mí porque saben de lo que soy capaz —dijo—. Pero a mis espaldas, están hablando basura de mí.
—Claro que lo harían, eres una mujer desalmada —dijo Felicia y terminó recibiendo una mirada severa de la Señora Laura—. Lo siento —murmuró suavemente.
—No hay problema, ¿qué dices tú? —preguntó.
Felicia lo pensó un poco antes de hablar,
—¿Cómo estoy segura de que no me darás la espalda y me delatarás a los guardianes?
—No lo haré porque sé que tú también me expondrías lo que solo nos llevaría a ambas a ser castigadas por esos guardianes —respondió la Señora Laura.