—Apenas se pronunciaron estas palabras...
—¡Yamashita Yasunari, la Gran Maestra Crisantemo Sakura, y Gerrard se enfurecieron!
—Niño, sé que tienes cierta fuerza —dijo Gerrard con voz fuerte—. Pero ahora somos muchos de nosotros, y tú estás solo. ¡Es imposible que puedas con nosotros!
—Niño, ¡pagarás el precio por tu arrogancia! —dijo Yamashita Yasunari con malicia.
—¡Te mataré y te convertiré en mi títere cadáver para que nunca puedas reencarnar! —dijo despiadadamente la Gran Maestra Crisantemo Sakura.
—Bien, basta de hablar. Todos ustedes pueden venir contra mí juntos. ¡Aún tengo que llevar a la Hermana Wanqiu a casa! —dijo Yang Luo mirando a los tres con indiferencia.
—¡Mata a este niño! —dijo Yamashita Yasunari y, ondeando su mano, dio la orden de atacar.
El grupo de discípulos de la Secta de las Artes Marciales Divinas detrás de él se movió directamente. Con sus tachis en mano, ¡se lanzaron contra Yang Luo!
—¡Mátalo! —dijo Gerrard.
—¡Matar! —dijo Sakura.