Todos salieron de la sala de reuniones de alto nivel.
Jeanne fue a la oficina de Alejandro y golpeó la puerta.
—Adelante.
Jeanne empujó la puerta y entró. —Papá, tengo algo de lo que quiero hablar contigo.
Alejandro estaba de buen humor.
En muchas reuniones, aunque ocupaba el puesto más alto, siempre se sentía oprimido. Hoy era una rara ocasión en la que se sentía tan despreocupado. Ver a Winston, esa persona engreída, siendo derrotada constantemente le hacía sentir bien.
Asintió levemente. —Toma asiento.
Jeanne se sentó obedientemente frente a Alejandro.
Alejandro todavía mostraba seriedad. Dijo:
—En la empresa, debes tener reglas. En el futuro, no podrás ser tan irrazonable y no respetar a los superiores.
—Sí. —Jeanne asintió obedientemente y no refutó.
Alejandro seguía muy orgulloso.
Jeanne dijo:
—Papá, espero que puedas asumir el cargo de director de marketing.
Alejandro levantó una ceja y parecía un poco reacio.