Un coche deportivo rojo circulaba por la calle.
Jeanne echó un vistazo a su teléfono móvil que sonaba y se puso casualmente su auricular bluetooth.
—¿Vas a la cena? —preguntó la persona que llamó.
—Sí.
—¿Sola?
—¿O qué?
—Viste algo con más tela —propuso Kingsley.
Las comisuras de la boca de Jeanne se curvaron ligeramente. —¿Estás siendo hipócrita al recordármelo sólo cuando estoy fuera?
—No te pedí que sedujeras a nadie.
—Estás pensando demasiado —dijo Jeanne fríamente—. Depende de mí cómo me visto.
—Protégete.
—Está bien —respondió Jeanne.
Se quitó el auricular y condujo casualmente.
Para ser honesta, ella no quería quedarse en Ciudad de South Hampton por mucho tiempo.
No había nada aquí que valiera la pena recordar.
Jeanne estacionó el coche a la entrada del salón de banquetes.
Salió del coche.
Fuera del coche, había mucha gente entrando y saliendo.
La escena se veía muy animada.