Taras se encontraba durmiendo en su red, las olas del mar lo mecían y su mente se mecía con ellas. Una vida sobre un barco termina haciendo que los propios pensamientos de unos fluyan como dicte los océanos, y hoy parecía tocar otro día 'tranquilo' a bordo de La Vieja Ana.
El olor a agua salada inundó las fosas nasales de Taras y de un salto se despertó en su red. Él lo sabía, era la hora de ponerse a trabajar, no llevaba reloj, pero su instinto de pescador así lo había dictado y así debía ser hecho.
Con pasos tranquilos se acercó a la red de Ricardo, el grumete se encontraba durmiendo pacíficamente, se veía muy tierno durmiendo, era como un bebe, pero en vez de juguetes rodeándolo, había botellas de alcohol vacías.
"Hora de despertarse, muchacho" Dijo Taras, sacando algunas botellas de encima de su cuerpo y moviendo un poco la red.
"Ya va mamá, todavía es temprano..." Dijo Ricardo mientras se acurrucaba en su red, para seguir durmiendo.
"Ja, ja, ja, pedazo de borracho, ayer era tu papá y ahora soy una mujer ..." Se río Taras, pero en voz baja, no quería despertar a los otros marineros que aún dormían.
"La diosa lo pide, vamos es la hora, chico" dijo Taras yendo a la cubierta, la tarea no podía ignorarse, no cuando el mar lo pedía mandando una mañana tan hermosa, aunque aún faltaba un poco para la salida del sol.
"Ya voy, espera un poco, porque no dormís unas horas más, no hay porque ser impaciente, siempre se puede esperar a que el día se ponga aún mejor, no pescador?" Dijo Ricardo perezosamente, mientras volvía a dormir, casi que sabiendo el resultado de la charla de memoria.
"Eh... si, la noche es linda, pero sería una pena no despertarse cuando ya haya amanecido para poder disfrutar del sol en el océano con todo su esplendor, ojalá tengamos una buena pesca hoy también" Dijo Taras sonriendo mientras volvía a su red.
Cuando Taras se acotó en su red, Ricardo se despertó y sacó una botella medio vacía de su lado y le dio un trago hondo, luego la guardó a su lado como si fuera un recuerdo.
"Poco a poco, el alcohol se agota …" Murmuró Ricardo mientras se acurrucaba para dormir.
Los dos durmieron, hasta que Ron los encontró durmiendo y los despertó con un baldazo de agua fría, mandándolos a limpiar la cubierta.
La cubierta parecía bastante normal, un poco más vacía que de costumbre, pero las caras sonrientes de los marineros trabajando hacía que todo pareciera normal.
El único detalle que sobresalía un poco a la vista eran tres personas colgadas en las velas, sus cuerpos ya estaban descomponiéndose y a una de las personas ya se le había caído la mitad del cuerpo, por lo que solo había unas tripas colgando en vez de sus piernas.
El olor a putrefacción parecería no importarle a los marineros que felizmente trabajaban en sus tareas.
Al subir y ver el sol golpeando su rostro, Ricardo con bastante dolor de cabeza y con mala cara se quejó: "Cada vez hay menos botellas del alcohol, menos mal que solo faltan otras dos semanas más, antes solo faltaban dos semanas más y hace no tanto faltaba otras dos semanas más"
"Para colmo estos cadáveres no ayudan con la limpieza, cada día tenemos que limpiar una nueva parte del cuerpo que se les cayó"
"Recuerda no quejarte en vos alta en la cubierta, idiota, seguí tu papel, quejas únicamente en el área del timonel" Murmuro Taras desde su espalda.
La mala cara de Ricardo huyó de su rostro y apareció una cara algo depresiva, mientras se ponía a limpiar la cubierta sin hablar, de vez en cuando miraba algún marinero y le daba un saludo cordial, luego volvía a trabajar, así hasta que terminó su trabajo.
Cuando terminó Ron, los mandó a la cocina.
Los grumetes llegaron a la cocina, al llegar a la puerta, Taras agarró la manilla de la puerta, pero no la abrió de golpe, sino que se quedó un rato con su mano en la manilla.
"Todo bien?" Preguntó Ricardo, palmeando dos veces su espalda.
"Sí, sí ... Solo estaba pensando en que las redes de la cubierta parecían algo desordenadas, espero que nadie se lastime" Contesto Taras abriendo la puerta y metiéndose dentro.
Ricardo lo siguió detrás de él, una vez dentro, cerró la puerta y corrió una plancha de madera trabando la puerta. Se dirigió a una montaña de cajas y empezó a moverlas, luego agarró una caja en particular y la llevó al medio de la habitación.
"Siguen quedando?, poco a poco se van agotando las batatas ya cortadas" Dijo Taras, mientras se ponía a preparar unos calamares que había logrado pescar hace algunos días.
"Todos los ingredientes buenos se agotan con el tiempo", comentó Ricardo
"Es una pena …"
Dentro de la caja había un par de piernas humanas y unas cuantas vísceras y huesos, pero parece poco importarle al grumete que metió la mano en la caja para sacar la pierna y empezar a cortarlos en tiras.
Taras no molesto en verlo, como si ya supiera cómo terminaba esa conversación, estaba más preocupado por el calamar que tenía enfrente.
"Los marineros contentos son buenos amigos y los tristes son buenos ingredientes" Comentó Ricardo un poco perdido, con una sonrisa en su rostro.
"¿Notaste si alguien se molestó mientras te quejabas?" Pregunto Taras con algo de nervios.
"Sí, uno medio gordo y calvo, creo que se llama Alberto ... Otro pescado triste" Contestó Ricardo también algo preocupado saliendo del aturdimiento.
"Uno gordo, eso va a ser las cosas más complicadas, pero si solo faltan dos semanas… Esperemos que sea el último, ya perdimos 13 hombres en estas 4 semanas". Comentó Taras, mirando a Ricardo poner las vísceras y tripas en la mesa para picar y volviendo a mirar el calamar en su mano con más cariño que antes.
"Mientras otros chicos ayuden, siempre es fácil, únicamente hay que lograr intercambiar los favores adecuados…" Comentó Ricardo algo preocupado, mientras ponía la carne picada a cocinar.
"Los pocos que están sobreviviendo, son lo más peligroso, Taras ... "
"Dos semanas, me parecen mucho tiempo, en especial ahora que la bodega se está quedando vacía"
"Cuando falte una semana, ya vamos a ver a las aves marinas y haremos el ritual de fin de viaje, eso alegra la moral de todos, por lo cual no hay que preocuparse mucho por esa semana, el problema es esta". Comentó Taras, poniendo el calamar en una olla chica, separada del resto de comida.
"Pero no te preocupes chico, hay un plan, siempre lo hay, logramos joderle la vida al capitán fingiendo que solo faltaban dos semanas durante 4 semanas y todo eso fue para este momento"
"Por? Además de crear peleas entre ellos, ¿había otro objetivo?" Preguntó Ricardo tratando de hipnotizarse con el fuego.
"Claro, la mayoría de marineros a bordo ahora cree que esto es otro falso rumor, pero esta vez realmente faltan solo dos semanas para tocar puerto, si logramos que las reglas de pesca no cambien, entonces vamos a seguir escapando de los otros pescadores". Dijo Taras, algo preocupado porque esta semana decidiría su futuro.
Pero entonces noto que una cuerda de pescar en la habitación se tensaba
"Pásame las batatas, Ricardo" dijo Taras, moviéndose con el cuchillo en su mano hacia la puerta.
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