—¿Rex? —Rex se volvió para mirar la puerta. No estaba cerrada, así que escuchó la voz de Celestine. Salió de la ducha y cogió una bata de un perchero antes de salir.
Cuando salió de la habitación, no había nadie dentro, lo que significa que Celestine había ido a la sala de estar. Sin embargo, antes de que pudiera caminar hacia la puerta, ésta se abrió desde el otro lado y su hermoso rostro lleno de preocupación fue todo lo que se vio.
—Hola —dijo Rex sin alma con una ligera ronquera en su voz. Dejó la puerta entreabierta y volvió a la habitación.
Celestine entró y cerró la puerta detrás de ella. —Oye, tu casa se ve hermosa. No sabía qué decir. El joven que estaba de pie frente al espejo en este momento era una versión diferente de Rex.
—Sí —respondió él y cogió el secador de pelo.