Para cuando los dos habían bajado de la Colina Negra, el joven de cabello plateado ya estaba junto a la casa, esperándolos. Su expresión era agria mientras miraba a Alex.
—¡Zeres! ¡Has llegado! —exclamó la joven Abigail—, pasando por alto el rostro disgustado del medio brujo.
—¡Ah! —Abigail arrastró a Alex con ella e hizo que los dos semihumanos se enfrentaran.
—Zeres, este es Alejandro. Alejandro, este es Zeres —la joven los presentó entre sí.
Pero contrario a lo que ella esperaba, los dos jóvenes no parecían querer tener nada que ver el uno con el otro. Zeres miró fijamente a Alex y Alex le devolvió la mirada rápidamente.
—Muy bien, ¿vamos a buscar comida? —ella preguntó para intentar romper el hielo.