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100% Genshin Impact (novela web) / Chapter 9: Capítulo VIII

บท 9: Capítulo VIII

— ¡Así que aquí estaban los tesoros desaparecidos! —exclamó Amber, observando el interior de un cofre de madera que se hallaba semienterrado bajo el campamento de los Hilichurls.

— No sabía que estas criaturas robaran armas —dijo Sora, observando la espada y la lanza que se hallaban encima del montón de monedas de oro.

— Roban todo, aunque no vayan a utilizarlo. Se han dado casos de Hilichurls que roban barriles completos de mercancía a los comerciantes, y al atacar los campamentos para recuperarlos seguían intactos —explicó la muchacha.

Amber hizo unas anotaciones en un desgastado cuaderno, observando y contando cuidadosamente cada moneda de oro, así como la espada y la lanza.

— Listo —dijo, cerrando la libreta y guardándola en su alforja—. Llevaré este informe a la Gran Maestra Intendente. Ella se encargará de enviar algún transporte para llevar todo esto de vuelta a la ciudad.

— Ser un Caballero parece ser un trabajo pesado —dijo Paimon—. Estoy exhausta.

— Pero si no hiciste nada más que observar —señaló Sora—. Yo al menos me hice cargo de un Hilichurl.

— ¡Insensible! ¡Si fuera más grande podría participar en el combate! —chilló la pequeña, volviendo a dar patadas en el aire.

— Bueno, no es que derrotar a uno solo sea mucho trabajo… —comenzó Amber—. Aunque debo admitirlo, me sorprendiste un poco con tus movimientos ahí. Gracias por tu ayuda.

La chica dedicó una humilde sonrisa a Sora. Éste pensó por un momento muy breve que aquello desentonaba bastante con la actitud altanera de la chica al momento de conocerlos.

"Aunque debo admitir que se ve bastante linda cuando sonríe…", pensó, sintiendo algo de calor en las mejillas.

— ¿Cómo se sintió? —inquirió Amber.

"Especialmente por el hecho de que mataste a un Hilichurl utilizando un elemento, sin tener siquiera una Visión".

— Ah, no sudé ni una gota —respondió Sora automáticamente, aunque no tampoco deseaba parecer un presumido.

— Ahora que lo mencionas, ¿cómo es que los Hilichurls terminaron aquí arriba? —preguntó Paimon, llevándose una mano al mentón—. Estas criaturas no parecen ser del tipo que levantaría un campamento cerca ciudades como esta.

— Exactamente. Lo más normal en ellos es estar mucho más lejos, en las áreas salvajes e inhóspitas. Pero gracias a que ese dragón, Stormterror, ha estado merodeando por los alrededores recientemente, nuestros huertos están siendo destruidos y el mercado local se ha visto afectado.

Cuando las tormentas golpean, usualmente acabamos con algunas heridas menores, así que los Caballeros de Zephyrus han estado comprometidos haciendo lo mejor que pueden para defender el área.

— ¿Así que estas criaturas molestas se han estado acercando más y más a la ciudad? —inquirió la pequeña albina.

— Exacto. Dicho eso, limpiar este campamento ayudó a que el área sea un poco más segura.

Amber miró al viajero rubio a los ojos. Esta vez, su mirada sonreía tanto como sus labios.

— ¡Vengan conmigo! Una Caballera responsable debe asegurarse de guiarlos a la ciudad a salvo.

La chica se dirigió nuevamente al sendero por el que habían llegado a la colina, esta vez encaminando a los forasteros hacia Mondstadt. Estuvieron caminando cerca de media hora cuando Paimon se desvió del camino.

— ¿Qué es eso…? ¡Huele muy bien! —dijo, alejándose del sendero y aproximándose hacia una pequeña fogata que había a un lado del camino.

El estómago de Sora rugió sonoramente. Con todo lo ocurrido a lo largo del día se olvidó por completo de que ni siquiera había desayunado. Amber no pudo evitar reírse un poco, lo que causó que el chico se ruborizara.

— Descuida, es normal. Después de todo ya es cerca de mediodía. ¿Vamos a echar un vistazo?

El chico asintió tímidamente. Se sentía avergonzado de que su estómago hiciera semejante ruido, especialmente cerca de una chica.

— ¡Hola, Lynn! —saludó Amber a la chica que se hallaba cerca de la fogata, acomodando unas cajas.

— ¡Amber! ¿De nuevo en una misión? —devolvió el saludo Lynn, dejando las cajas y girándose hacia la exploradora. Paimon ya estaba en el pequeño campamento, observando la comida con descaro y babeando un poco sobre el césped.

— Acabo de terminar las tareas pendientes. Ahora me encuentro guiando a estos forasteros a la ciudad.

