Ya han pasado unos días desde el cumpleaños de Bei Liu. Me acerco a la cabaña de Fen Huan. A ver si hay suerte y están. Es una buena oportunidad. Se lo prometí.
Me abre Pen. Me sonríe. Dulce
–Hola. ¿Qué haces por aquí? No es normal que vengas a estas horas– me interroga, rodeándome el cuello con sus brazos.
–Me preguntaba si estabais libres ahora. Es un buen momento para ir a entrenar como quedamos– le propongo.
–Oh. ¡Claro! Ven, pasa– entra enseguida.
Veo que Fen Huan está atada. Colgada del gancho. Cae al suelo de golpe.
La cuerda del gancho va a parar a una pieza metálica. De la que salen las cuerdas que atan a Fen Huan. Es una pieza que se puede desenganchar. Es muy conveniente. Y es lo que ha hecho Pen, dejándola caer. Y pegándole una patada en el suelo.
–Date prisa. Nos vamos a entrenar con Kong. No le hagas esperar– le exige.
–¡Aaah! ¡Amo Kong! ¡Enseguida voy!– se pone en pie, con los pies juntos y manos atadas.
–Voy primero. Os espero allí– me despido.
–¡No tardaremos!– asegura Pen, dándome un beso de despedida. Me encanta el tacto de sus nalgas. De sus pechos apretados a mí.
Dijimos que era mejor no ir juntos. No es que sea un secreto. Pero a Fen Huan prefiere que no nos vean juntos en público. Al menos, no solos. No quiere hacer oficial nuestra relación. Con alguien con más de una amante.
Pen me dijo que su esclava se sentía culpable por ello. Y que estaba dispuesta a quedarse conmigo. A enfrentarse a su familia si hacía falta. Que por ahora, necesitaba tiempo. Que mejor si no llegaban noticias a su familia antes de que ella pudiera acabar de atar los cabos sueltos. De ir convenciéndolos. La verdad, no lo entiendo mucho.
He ido hoy sin previo aviso porque Zhi Ru se ha marchado a una misión. No volverá en unos días. Varios esclavos lo vieron salir con su grupo. Que había aceptado una en la sala de misiones. Así que podemos estar tranquilos.
El vigilante de la salida al bosque me mira demasiado. Igual es uno de los que sabe que soy un exesclavo. Y que me desprecia por ello. Como sea, es su problema.
Me aseguro de que nadie me siga. Cambio un par de veces de dirección. Hasta llegar a mi destino. Una zona relativamente despejada entre los árboles. Ligeramente elevada. Fácil de vigilar
No tardan mucho en llegar. Me saludan desde lo lejos. Pero no se acercan. Sino que se mueven cada una en una dirección. Formando un círculo. Dejando algunos cristales de qi por el camino.
Cuando acaban, Fen Huan saca un extraño disco. Me lo enseñó hace tiempo. Tiene varias runas grabadas. Solo lo puede hacer servir ella.
Cuando lo activa, resuena con los cristales. Puedo sentir como se alza una gran cúpula de qi. Rodeándonos. Una formación para protegernos, y que puede detectar intrusos. Es difícil de romper por debajo del cinco de Alma. Por desgracia, es difícil hacerse con una. Me iría bien.
Ella la tiene por su familia. Parece ser que no es nada fácil construirlas. Son bastante caras. Un experto podría crear una formación similar sin muchos problemas. Muy distinto es fabricar el disco. Para que otros puedan lanzarla sin conocimientos de formaciones. Se necesita ser un maestro para producir algo así. Por lo que sabemos.
Les pregunté a algunos de los que estudian formaciones. De los que vienen al evento de peleas. Para ellos, es una meta muy lejana. Apenas han visto uno que les enseñaron en la facción.
Por no hablar de que ninguno de ellos es capaz de hacer formaciones. Quizás unas muy básicas sin ninguna utilidad. Parece que primero hay que aprender muchas matemáticas. También algo llamado espacio tridimensional. Mejor si se sabe de ilusiones. Entre otras muchas materias.
Es un oficio difícil de empezar. Aunque puede ser muy poderoso. Tanto en combates individuales como grupales.
–¿Nos has echado de menos?– me abraza y besa Pen, mientras Fen Huan acaba de alzar la formación.
