—Ese maldito sobrenombre tuyo resultó ser pegajoso y ahora todos en la familia me llaman así— dijo Quylla.
—¿Cómo te trata la vida de soltera, Friya? —Lith preguntó mientras extendía su mano que ella rechazó y lo abrazó en su lugar—.
—Estupendo. Nalrond me está cortejando como loco y está molestando a todos para saber si ya estoy viendo a alguien más —Ella respondió con una carcajada—.
—Eso es cruel, Friya —Kamila rió, de acuerdo con el castigo a pesar de sus palabras—. ¿Cuándo vas a dejar tranquila a esa pobre alma?
—En cuanto aprenda la lección —Friya respondió—. Ser un Morok está bien. Ser un idiota egocéntrico no. Además, por su culpa, ahora estoy a la última otra vez. Quylla me ganó en matrimonio también.
—No es una competencia, querida —Jirni no tuvo problemas en decir esas palabras, pero solo porque su hija ya tenía un pretendiente con el que estaba dispuesta a casarse. Ya no era una cuestión de si, sino de cuándo—.