—Que me vaya o me quede no tiene nada que ver contigo. ¡Puedo irme hoy y regresar mañana, siempre y cuando me plazca! —Wendy inclinó su cabeza ligeramente, sin ceder en lo más mínimo, mientras decía—: Además, por favor controla a tu hombre y no persiga a la gente como un perro loco.
Incluso si era hora de partir, Wendy no iba a irse como una perdedora.
Tenía que demostrar que se iba por su propia voluntad y no bajo coacción de nadie.
—¿Wendy, me llamaste perro loco? —dijo Michael con cada vez más incredulidad— ¡¿Cómo te has vuelto tan horrible?!
—¿En serio?—Wendy rió entre dientes y dijo—: Entonces, por favor, ejerce un poco más de autocontrol y no te pases de la raya.
—Tú... —Michael extendió la mano y señaló a Wendy en un momento de ira.
La mano de Wendy, que colgaba a su lado, se apretó poco a poco.
Lo que ella y Michael tuvieron también se desvanecía poco a poco.