—Está bien, Pylika— dijo Kelia mientras Anochecer inspeccionaba la habitación con Visión de Vida.
Cada vez que habían venido al despacho del director, había notado que su aura mágica aumentaba a saltos y límites. Había varias matrices de Maestría en Forja incompletas que no tenían motivo de estar allí y cuyo propósito él no lograba entender.
Lo más peculiar de ellas era que su energía se filtraba en las habitaciones adyacentes con el tiempo y pronto habría llegado a los otros pisos también.
—Lo que sea que sea esto, necesita un núcleo de poder más grande de lo que he visto. Es como un corazón latiente que se bifurca en venas y arterias— pensó el Jinete. —¿Pero con qué fin?
Desconocía que después de presenciar el verdadero poder de las academias del Reino del Grifo durante el ataque de Nalear, la Emperatriz había trabajado incansablemente para recrearlas en el Imperio.
—¿A qué debo el placer de tu convocatoria?— preguntó su anfitrión.