La expresión de Lance cambió drásticamente, un atisbo de nerviosismo y aprensión cruzó sus ojos. Sin embargo, los ojos de Abigail brillaron con un destello de esperanza y emoción, pues sabía que su padre finalmente había llegado. No pudo resistir un sutil rizo triunfante en sus labios al observar la expresión desconcertada de Lance.
La figura que antes era confiada y dominante de Lance pareció desmoronarse bajo la amenaza inminente. Abigail reconoció la seriedad de la situación y optó por no burlarse más de él. Después de todo, era una cautiva en este peligroso juego, y se dio cuenta de que la discreción y la cautela eran sus mejores apuestas para sobrevivir.
En medio de esta creciente tensión, la entrada frenética de Henry agregó otra capa de caos a la escena. Su urgencia sin aliento era evidente mientras transmitía las alarmantes noticias, su voz temblaba por el miedo.