–Siempre– le aseguro, volviéndola a besar. Apretándola contra mí.
Fen Huan se acerca cuando acaba. Ha sacado su arma. Bueno, una versión de entrenamiento. Sin filo. Parece impaciente por empezar.
–Un beso primero– exijo.
Sonríe. Deja caer las armas. Me abraza. Nos besamos.
–¿Seguro que querías venir a entrenar?– ríe Pen.
–Ah, es cierto, teníamos que entrenar– me hago el despistado.
Mis manos bajan por la espalda de Fen Huan. Se entretienen en su culo. Ante de soltarla. Ella también me suelta. Sin dejar de mirarme. Sus incisivos superiores mordiendo su labio inferior. Seductora.
Se vuelve y coge su arma. Yo saco mi bastón.
–Primero te ataco. Voy subiendo el qi. Dime hasta dónde– me avisa.
Pen se aparta a un lado. Se sienta en una silla que ha sacado del anillo de Fen Huan. También una mesa. Algo de bebida y comida.
–¿Envidia?– me pregunta cuando se da cuenta de que la miramos.
Le saco la lengua y me vuelvo hacia Fen Huan.
–Empieza.
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Tenía varios objetivos para este entrenamiento. Uno era simplemente estar con ellas. Hacer algo diferente.
El segundo era por Fen Huan. A ella le hacía ilusión entrenar conmigo. Ayudarme en lo que pudiera. Solo por contentarla, vale la pena.
El tercero era el propio entrenamiento. Con alguien diferente que las chicas. Con alguien de confianza. Y con conocimientos más profundos de combate que nosotros. Puede que su nivel no sea muy alto, pero ha entrenado mucho en su familia. Son una familia de guerreros. O eso he entendido de las explicaciones.
La cuarta es practicar contra un qi más alto. Cómo defenderse. Probar algunas técnicas para sobrevivir a un combate contra alguien más fuerte. Puede ser importante en el futuro.
Cabe decir que una de las virtudes de Fen Huan no es precisamente explicar con palabras. Pero sí con hechos. Me demuestra cómo parar un golpe con menos qi. Más bien, desviarlo. Concentrando el qi en unos pocos puntos. Dejar que lo empuje el otro qi. Aprovechar esa energía para esquivar. Para dejar que la propia arma sea impulsada hacia atrás. Sentirla. Y moverse con ella.
Te hace quedar en desventaja. Ceder la iniciativa. Pero superas el ataque. Tampoco se puede pedir mucho más si eres inferior en qi.
También demuestra que se pueden enlazar más movimientos con mejor control de qi.
–Ahora enlazo más, desde que subí a tres. Creo que puedo llegar a un par más. Me falta entrenamiento– reconoce.
Consigo sorprenderla una vez expulsando el qi que se generaba entre las armas. Ya lo consigo hacer casi siempre. Y ella no lo esperaba. La segunda vez que lo intento, me demuestra como contratacar. Me lo devuelve. Sonríe satisfecha.
–Luego te borraremos esa sonrisa– amenaza Pen, divertida.
–Sí, Ama. Soy mala. Castigadme– pide Fen Huan.
Bueno. Más tarde.
También veo en acción otras formas de evitar el qi empujado. De atacarlo con más qi. Incluso de reciclarlo. Aunque ella no es muy hábil en esto último. Y lo primero gasta qi. Aunque es bueno verlo en persona. Mejor que solo conocerlo en teoría. Y tener que practicar a ciegas.
Es divertido un largo intercambio de golpes. Ella limita su cultivación. Y acordamos enlazar no más de tres. Sin esquivar. Es un método de práctica continúa y muy intensa.
Ella tiene ventaja. Su dominio es mejor que el mío. Aunque consigo sorprenderla algunas veces. Gracias a mis entrenamientos con las chicas. En la mayoría, la ventaja es de ella.
En total, estamos casi dos horas entrenando. Intercambiando golpes. Explicaciones. Demostraciones. Se le nota que me quiere ayudar. Se lo agradezco. Y me alegro de haberle podido aportar algunas ideas. O eso ha dicho.
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–Te agradezco tu ayuda, pero no puedo perdonar tu actitud complaciente– la acuso, azotándola.