— Oh, ¿entonces ustedes no son de por aquí? —preguntó Lynn, observando a los aventureros con curiosidad.

— No, solo pasábamos por aquí —respondió Paimon, olfateando tan cerca de la olla que estaba siendo maleducada—. ¿Qué estás cocinando? ¡Huele bien!

Sora sujetó a Paimon por la capa de su ropa, alejándola de la olla caliente.

"¡Modales, Paimon!", pensó, no encontrando palabras para disculparse con Lynn. No obstante, la chica no parecía estar molesta en absoluto. Al contrario, lucía muy feliz de tener compañía.

— Ya veo. ¡Bienvenidos, viajeros! Soy Lynn, la experta en supervivencia del Gremio de Aventureros. Como pueden ver, estoy experimentando con algunas recetas nuevas.

"Come antes de partir". Es la primera regla en la "Guía de Supervivencia en lo Salvaje".

— ¡Un picnic! ¡Amo los picnics! —exclamó Paimon, flotando en círculos alrededor de la fogata—. ¡Mi compañero de viaje también es muy bueno cocinando! —añadió, señalando a Sora.

— S-Solo puedo cocinar algunos platos sencillos… —respondió Sora, rascándose la cabeza con timidez.

— Oh, bueno, tengo una olla extra por aquí —dijo Lynn, tomando su mochila y sacando algunos utensilios de cocina—. ¡Muéstrame lo que tienes! Además, siempre es bueno tener a alguien con quien practicar. Hay algunas setas y carne de ave en ese barril de allá. Trata de preparar una brocheta para mí.

— ¡Oh! ¡Yo también cocinaré! —interrumpió Amber, levantando una mano con entusiasmo—. Justo tengo un poco de carne de un jabalí que cacé esta mañana.

— E-Eh… Bueno, claro, ¿por qué no? —dijo Lynn. Sora notó que una gota de sudor bajaba por la frente de la chica.

Lynn colocó dos ollas más sobre la fogata, y se sentó a observar cómo el viajero y la exploradora cocinaban sus platos.

Después de varios minutos, Sora sintió un olor intenso y desagradable. Al mirar alrededor, notó que provenía de la olla que utilizaba Amber, la cual emitía una cantidad anormal de humo negro.

Una vez terminaron de preparar sus platos, se los presentaron a Lynn. Sora había preparado la brocheta de forma extraordinaria. El color, olor y textura de la carne y las setas era simplemente espectacular.

— ¿Está listo? —dijo Lynn, acercándose al plato de Sora—. Mmm… ¡Huele bien! Déjame probarlo…

Lynn dio una suave mordida a la brocheta. Su mirada se iluminó de emoción tras el primer bocado y, como si olvidara los modales con los forasteros, se terminó la brocheta en menos tiempo del que habría tardado Paimon.

— Hmm… ¡Esto está realmente delicioso! ¡Definitivamente tienes un don! —felicitó Lynn a Sora tras terminarse la comida.

— ¡Te lo dije! —respondió Paimon, cruzándose de brazos con orgullo, como si las palabras de Lynn fuesen para ella.

— M-Me alegra que haya sido de su agrado —dijo Sora, ruborizándose ligeramente. Era la primera vez que alguien que no fuera la glotona de cabello blanco felicitaba sus dotes culinarias.

— Con tus dotes culinarias, deberías tratar con platillos diferentes —añadió la chica, sacando algunas cosas de su mochila—. Tengo algunos ingredientes aquí. Pueden conservarlos como agradecimiento por esta deliciosa comida.

— ¡Gracias! —exclamaron Sora y Paimon al unísono.

— Hay un restaurante en Mondstadt conocido como El Buen Cazador. Vayan a visitarlo cuando tengan tiempo.

— ¡Lo haremos!

— ¡Oye! ¿No probarás lo que preparé? —reclamó Amber, algo dolida por estar siendo ignorada.

— Ah, eh… Claro, lo comeré ahora —dijo Lynn, visiblemente más nerviosa de lo usual.

El contenido del plato de Amber se veía como un trozo de carbón, aunque la otra mitad del filete aún conservaba el color rojo de la carne cruda. Aunque la chica se había molestado en añadirle un mondadientes con un pequeño lazo rojo a modo de decoración, eso no quitaba la apariencia de que comer aquello sería peligroso.

"Creo que Amber llevó el "término medio" a un nuevo nivel", pensó Sora, sintiendo algo de lástima por Lynn.

La chica cortó un trozo del filete, asegurándose de que fuera lo más diminuto posible a la vez que trataba de no aparentar querer evitar aquel plato en que Amber había puesto tanto empeño. Llevándose un trozo de aquella carne mal cocinada a la boca, Lynn masticó con dificultad. El crujir de la carne carbonizada era perfectamente audible, y al tragar la chica tosió un poco.

— ