El enorme cuadro se levantó por sí solo y detrás había una puerta que llevaba a una escalera hacia arriba.
Guillermo y yo nos miramos asombrados por nuestro descubrimiento. Menos mal que esta era la zona más alejada y generalmente desierta del segundo piso.
—¿Adónde crees que lleva esto? —Guillermo encendió una antorcha que encontró adentro e iluminó el camino.
—Bueno, solo hay una manera de averiguarlo. —dije y empecé a subir la escalera.
—Déjame guiar el camino. —dijo Guillermo mientras sostenía la antorcha encendida en sus manos.
—Mmm, de acuerdo. —asentí en señal de acuerdo.
Una vez que comenzamos a subir, el cuadro comenzó a bajar detrás de nosotros.
—Bueno, supongo que no tenemos más remedio que seguir adelante. —dijo Guillermo.
La escalera que subía estaba cerrada sin ventanas, por lo que estaba oscuro. La antorcha que Guillermo sostenía era la única fuente de luz.