Está contra un árbol. Sus manos apoyadas en él. Inclinada sobre él. Sus pantalones en el suelo. Junto a sus bragas. Su blusa abierta. Su sostén colgando.
–Lo siento, Amo. Merezco un castigo. ¡¡AAAaaaaahhh!!– gime cuando la penetro.
–Esto te borrará la sonrisa, zorra– la coge Pen de su pelo rosa.
–Lo siento, Ama. ¡¡¡AAaaaaahhHH!!!
La follo contra el árbol. Disfrutándola en medio del bosque. ¿Es la primera vez con ella fuera? Estaba un poco tensa. Mirando a todos lados. A pesar de la formación. Se le ha pasado después de unos latigazos y un orgasmo.
Decido embestir en ella con fuerza. Hasta el fondo. Y salir relativamente despacio. Haciéndola gritar en cada embestida. Estar esperándolas con ansiedad. Añado bastante qi en cada una. Se mueven sus nalgas como una ola cuando llego al fondo y mi cuerpo choca con ellas.
–¡¡¡Aaahhh!!! ¡¡Mis pezones!! ¡¡¡AAAAAAaaaahhhHHH!!!
Pen estira los piercings que le acaba de poner en los pezones. Tras agujerarlos. Golpea sus pechos. Los estruja con fuerza.
–Haz algo de provecho. Chupa– le ordena.
Se ha puesto entre ella y el árbol. Le ha hecho bajar la cabeza. Inclina más el cuerpo.
Fen Huan obedece. Lamiéndole los labios vaginales. El clítoris. Entre gemido y gemido. Mientras la follo. Mientras azoto y estrujo sus nalgas. O recorro su suave y resistente piel.
Pen también se está excitando. Su cuerpo desnudo. Sus preciosos pechos expuestos. Se mueven al compás de su respiración. Mientras la coge del pelo. Cuyos extremos gotean de sudor. Me mira con lujuria.
A mi masoquista, le tiemblan las piernas cuando se vuelve a correr. La dejo caer al suelo. Su vagina goteando de mi semen. Jadeando. Satisfecha después de entrenar y ser follada.
–Hacía tiempo– me abraza Pen.
–Sí. Siempre te había gustado hacerlo en el bosque– la provoco.
–Tonto. No lo digas así– me censura y me besa.
Se pone de espaldas a mí. De cara al árbol. Como Fen Huan antes. Moviendo su culo. Sus piernas abiertas. Su vagina mojada. Tentándome. Mirando hacia atrás. Sonriendo. Pasando su lengua por sus labios.
–Pervertida– la acuso, y le doy un suave golpe en las nalgas.
–Ay. No seas malo… ¡Aaahhhh! Sí ¡Házmelo fuerte! ¡¡Aaahhh!! ¡Aaaaaahh! ¡¡¡AAAAaaaahh!!! ¡Así! ¡¡¡¡HHHAAAaaaahhhHHH!!!!– gime una y otra vez.
La follo como en los viejos tiempo. Aunque sin prisa. No hay que volver al trabajo. Nos podemos recrear. Sentimos los dos el placer que nos damos el uno al otro. Disfruto de dominarla. De tenerla sometida contra el árbol. Perforando su agujero una y otra vez. Viendo el perfil de sus pechos rebotando obscenos. A veces sintiéndolos entre mis dedos. Mullidos. Cálidos. Deliciosos.
Voy aumentando la velocidad. El qi. Distribuyéndolo. Estimulando todo su cuerpo. Cada vez con mayor intensidad. Haciéndola temblar una y otra vez. Estremecerse. Gemir con pasión. Gritar mi nombre. Hasta que ya no puede contenerse. Hasta que refuerzo el qi para hacerla estallar en un fuerte orgasmo. Que provoca que su vagina se contraiga. Apretando más mi miembro. Con un añadido de qi por su parte. Llenándome también de placer.
La abrazo tras llenarla. Ella todavía temblando. No dejándola caer. Sensible a mi toque. Beso su pelo rubio. Lo aparto para mordisquear su oreja. Besar su mejilla. Cariñosamente. Mientras se recupera. Su corazón todavía latiendo con fuerza. Su respiración todavía acelerada.
–Aaah. Kong. Tenemos que repetirlo. Aaah. ¿Quizás con las demás? Aaaah– sugiere. Una propuesta interesante.
