Abro la puerta para ve a Mario sin polo apunto de golpear a Edu.
—No —le digo tomando del brazo a mi enamorado.
—¿Qué mierda está pasando aquí Emilia? —pregunta molesto.
Yo miro a mi alrededor y mi cama está algo desordenada y no recuerdo haberla dejado así en la mañana. Edu se ve pálido y algo cansado.
—Mario es una larga historia.
—Tengo todo el tiempo del mundo mi amor, vos cuéntame qué hace aquí el hijo de nuestro jefe.
Lo tomo del brazo apartándolo de Edu. Lo llevo hacía la puerta, me acerco a Edu y toco su frente.
—Te traeré agua caliente de abajo, ven echate en mi cama por mientras —le ordeno con voz baja y calmada.
Él no protesta y rápidamente se va hacia mí cama y se echa, se cubre con mi colcha pequeña y nos da le espalda.
—Ja —suelta Mario.
—¿Qué pasa? —le pregunto molesta.
—Traes a casa a un imbécil y le ofreces tu cama, eso pasa.
Agarró de la mano a mi enamorado y lo miro a los ojos, veo algo en él que jamás he visto y es inseguridad, celos, hasta podría ver su desconfianza.
—Quedate con el hijo del Jefe, me largo —dice soltando mi mano molesto.
Abre la puerta y cuando está por irse, lo detengo arroja nuevamente mi mano y avanza. En ese preciso momento en que estoy por ir nuevamente tras él escucho el cuerpo de Edu caer al piso.
—Auuuu —gruñe.
Lo veo tirado en el piso y corro hacia él, le quitó la manta que tiene en la cara y veo su rostro con una sonrisa inocente.
Siento una mirada y entonces lo veo, es Mario con una mirada de furia.
—Carajo mejor me largo —dice azotando la puerta de mi habitación. Escucho como baja las escaleras molesto.
Intenta levantarme para ir trás él, pero Edu sujeta mi brazo, intenta hacer presión con la poca fuerza que le queda.
—No vallas —dice. Veo sus labios pálidos y luego sus ojos.
Inmediatamente me separo de él y lo ayudo a ponerse de pie, pero ya no puedo sostenerle la mirada, estoy algo inquieta por este momento incomodo, también comprendo a Mario.
Tomo agua y me dispongo a retirarme de la habitación sin antes tomar mi teléfono.
Edu está recobrando fuerzas mientras que yo estoy llamando al teléfono de Mario varias veces. Veo a Elvira mirarme desde su habitación y cuando se da cuenta que la he pillado cierra las cortinas y ya me siento más tranquila. Me siento frente al pequeño rosal que tiene mi Madrastra y pienso unos minutos.
Miércoles, debo decirle a Edu, tengo hasta el mañana. Una hora después subo a mi habitación.
Gracias a Dios — exclamó mentalmente llevando mis manos al cielo —nadie me molesta.
Cuando ingreso a la habitación Edu está sentado en la cama, mirando mi pequeña habitación.
—Tienes una cama muy pequeña.
—Solo duermo yo...
—¿Y Mario no se queda a dormir contigo?
Miro hacia otro lado y veo nuestra foto juntos. Niego con la cabeza.
—No lo sé, Mario se portó muy inmaduro —dice algo apenado. Tiene razón Mario nunca se porta de esa manera con nadie, de hecho le gusta que lo miren y que me miren.
—Lo sé, ya se le va a pasar.
Él asiente con la cabeza y se pone de pie. Se acerca lentamente a mi, pero yo retrocedo no valla a ser que se vuelva loco nuevamente y me intenté empujar. Me toma por los hombros y me mira fijamente a los ojos.
—Te escucharé atentamente lo que me tengas que decir.
Suelto todo el aire que llevo en los pulmones. Alivio es la sensación más linda de dia de hoy.
Se aparta de mi y toma la silla de manera de mi escritorio. Se sienta y espera pacientemente a que yo hablaré con él.
—Edu se que no nos llevamos bien, se que apenas y nos conocemos, se que piensas que soy la amante de tu papá —hago énfasis en la palabra amante y él se cruza de brazos algo desconfiado —pero no lo soy —afirmo con toda la franqueza.
Su rostro se pone tenso, al parecer presiente que le daré una mala noticia y efectivamente así será.
—¿Qué le pasó?
Me siento en mi cama y me tiró para rápidamente incorporarme.
—Tu papá sufrió un paro cardíaco, pero todo se ha controlado, lo llevaron a tiempo, pero su situación es delicada aún.
A Edu es como si su alma se hubiera salido de su cuerpo, no me tiene un rostro expresivo, se ha quedado callado y apenas y me mira.
Esperaba que saliera corriendo a ver a su padre o que gritará, pero esa mirada vacía me hace perder toda esperanza de que aceptará tomar el lugar de su papá.
—¿Eso es lo único que me ibas a decir? —me pregunta serio.
Asiento con la cabeza y comienza a reírse.
—Se que hay algo más, dime —exige.
—Espera antes debo hacer algo.
Voy hacia la puerta de mi habitación y busco las llaves de esta misma para ponerle el seguro.
Edu se levantó molesto y se que lo está sin mirarlo por el ruido que acaba de hacer la silla.
—¿Qué harás, secuestrarme? —pregunta en voz alta, volteo a cubrirle la boca y él me aparte bruscamente.
—Edu tu papá no se encuentra bien, debes tomar su lugar.
Se lleva las manos a su cabello y tira con fuerza de este molesto, va directo a mi cama y de tira boca a bajo.
No estoy dispuesta a abrirle la puerta si no sale un respues afirmativa de sus labios.
—Tu tío no se ha creído el cuento de un retiro espiritual, mientras que la obogada tiene un documento firmado de tu padre donde te sede el control de su empresa en su ausencia. Mañana intentarán sacar a tu padre del directivo —digo con desesperación sentándome en la esquina de mi cama —. ¿Edu me estás escuchando?
—Lo lamento pero mañana tengo una sesión de fotos para una importante empresa, por otro lado tengo mucho trabajo sobre unas coordinaciones de conciertos. No puedo jugar a ser el Jefe y tu la secretaria.
Lo dice sin dudarlos, no está dispuesto a aceptar.
—Edu —lo llamo con la voz más suplicante que me puede salir.
Se sienta a mi costado y luego niega con la cabeza.
—Lo primero que haré será despedirte —dice con una amplia sonrisa —puedes abrir esa puerta y dejarme ir, hoy o mañana temprano o ser despedida mañana mismo cuando asuma la gerencia.
Mi rostro debe estar pálido pues él toma mi frente y luego pone sus dedos en mi vena yugular.
—Aun respiras. ¿Y bien cuál es tu decisión?
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