Lucas abrió la boca como si fuera a decir algo, pero cambió de opinión en el último momento y la cerró de nuevo.
El destello de ternura que pensé que había visto cruzar su rostro ya no estaba. En su lugar, una cara enmascarada con una expresión en blanco como papel es lo que me miraba de vuelta.
—Debes estar cansada. Puedes volver a tu habitación y descansar. Yo cuidaré bien de mi hijo. —Me dijo con un tono lleno de una escalofriante cortesía.
Tenía razón, necesito volver a mi habitación. No tengo razón para quedarme en su habitación por más tiempo.
Mi mirada se posó en Niall. Había un dolor sordo en mi pecho mientras limpiaba la humedad en la esquina de sus ojos. Aún quería quedarme, sostenerlo en mis brazos como debería hacer una madre, pero sentí que Lucas no me quería allí en absoluto.
No podía culparlo por odiarme. He hecho algo imperdonable y, por mucho que lo lamente ahora, es imposible hacer que él me perdone, especialmente porque la herida aún está fresca.