Deja caer su cabeza hacia atrás. La apoya en mi hombro. Mis manos en su cintura. La suyas sobre las mías. Acariciándolas con dulzura. Me siento con ella poco a poco en el suelo. Junto a Fen Huan.
–Ven– le ofrezco suavemente a mi masoquista.
Se sienta sobre mí. Cada una sobre una pierna. Yo abrazando a cada una con un brazo. Ellas apoyadas sobre mí. Descansando los tres.
Disfruto de la brisa del bosque. De la calidez de sus cuerpos desnudos sobre el mío. De la de sus palabras tiernas. Las de las dos. Sin someter a Fen Huan por una vez. También le gusta que la mimen de vez en cuando.
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Me despido de ellas. Volvemos por separado. Igual que a la ida. Ha sido una experiencia instructiva. Tengo algunas cosas que contarles a las chicas. Sobre los choques contra qi más densos, por ejemplo. Creo que tendremos que repetirlo. Y no solo por la segunda parte. Que también.
Ya no vengo al bosque tanto como cuando era esclavo. Pero me sigue siendo muy familiar. Las rocas. Las formas de algunos de los árboles más ancianos. Los claros con flores amarillas. El sonido del canto de los pájaros. Incluso de esclavo, resultaba apacible. Tranquilizador. Lejos de la secta y los estudiantes. Aunque fuera por poco tiempo. Y cargando troncos o agua. Quizás follando a alguna esclava. Como Pen.
Mmm. ¿No hay algo extraño? ¿Los pájaros? ¿Están más callados aquí? Espera. ¿Qi?
Me doy media vuelta. Pero no puedo ir más allá. Hay una barrera transparente que me lo impide.
Me giro otra vez. Hay alguien detrás del árbol. Una figura que sale. Sonriendo arrogante. Fanfarrona. Otra aparece más atrás. A varios metros. Ya veo. Aviso a las chicas. Que se preparen. Tenemos un problema.
–Zhi Ru…
El que está detrás es Zhi Mu. El que quiso abusar de MIS pervertidas. Al que di una lección.
Me mira jactándose. Está fuera de la barrera. ¿Otra formación? Aunque tampoco es que él sería un problema. Está en la ocho de Génesis.
Su hermano sí lo es. Está en la tres de Alma. Como Fen Huan. Aunque no está a su altura. Ya lo vimos el otro día. Y eso que ella todavía no se ha acostumbrado a su cultivación.
Pero está dos etapas por encima de mí. Con la ayuda de brazaletes, talismanes y las chicas, deberíamos poder enfrentarnos a él. Aunque no sé si matarlo. O atrapar a su hermano. Una vez las vean, será un problema si no acabamos con los dos. Mierda. ¿No estaba de misión?
–Hola Kong. Nos vemos de nuevo. No esperabas verme, ¿verdad?– me saluda él, seguro de sí mismo, con sorna.
Ya veo. Lo había planeado. Debía de sospechar que lo vigilaba. Y debió de hacer ver que se iba. He caído en su trampa. Mierda.
–¿Qué es lo que quieres? ¿Qué quiere decir esto?– pregunto, irritado.
No es que no lo sepa. Pero necesito ganar tiempo. Para buscar una oportunidad. Para que las chicas se preparen. Todas menos Hong y Rong. El nivel de Hong es bajo, y alguien tiene que cuidar a Wei. De Rong, no puedo fiarme.
Puede que Shun no tenga experiencia en combate. Y que Wan ni siquiera interés. Pero pueden lanzar un talismán o dos antes de que las devuelva. No tenemos muchos. Pero sí un par por cada una. Algunos poderosos. Los que nos dio Ye Bi.
–¿Necesitas que te lo explique? Golpeaste a mi hermano, así que te mataré. Además, Chun Hua estará encantada. Su hermana me lo agradecerá a mí, y ella a Mu'er– explica, sacando sus hachas, dejando entrever deseo en su voz.
–¿Tantas molestias porque tu hermano sea un llorica?– me burlo.
–Bien, una razón más para matarte. Más despacio. A ver si eres tan orgulloso cuanto te arranque la lengua– amenaza.
–Déjame romperle los dedos después. Quiero ver su cara suplicante y retorcida de dolor– pide su hermano, con rencor.
