Barrett cayó pesadamente al borde de la arena. Su cuerpo estaba cubierto de heridas y se encontraba en un estado lamentable.
Titán dijo con voz ronca:
—¡Barrett, lárgate! ¡No eres rival para mí!
—Titán, la competición todavía no ha terminado. ¡Aún no está claro quién ganará!
Barret rugió y se puso de pie a duras penas.
Luego sacó la poción fortalecedora de su bolsillo y se la bebió.
—¿Qué estás bebiendo? —Titán preguntó desconcertado.
—¿Quieres saberlo? —Barrett sonrió siniestramente—. ¡Pregúntale a Dios en el Cielo cuando lo veas!
Antes de que su voz pudiera desvanecerse…
—Roar… —Barrette alzó la cabeza y soltó un rugido. Las venas de su cuerpo se hincharon y sus músculos se agrandaron. Sus ojos estaban inyectados en sangre.
Al percibir el aumento repentino del aura de Barrett, Titán se sorprendió. ¡Sintió que algo iba mal!
El público que estaba debajo del escenario también sintió que algo andaba mal, pero no sabían qué estaba pasando.
¡Justo en ese momento!