—¡Preparado, Tedros! ¡Ya! —Yuba sacudió su bastón y ambas muchachas saltaron de sus atuendos y se convirtieron en gatos negros.
Ambas tenían el pelaje negro brillante y los ojos bicolores con el derecho del ámbar de Agatha y el izquierdo del verde de Sophie.
Tedros se quitó la venda y abrió los ojos, un poco sorprendido por la vista.
Una de las gatitas estaba acostada perezosamente, mientras la otra molestaba una de las orejas de su compañera con la patita para ver como reaccionaba y se sacudía.
— ahmm - comenzó Tedros – chicas, es un poco difícil si las dos actúan como gatos comunes.
La gatita acostada se acomodó mejor y enrollo su cola cerrando los ojos lista para dormir.
La otra gatita se alejó un poco y luego salto sobre su amiga y comenzaron una pelea de gatitos sin garras.
— Lo único que puedo pensar es en que quiero una – confeso Tedros rascándose la cabeza confuso.
Los demás alumnos estuvieron de acuerdo.
— Usa las reglas, muchacho, ¡Siente con el corazón, no con la mente! —le gritó Yuba al príncipe.
Por un momento el príncipe vaciló.
Entonces, sin ninguna duda, se sintió atraído poderosamente hacia una de las gatitas.
Separo a una de la otra.
— Entre tantas vueltas costo un poco seguirte, pero tú eres la gatita traviesa – dijo Tedros – eres la que saltó sobre la otra.
La puso a un lado con cuidado.
— Y tú eres la princesa – declaro con seguridad y se volteó hacia Yuba – ¿cierto?
— La verdad debería darte puntos extras por seguir esa pelea, yo perdí hace un tiempo cuál era cuál – confeso Yuba.
—…
Todos los alumnos se quedaron viendo con perplejidad al maestro.
El Gnomo se aclaró la garganta y prosiguió.
— Pero solo tenemos que deshacer el hechizo para saberlo – Concluyo Yuba y se volteó hacia Tedros.
El chico estaba acariciando a la gatita en sus brazos, parecía haber olvidado que era una chica y la chica compartía su amnesia, porque estaba disfrutando descaradamente de los mimos.
La otra gatita molestaba el pantalón de Tedros exigiendo a su amiga de vuelta.
— Te la regreso cuando termine la prueba, culpa a maestro por hacerlas tan tiernas – trato de acariciar a la gatita traviesa, pero esta comenzó a jugar con su mano como si fuera la otra gatita – así que si no te devuelvo a tu amiga tengo que compensar.
— Mau! - maulló la gata en un claro sí.
— Muy bien, ya se divirtieron bastante chicas - llamo Yuba.
La gatita traviesa dejo la mano de Tedros y se sentó con la elegancia típica de los felinos.
La otra gatita iba a bajar de los brazos de Tedros, pero como Yuba no espero ni un segundo más y las desconvirtió enseguida.
La gatita traviesa se transformó en una rubia despampanante y una muy avergonzada belleza pelinegra apareció en los brazos de Tedros.
Agatha tenía la cara enterada en las manos, lo último que quería era ver la cara de Tedros en este momento.
Maldecía a su mejor amiga por instarla a aprovechar sus cinco minutos gatunos como los había llamado.
A hora estaba en los brazos del chico al que hace un momento había insultado.
—Agatha – Llamo el chico, hablándole por primera vez sin honoríficos.
Agatha respiro profundo y tomó valor.
Asomo su tierna carita sonrojada por entre sus manos y vio al chico a la cara.
— Estás bien? - pregunto sinceramente preocupado.
La mente de Agatha se quedó en blanco del Shock, nunca había estado tan cerca de un chico.
(Aric y Japeth eran un caso aparte).
Su mente estaba en blanco, pero aun así se forzó a responder, pero lo único que salió de sus labios fue:
— Miau.
—…
«Tierra, trágame»
Fue todo lo que pudo pensar Agatha la pobre chica estaba segura de que sería la primera persona en verdaderamente morir de vergüenza, cuando su amada y maravillosa mejor amiga llego a su rescate.
— Tedros dijiste que me la devolvías cuando terminara la prueba, no me importa que siga siendo adorable como humana, una promesa es una promesa – se quejó Sophie.
Pero su sonrisa la delataba.
La rubia se lo estaba pasando en grande.
Tedros salto lejos de Agatha y oculto las manos tras la espalda como si lo hubiera pillado en una travesura.
Agatha corrió devuelta al grupo a ocultar la cabeza en el lugar más cercano, que resulto ser Japeth.
El chico abrió los brazos y acepto su turno de "contacto físico para alejar a Tedros", aunque a hora los motivos eran otros.
— Qué príncipe, ninguna princesa está a salvo – comento Sophie a Tedros.
Con un guiño paso por su lado y volvió con sus amigos.
Tedros se Sonrojó hasta las orejas y vio como la chica se dirigía hacia su amiga para ayudar al gemelo de Rhian a consolarla.
Le molesto un poco ver al chico abrazando a Agatha, pero no entendía por qué, rápidamente sacudió la cabeza y se dirigió con su grupo.
— Bueno, al menos uno paso la prueba, el siguiente, Aric – llamo Yuba.
Aric se adelantó.
— Los gemelos, al frente – llamo una vez más.
— Es broma? - comento Agatha aún aferrada a Japeth.
Ese maestro era un desconsiderado.
— Lo siento pequeña, pero ellos también deben pasar esta clase.
De mala gana, Agatha soltó a Japeth y lo dejo ir.
Aric se colocó la venda y Yuba lanzo su hechizo.
— Es broma? - repitió Agatha.
Aric se quitó la venda y ante él vio a los gemelos con idénticos atuendos de la escuela del bien.
Ambos con el mismo corte de Japeth con los risos revueltos y con todas las pequeñas diferencias estéticas que ellos mismos se habían aplicado para diferenciar sus personalidades borradas, ambos se miraban como si hubieran olvidado lo similares que podían llegar a ser sin un bronceado y un corte de cabellos.
— Los acabo de ver y ya olvidé quien es quien – comento Hort.
Los gemelos lo fulminaron con la mirada, puede que fueran muy parecidos por fuera, pero por dentro eran como el agua y el fuego.
Estaban orgullosos de eso, de no ser igual como copias, sino complementarios.
— Cuál es cuál Aric? - pregunto Yuba.
El gnomo esperaba que el chico se tomara su tiempo en realidad, hasta él estaba un poco desorientado por la increíble similitud, los gemelos siempre habían sido algo extraordinario en su opinión.
Pero Aric contesto inmediatamente.
— Japeth – señalo hacia la derecha – y el santurrón de su hermano – señalo al gemelo a su izquierda.
Este le enseño el dedo medio.
— Por el cuentista Rhian – exclamo Aric falsamente sorprendido – hay damas presentes, yo que te creía un príncipe intachable.
Aric se burló sin piedad del chico mientras el gemelo de la izquierda se reía.
Yuba deshizo el hechizo y todos comprobaron que Aric tenía razón con cuál gemelo era cuál.
— Como lo supo? - pregunto Yuba.
— Crecí con ellos – dio por toda explicación Aric.
Sophie podía jurar que Japeth tenía corazones en los ojos y que Rhian estaba a punto de desarrollar visión de láser.