—¡Tú... tú! —Cuando Derek vio la pistola apuntando a su frente, su corazón empezó a latir desenfrenadamente. Su rostro estaba lleno de horror, y ni siquiera pudo articular una oración completa.
Al ver la intención asesina en los ojos de Eric, Derek supo que Eric realmente se atrevía a matarlo.
El odio por matar al hijo de alguien era irreconciliable. Los Piers habían matado al hijo de Eric, Mark, para inculpar a Lucas. Ahora que Eric quería vengar a su hijo, nadie podía objetar.
¡Pero Derek no quería morir!
—No... Eric, hablemos con calma. No seas precipitado... ¡No dispares! —Derek balbuceó, con la cabeza cubierta de sudor frío—. Admito que los Piers te hicieron un mal servicio, Eric, pero los muertos no pueden volver a la vida. Aunque me mates, tu hijo... No podrá volver a la vida.
—¡Con tal de que me dejes ir, estoy dispuesto a darte la mitad de los negocios de los Piers como compensación!
Eric entrecerró los ojos y bufó con desdén.