—¡Ese viejo zorro! —maldijo Reese—. Como dicen, estar con un gobernante es como vivir con un tigre. Si queremos desarrollarnos bajo el régimen de los Sanders, tenemos que seguir lo que ellos digan.
—Solo soy una mujer y no sé tanto. De todos modos, te escucharé.
—No te preocupes. Los Rosses recuperarán nuestros días gloriosos.
—Está bien.
Michael y su madre charlaron un rato antes de colgar. Después de eso, Michael ya no tenía ánimos para volver al trabajo.
Había visto las noticias tarde anoche y esta mañana sobre la repentina muerte de Jonathan. Sin embargo, no pensó que fuera una coincidencia.
Después de pensarlo un poco, llamó a Mónica.
Monica cojeaba mientras luchaba por cambiarse de ropa y estaba a punto de salir cuando vio la llamada de Michael. Respondió:
—Michael.
—¿Estás en casa?
—Estoy saliendo ahora.
—¿A dónde vas?