Lágrimas comenzaron a fluir de los ojos de Abi. Se encontraba en un trance, completamente sorprendida.
Viendo que las lágrimas ya estaban bajando por el rostro de Abigail, la mirada de Alex se suavizó y lentamente tomó su cara y secó las lágrimas de sus ojos con sus pulgares.
—Shh... no llores más, Abigail. Por favor —suplicó. La atrajo hacia su abrazo y besó su frente, mientras Abi sollozaba en su pecho.
—¿E-esto significa que finalmente estás bien, verdad? ¿Alex? —le preguntó, mirándolo.
Alex asintió, mostrándole una sonrisa gentil. —Sí —contestó, besando sus ojos esta vez—. Lo has hecho bien, esposa.
Sus palabras fueron como música reconfortante. Esta única noticia asombrosa fue más que suficiente para borrar toda la confusión y miedo que había sentido la noche anterior. No podía creerlo. No podía describir cuán feliz y aliviada se sentía.
—Dios mío, Alex... estoy tan feliz... estoy tan aliviada... —lloró, abrazándolo fuertemente.