Al entrar en la suite, el aire denso con anticipación, Jade no pudo evitar sentir un escalofrío de emoción mientras la puerta hacía clic al cerrarse detrás de ellos, la charla juguetona de la tarde desvaneciéndose en un silencio cómodo.
Jade se recostó contra la puerta, el vestido color zafiro adherido a sus curvas como una segunda piel mientras se quitaba los tacones, soltando un suspiro satisfecho.
Harry, con la corbata aflojada y el MacBook bajo el brazo, se giró para enfrentarla. Sus ojos, los mismos que la habían cautivado aquella primera noche, tenían un brillo familiar que le envió un escalofrío por la espina dorsal.
Antes de que pudiera hablar, ella hizo un gesto juguetón hacia el MacBook.
—Ten cuidado con eso —rió él, esquivando su mano—. No querríamos romper nuestro premio la primera noche, ¿verdad?
—Oh, estoy segura de que podemos encontrar otro uso para él además del trabajo —insinuó ella, su voz teñida de un tono sugestivo.