Abigail sacudió su cabeza mientras se secaba las lágrimas suavemente, la tormenta emocional todavía visible en sus ojos. —No, estoy bien.
—¿Entonces qué pasó de repente que te puso tan angustiada? —se preguntó.
La atmósfera estaba cargada de preocupación, tanto por el bienestar de Abigail como por la agitación emocional que acababa de experimentar. Cristóbal estaba determinado a entender y ayudarla con lo que le había causado tal angustia.
Abigail se perdió en sus pensamientos, la luz menguante del sol poniente dando un tono sombrío al balcón. Las palabras hirientes de Elsa continuaban reverberando en su mente, intensificando sus sentimientos de desesperación. Intentó contener las lágrimas, pero brotaban en sus ojos, traicionando sus esfuerzos por retenerlas.
Cristóbal sintió su angustia y reaccionó rápidamente. La atrajo hacia sí en un cálido abrazo y usó su pulgar para secarle las lágrimas tiernamente, su voz teñida de preocupación.