–Míralo, tan crecidito. ¿Tengo que darte otra lección?– lo amenazo, queriendo ganar un poco más de tiempo.
Él da un paso atrás, asustado. Todavía debe de estar traumatizado. Mientras, estudio la barrera. No creo que pueda atravesarla. Al menos no en poco tiempo. Me pregunto si todos juntos podemos tirarla. Con los talismanes.
–¿Te olvidas de mí? Además, está fuera de la formación. Se puede entrar, pero no se puede salir mientras no la desactive. Y, ¿sabes qué? No voy a hacerlo hasta que estés muerto– amenaza con soberbia.
Quizás tiene razones para sentirse superior. No puedo escapar, y su cultivación es muy superior. Con Fen Huan, he podido comprobar la diferencia en la densidad del qi.
No sabe que tengo un as bajo la manga. Claro que no quiero utilizarlo. Igual, tendré que huir de la secta si no puedo callarlos.
–No te preocupes. Las cuidaré bien por ti. Esas putas se arrepentirán– se burla y amenaza Zhi Mu.
¿Se atreve a amenazar a MIS pervertidas? No debería haberlo dejado con vida cuando tuve la oportunidad. Es demasiado tarde para arrepentirse.
–Míralo. Arrogante porque se esconde tras las faldas de su hermano. Todo porque es un inútil al que las chicas rechazan. Lo único que sabe es forzarlas. Vaya basura– lo denigro.
–¡Hermano! ¡Córtale esa lengua!– grita con rabia.
–Será un placer– acepta Zhi Ru.
Se ha acabado el tiempo. Ahora, tengo que buscar el mejor momento para dejar salir a las chicas. Están preparadas. También nerviosas. Mejor si me puedo acercar a Zhi Mu. Aunque esté fuera de la barrera. Si podemos lidiar con su hermano, romperla y atraparlo, habremos ganado.
Él me ataca con una de sus hachas. A la que ha imbuido qi de la etapa tres. La otra parece que seguirá a la primera. El ataque es demasiado poderoso para tomarlo de frente.
Doy gracias a mi entrenamiento con Fen Huan. Ahora es un enfrentamiento de vida o muerte. Debería poder evitarlo. Al menos, que no sea mortal. Debo hacer jugar a mi favor que él está confiado. Ni siquiera usa una técnica de movimiento.
Coloco mi bastón para bloquearlo. Lo imbuyo con qi. Él sonríe con desdén. Seguro de romper mi defensa. Quizás incluso mi bastón.
En el último momento, lo inclino. Haciendo que el golpe no dé de lleno. Solo le dé del lado exterior. Lo vaya rozando. El impacto no sea directo.
Al mismo tiempo, muevo el qi para proteger el bastón. Que empujo hacia el hacha. Modificando su trayectoria en lugar de bloquearla. De lado, no tiene filo.
Mis pies se mueven rápido. Usando la técnica de movimiento, me desplazo hacia el lado del bastón. Junto al leve cambio de trayectoria, logro ponerme fuera de su alcance.
No tiene más remedio que cancelar el segundo ataque. Me he movido por fuera. Por el lado de la primera arma. Alejándome del segundo brazo.
Aprovecho el momento para golpear su pierna con el otro extremo del bastón. Reacciona rápido. La cubre de qi. Aunque ha sido improvisado, es demasiado denso. Apenas trastrabilla. Recupera rápido el equilibrio.
Me muevo lateralmente. Él me mira entre sorprendido e irritado. No esperaba que evitara su primer ataque.
–Vaya, eres mejor de lo que pensaba. Quizás no fue casualidad que vencieras a ese idiota de Ga Gui. Lástima que no te valdrá de nada. No puedes escapar– me intenta intimidar, con rabia.
Es una pena. Si hubiera caído, hubiera sido el momento perfecto para llamar a las chicas. No sé si tendré una oportunidad mejor. Por ahora, camino lentamente hacia atrás. Sin dejar de mirarlo. Acercándome a Zhi Mu.
Noto entonces el qi en sus pies. Inmediatamente, ejecuto mi técnica de movimiento. Hacia un lado. Impidiéndole que pueda atacar con las dos hachas cuando se abalanza con extrema rapidez. Solo con la de la derecha.
