En la Mansión Harris.
El Viejo Harris miraba a su hijo, Paul Harris, quien se sentaba frente a él con una expresión preocupada. El aire en la habitación estaba cargado de silencio, cada uno de los Harris esperando que el otro hablara.
Aunque el Viejo Harris podía intuir el motivo de la repentina visita de Paul a casa, se mordió la lengua, permitiendo que su hijo encontrara el valor para decir su verdad.
Rompiendo finalmente el pesado silencio, Paul fue el primero en hablar. Y su tono era de urgencia. —P-Padre, la empresa está en graves apuros. Necesitamos desesperadamente tu ayuda...— Sus ojos miraban fijamente a su padre.
El Viejo Harris empujó sus gafas hacia arriba, centrando su atención en su hijo. Suspiró profundamente, su mente aún cargada por el peso de la conversación que tuvo con el Viejo Riley hace unos días sobre las fechorías de su hijo en la Isla B.