El Rey frunció el ceño.
Shen Ruojing no pudo evitar preguntar:
—Si te gusta Daisy, ¿por qué ayudarías a la familia Karl a oprimirle?
Tan pronto como estas palabras salieron, el Rey se quedó levemente atónito:
—¿Oprimirle? ¿Qué quieres decir?
Él siempre les había dicho a la familia Karl que trataran bien a la familia real.
Shen Ruojing se rió entre dientes:
—¿Por qué finges ignorancia? La familia Karl utiliza a Daisy, explota su trabajo, le priva de su libertad y la humilla en privado. ¿Es así como muestras tu afecto?
Shen Ruojing parecía haber comprendido de repente algo:
—Ah, ya veo. Tú eres el Rey. El Rey no puede interferir en los asuntos internos de otros países. Entonces, ¿quieres usar este método para obligar a Daisy a renunciar a su estatus de princesa y convertirla en tu pájaro enjaulado? Señor Rey, ¡tu tipo de afecto es realmente aterrador!
El Rey frunció el ceño estrechamente y finalmente comprendió el significado detrás de las palabras de Shen Ruojing: