Las entrañas de Cristóbal ardían de celos y resentimiento al mirarlos.
Su vínculo parecía natural, como si supieran lo que la otra persona pensaba con solo mirarse a los ojos.
Una sola petición de Abigail fue suficiente para que Jasper retrocediera.
Y él…
Bueno, ella seguía implorándole que se calmara, pero él seguía arremetiendo contra Jasper. ¿Cómo se suponía que debía competir con él?
Aunque Jasper retrocedió, en realidad ganó la batalla. A través de sus acciones, ganó más admiración de Abigail.
Todas estas ideas lo hicieron sentir cada vez más inquieto e irritado.
Agarró su brazo y la atrajo hacia él mientras ella seguía mirando la puerta.
—¿Por qué lo llamaste? —escupió—. ¿Qué es lo que no puedo resolver, y tienes que buscar su asistencia? ¿Crees que soy inútil? ¿Crees que él es más capaz que yo?
Abigail también estaba molesta. Ahora que Jasper se había ido, ella podría preguntarle por qué no le había dicho acerca de su reunión con su madre.
¿Qué intentaba ocultar?