Afortunadamente para el grupo de Morok, entre la incomodidad del Balor y la sorpresa afortunada, había estado demasiado ocupada como para realizar una búsqueda minuciosa de las paredes. Cuando hizo la revisión final para asegurarse de que no quedara rastro del túnel abierto por los trasgos, ya era demasiado tarde.
Nalrond y los demás ya habían enfriado sus cuerpos, haciendo coincidir su firma de calor con la de la pared en la que se escondían.
—¿Esperamos a que se vayan o los seguimos? —preguntó Protector— Si este lugar realmente es una mina de metal, nunca encontraremos el camino hacia abajo por nuestra cuenta. Necesitamos un guía inconsciente. —dijo Protector.
—De acuerdo. —dijo Nalrond mientras escuchaba las vibraciones en el suelo para comprobar si había más sorpresas.