El ser de Ella se sintió entumecido mientras el peso de sus acciones se asentaba sobre ella. Colapsando en el suelo, desató un torrente de gritos angustiados. Nunca había imaginado que cometería un crimen, y mucho menos quitarle la vida a alguien. En su defensa propia, había hecho algo que nunca había imaginado antes.
Estaba devastada y lloró hasta quedar sin lágrimas. Pronto se dio cuenta de que no podía quedarse allí mucho tiempo. Otro miembro del grupo de matones llamado Noel vendría a buscar a sus compañeros.
Reuniendo fuerzas desde lo más profundo de su desesperación, Ella se levantó y, con extremidades adoloridas, se alejó de la escena que la atormentaba. Al emerger del bosque, el amanecer la saludó con su suave resplandor, pintando el cielo de tonos naranja y rosa.