"Yulia estaba tan aterrada que su cuerpo entero comenzó a temblar. Especialmente cuando el hombre le devolvió la mirada.
La oscuridad que emanaba de las profundidades de su cuerpo hacía que la sangre de uno se congelara.
Los labios de Yulia temblaron un poco, pero no salió ningún sonido. Permaneció en silencio hasta media hora después cuando la policía llegó a liberarla —Yulia, han pagado tu fianza. Puedes marcharte.
Marchar...
Al escuchar esto, Yulia se paralizó en su lugar, incapaz de dar un solo paso.
—Oficial, ¿puedo esperar hasta que llegue Lila? —preguntó Yulia.
El joven oficial miró a Yulia y rió —Cuando estabas encerrada, querías marcharte desesperadamente. Ahora que hemos decidido ponerte en libertad, ya no quieres irte. ¿Qué te pasa?
—No... es solo que... —Yulia no pudo articular bien sus palabras.
—¿Vas a irte o no? —preguntó impacientemente el oficial de policía.