"El beso no fue tan feroz como había sido antes. Era dulce, sensual y excitante.
El cuerpo de Abigail ya había comenzado a rendirse ante él, pero su mente aún no estaba lista para el sexo. Quería saber lo que él sentía por ella antes de seguir adelante.
Le dio un suave golpe en el brazo.
Cristóbal se apartó y la miró con sorpresa. —No te gusta que te bese, —preguntó.
—Me gustaría —dijo ella—, pero antes de eso, quiero saber por qué te fuiste en aquel momento. ¿Qué fue lo que te molestaba? ¿Te importaría contármelo?
Abigail esperó a que él hablara, pero lo único que hizo fue mirarla. Cuando no obtuvo su respuesta, se dio cuenta de que él no estaba listo para compartir nada con ella. Estaba deprimida.
—Está bien. No tienes que contarme nada si no quieres. Deberíamos dormir ahora. Buenas noches.
Se alejó un poco. Al segundo siguiente, fue arrastrada hacia él, su brazo rodeándole la cintura.
Inclinó la cabeza y lo miró, perpleja.