Este suave humo con forma de lobo era del mismo color que el lobo de Caña y daba la misma sensación que cuando vio que la misma cosa ocurrió cuando el alfa Gill intentó avergonzarla y Caña no pareció verlo, porque no dio ninguna indicación de que lo hiciera, ya que el humo negro flotaba alrededor de su cuerpo, como si fuera una cosa viva.
—¡Cálmate, Iris! —dijo Caña severamente—. No quiero lastimarte.
Pero ella luchó por alejarse de él y corrió hacia el bosque.
—¡Puedes ir a cualquier parte, pero no al bosque!
La dejaría hacer lo que quisiera para desahogar su ira, pero no hasta el punto de ponerse en peligro.
Sin embargo, Iris no podía soportarlo, se sentía tan sofocada de estar en esa manada. No quería volver a ese lugar nunca más y estar en esa incómoda situación con ellos, especialmente después de lo que pasó con Kaz y el otro.
Ellos se unieron como una familia y con ella no los perdonó, podía imaginar qué tipo de juicio le echarían.