Cristóbal y Abigail estaban solos en la sala, con sus mentes preocupadas por los secretos que se guardaban el uno al otro.
Cristóbal todavía debatía si decirle a Abigail sobre su reunión con Raquel temprano en la mañana, y Abigail dudaba en divulgar la carta amenazante que había recibido.
Ambos sabían que guardar secretos entre ellos solo causaría más tensión, pero no querían añadir más angustia a la ya estresante situación en la que se encontraban.
Permanecieron sentados en silencio en la cama, con Cristóbal abrazando a Abigail en sus brazos.
La agitación y ansiedad eran palpables en el rostro de Cristóbal. También se sentía culpable por no contarle acerca de la llamada de Raquel. La amaba tanto que no quería causarle más dolor, pero al mismo tiempo, sabía que guardar secretos de ella podría causar malentendidos entre ellos más adelante.