Sunny miró el chorro de sangre que se acercaba cada vez más a la jaula, luego volvió la vista hacia la puerta y esperó, preguntándose si alguien... o algo... irrumpiría en la celda.
Pero nada sucedió. Después de ese primer golpe fuerte, todo permaneció extrañamente silencioso. Pasaron segundos, luego minutos. Finalmente, se apartó lentamente de la puerta y miró a Cassie.
—¿Lo hueles? —Ella se quedó un momento, luego asintió.
—...Sangre. —Sunny permaneció inmóvil un rato, luego volvió a su lugar habitual y se sentó. Tenía el rostro sombrío. Después de un tiempo, dijo con un tono oscuro:
— Vamos a tener que empezar a racionar el agua.
Los humanos podían sobrevivir mucho tiempo sin comida, pero el agua... el agua era mucho más preciada. Sin ella, un humano sano podría morir en cuestión de días.
Y había muy pocas formas más agonizantes de morir.
Cassie giró la cabeza y preguntó sombríamente: