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58.82% Destino |Gin Ichimaru| [B] ✔︎ {2} / Chapter 10: 10.

บท 10: 10.

﹏﹏﹏﹏﹏♡⋋♡⋌♡﹏﹏﹏﹏﹏

| CAPÍTULO DIEZ. |

El chico asintió y después de eso el silenció se hizo inmenso entre ambos.

Se preguntaba cómo había llegado a pasar esto... ¿Cuál había sido la razón?

—¿Qué paso teniente?— la voz burlona de la espada frente a ella solo la hizo temblar —¿Tienes miedo?— rió ante lo patética que se veía aquella mujer.

¿Qué le pasaba? ¿Se dejaría ganar por alguien tan horrible como lo era él?

—No— se levantó apoyando su Zanpakutō en el suelo de aquel lugar —No dejaré que alguien como tú me gané— agregó con la determinación que a su corazón le faltaba.

—¿Así que todavía tienes fuerzas?— su sonrisa se extendió ante la actitud de la Shinigami.

—Bankai... Mangetsu no kagayaki (Brillo de la luna llena)— pronunció haciendo temblar aquel lugar.

La arena comenzaba a sacudirse a su alrededor mientras el suelo temblaba.

—¿Sabes cuál es una regla básica para los tenientes y capitán?— habló mirando a la espada con seriedad —Tener un Bankai. La mayoría de las veces nos aterra la segunda liberación de nuestra Zanpakutō, nunca se puede saber que tan peligroso puede ser...— respondió girando su espada en su mano.

La carcajada de Nnoitra se escuchó por todo aquel lugar, su subordinado a su lado tembló al sentir el Reiatsu de la mujer elevándose. ¿Por qué se veía tan aterradora?

—¿Temerle al peligro?— la burla fue expresada en la sonrisa de aquel arrancar.

—¿Por qué no hacerlo?— preguntó mirándole fijamente.

Aquellas palabras sorprendieron al espada.

—No importa cuál sea tú poder mujer. No eres rival para mí— respondió irritado por aquella conversación.

Se acercó con un veloz sonido a la Shinigami. Sin embargo, ésta había sido más rápida que él, y lo atacó por la espalda.

—Te tengo— Nnoitra sonrió atacándola aun cuando la mujer lo había herido por la espada.

Pero, para su infortunio la figura de la mujer se convirtió en arena, desconcertado al arrancar.

—Es lindo esté lugar— sonrió la pelinegra a espaldas del arrancar —¿Quieres saber cómo funciona mi Zanpakutō?— le miró.

Nnoitra volvió atacar sin importarle las palabras de la teniente.

—Ya veo que no...— respondió con una mueca.

Sonrió victoriosa al ver al espada arrodillado tratando de regular su respiración, estaba tan herido que apenas podía mantenerse consiente. El rubio que lo acompañaban yacía en el suelo, probablemente muerto a lado del amigo de Ichigo y de aquel arrancar que habían conocido antes de que Nnoitra llegará.

—¿Cansado?— preguntó con burla.

—¿Qué clase de ataque fue ese?— preguntó desconcertado el espada, mirándole con molestia.

—Lo hubieras sabido si me hubieras dejado explicarte el poder de mi Zanpakutō— respondió cruzada de brazos —Pero ya es tarde. Lamentarás haber tratado de matarme aquel día que me apuñalaste por la espalda— agregó con rencor en su voz.

La arena de ese lugar comenzó a cubrir el cuerpo del espada número cinco. Explotando en el momento que el filo de la Zanpakutō de Tara pasó por esté en un corte rápido y limpió.

—Mmm... Hubiera sido más efectivo si se encontraba la luna de Hueco Mundo— su mueca de disgustó apareció cuando vio el cuerpo jadeante del espada el cual seguía con vida aún después de aquel ataque.

—Ma... Maldita— habló el espada mirándole con furia contenida.

—Pretendía matarte con ese ataque, pero al parecer no fue tan fuerte como pensé— suspiró irritada —Me disculpó, hubiera sido mejor si en lugar del sol fuera la luna— agregó apenada —Ahora sí, hasta nunca maldito— su sonrisa se extendió cuando corto el cuello del espada.

A pesar de que éste alardeaba de su dura piel, le fue sencillo cortarla esa vez. ¿Debía sentirse orgullosa?

Sí, esa era su respuesta.

—Veo que te has hecho fuerte— la voz de la capitana Unohana le saco de sus pensamientos.

—¡Capitana Unohana!— exclamó sorprendida mientras hacía una reverencia ante la mujer —¿Qué está haciendo aquí?— agregó confusa por la presencia de la capitana y su teniente.

—El capitán Comandante nos envió para ayudarlos, pero al parecer tú no necesitabas ayuda— sonrió la pelinegra con amabilidad —Te has vuelo muy fuerte— alago.

—Gracias— apenada miró a su superior haciendo nuevamente una reverencia ante ella. Está vez agradecida por sus dulces palabras.


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