—Sí. Los ojos de Mónica se movieron ligeramente. Ella dijo:
—No tienes que esperarme. Puedes irte primero.
—Pero
—Gracias por hoy —dijo Mónica educadamente. Era tan educada y había una falta de emoción en su tono que hizo que la gente pensara que no era real.
Al ver que Mónica lo había rechazado, Judá ya no insistió. Dijo:
—Sra. Cardellini, si tiene alguna necesidad en el futuro, puede venir y buscarme de nuevo. Por supuesto, espero que todo le vaya bien en el resto de su vida y que no me necesite de ninguna manera.
Los labios de Mónica se curvaron en una leve sonrisa, una sonrisa que no era sincera, y dijo:
—Está bien.
Con eso, Judá se fue.
Después de que se fue, ella quedó como la única en la corte.
Miró el majestuoso tribunal y de repente no supo a dónde debía ir. De repente, se sintió un poco perdida.