No parece que sea capaz de volverse lo suficientemente rápido. Incluso así, es peligroso. Su ataque con su qi de la etapa tres va directo a mi cuello.
Golpeo con fuerza el mango del hacha. Está recubierta de qi. Apenas puedo desviarla. Pero me ayuda a apoyarme e impulsarme con el bastón. A acabar de esquivarlo.
–Maldita rata. Deja de correr– masculla.
Vuelve a ejecutar su técnica de movimiento. Su dominio es menor que el de Fen Huan. Incluso diría que el mío. Aunque el qi más poderoso lo hace más rápido.
Esta vez, no me ataca. Me corta el paso. Me obliga a retroceder. Cerca de la barrera. Y de Zhi Mu.
Alza un brazo. El otro doblado bajo el estómago. Preparado para defender y atacar.
Mierda. No me queda mucho espacio para esquivar. Y está preparando una técnica.
–Ja, ja. Es el final. Prepárate para morir por la Guillotina de mi hermano– se burla Zhi Mu.
Parece que se ha olvidado de que querían torturarme. No es que sea muy importante. No tengo más remedio que bloquear. Debería poder lograrlo si uso qi de la etapa dos. Bastante. Aunque eso signifique perder algo de mi progreso para la siguiente etapa.
Su qi seguirá siendo más fuerte. Pero un estallido de qi que no espera debería detenerlo. Espero. Sumado a la dureza del bastón. En ese momento, llamaré a las chicas. Dándoles tiempo para reaccionar a la invocación. Mientras él está entretenido. No puedo retrasarlo más.
–¡Muere!– exclama.
Baja el brazo con fuerza. Pero el hacha no lo acompaña. Su qi se descontrola. El hacha cae al suelo. Su brazo no la sostiene. Está cortado a media distancia entre el codo y la muñeca. El trozo suelto cae junto al hacha.
–¡¡Aaaaaaaargh!!– grita de dolor.
Se agacha. Cogiéndose el muñón. El rostro retorcido de dolor. No se puede creer que le falte un trozo. Que esté sangrando. No entiende lo que ha sucedido.
Yo no estaba seguro cuando la he visto de lejos. Algo volaba hacia él mientras tenía el brazo en alto. Preparando la técnica. Rodaba sobre sí misma. A toda velocidad. Ha atravesado la barrera. Destruyéndola parcialmente. Por lo que ha dicho antes, es vulnerable por fuera.
Tras cortarlo, ha vuelto por donde ha venido. La reconozco. Es el arma doble de Fen Huan. La de verdad, no la del entrenamiento. Ha estado antes enseñándomela. Presumiendo. Pese a las burlas de Pen. Está realmente afilada. Además de cubierta de qi. Ahora también de sangre.
–¡Kong! ¿Estás bien?– me llama Fen Huan, preocupada.
Viene corriendo. Coge el arma al vuelo. Aunque parezca imposible y peligroso. Estaba rodando. Amenazando con cortarla a ella también. Pero la ha agarrado sin problemas. No sé cómo lo consigue.
–Estoy bien– le aseguro –. Me han tendido una trampa, querían matarme
Me he movido a un lado. Fuera del alcance de Zhi Ru.
–Maldita bruja. ¡No te metas en esto!– le reclama él, recogiendo su mano y trozo de brazo.
Puedo volver a unirlo. Con qi y paciencia. Necesitará tiempo y qi para sanarlo del todo. Puede que meses.
Fen Huan me mira. Aliviada de que esté entero. Mira entonces a Zhi Mu. Se señala a ella y a Zhi Ru. Entiendo. Golpea la barrera de nuevo cuando entra. Rompiéndola más.
Yo salgo corriendo por allí. Y empiezo a rodear la formación. Ella se encara al ahora manco Zhi Ru. Que se da cuenta de la situación y reacciona.
–¡Mu'er! ¡Corre! ¡Vuelve a la secta!– apremia a su hermano.
–Pero tú…
–¡Corre!
Zhi Mu obedece y sale corriendo. Mierda. No estamos tan lejos de la secta. A pesar de la técnica de movimiento y mi mejor físico, me lleva mucha ventaja. La formación es grande. No sé si me dará tiempo antes de estar a la vista del vigilante.
De reojo, veo que Fen Huan sigue frente a Zhi Ru. Con el arma alzada. Impidiéndole moverse. Pero no lo ataca. Y no porque tenga piedad. Está esperando que yo coja a su hermano.
Si su hermano escapa, habrá un testigo. Si la secta tiene pruebas, el asesinato de un estudiante es un asunto serio. Podemos decir que me ha intentado matar. Es la verdad. Pero sería su palabra contra la nuestra. Sería realmente demasiado arriesgado acabar con Zhi Ru. A pesar de lo que ha hecho.
Por ello, no podemos dejar testigos. Tengo que atraparlo. Antes de que sea tarde. Y matarlos a los dos.
Trastabilla pero no se cae. Lástima. Pierde algo de tiempo. Pero no estoy seguro de que sea suficiente.
Sin dejar de correr, invoco a Rayitas cuando ya no pueden verme. Estaba durmiendo. La he llevado con las chicas cuando he empezado a correr. Para que la despierten.
–¡Cógelo!– señalo a Zhi Mu.
Ella se queda un instante parada. Al haber aparecido en un lugar inesperado. Pero reacciona enseguida. De un salto, empieza la carrera. No tarda en recuperar el terreno perdido. Me sobrepasa. Corre hacia él.
Se acerca rápidamente. Como una exhalación. Alcanzando su punta de velocidad. Calcula fácilmente el momento exacto. Para saltar sobre él. Derribarlo.
–¡Aaarrghh! ¡Noooo!– grita él, sorprendido, aterrado.
Lo inmoviliza con sus garras. Traspasando su piel. Aunque sin matarlo. Esperando mi orden. Todo el entrenamiento de las chicas ha valido la pena. Liang estará orgullosa de su pupila.
–Bien hecho– la felicito.
La acaricio con una mano. Con cariño y agradecimiento. Ella frota su suave mejilla peluda contra la mía. La suya es más grande. Sus bigotes me hacen cosquillas.
Con la otra mano, cojo el bastón para golpear la cabeza de nuestro enemigo. Luego la devuelvo. Y le pongo a Liang en la mano un trozo de la carne preferida de la tigresa. Además de indicarles que el peligro ha pasado. Aunque estén todavía alertas.
Respiran aliviadas. Y miman a Rayitas. No saben qué ha hecho. Pero sí que he pedido que le den un premio. Así que Liang le da de comer. Y la demás se ponen a acariciarla. Quizás también para calmarse. Su suave pelaje es relajante.
Mientras, yo vuelvo con Fen Huan. Arrastrando el cuerpo inconsciente de Zhi Mu. Ella asiente. Sonríe ferozmente a Zhi Ru. Que alza un hacha con la mano que le queda.
–¿¡Qué vas a hacer!? Sabrán que has sido tú, que tú estabas fuera. Más te vale dejarnos ir– amenaza, aterrado.
–¿Crees que no sé cómo funciona? Si te has atrevido a venir a matarlo, es porque no está registrado que has salido. Has sobornado a alguno de los vigilantes. O conoces un paso no vigilado. La razón no importa. Si no encuentran tu cadáver, nadie sabrá qué ha pasado– ella responde. Acercándose. Añadiendo qi al arma.
Él se ha quedado pálido. Intenta defenderse. Pero si ya no era su rival antes, ¿cómo lo va a ser con un brazo menos, herido de gravedad, sangrando?
Intenta detener el ataque. Pero el arma se divide en dos. Una se encuentra con el hacha. A la que supera. Empujándola hacia atrás. La otra le corta el cuello por el lado de su brazo amputado. Su cabeza rueda hacia atrás. Su cuerpo decapitado cae sin vida.
Yo le rompo el cuello a Zhi Mu. Ya no es necesario mantenerlo con vida.
La barrera desaparece. Me acerco. Ella me mira.
–¿Estás bien?– me pregunta preocupada.
Quiere examinarme. Pero la detengo. Poniéndole un dedo en la barbilla. La obliga a alzar la cabeza. A mirarme a los ojos. Acerco mis labios.
Ella se sorprende por un momento. Aunque acepta mi beso. Con pasión. Sus armas desaparecen en su anillo. Me abraza.
–Gracias Huan'er. Me has salvado– le sonrió cuando nos separamos.
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