Sunny miró a la joven aterrorizada y luego... rió.
...Su risa sonaba más que un poco desquiciada.
Su dama se estremeció:
—Señor, usted... usted...
Sunny movió la mano en el aire.
—No, no. No es necesario... Entiendo, sueno loco.
El cielo nocturno sobre ellos estaba cubierto por un impenetrable velo de nubes, y el que estaba debajo de ellos estaba vacío y oscuro. Las antiguas piedras en las que se encontraban estaban cubiertas de agua de lluvia y era demasiado oscuro para ver algo más que siluetas vagas.
La silueta del cazador Despertado era elevada, amenazadora y encarnaba el mismo concepto de terror.
Pero a Sunny no le importaba tanto.
Masajeando su pecho, sonrió torcidamente y dijo, con la voz ronca y áspera:
—...Pero de nuevo, todo este mundo es una locura. Alguien me dijo una vez... ah, no recuerdo exactamente quién... que solo podemos reflejar lo que está frente a nosotros. ¿Es mi culpa que no haya nada en frente de mí más que la locura?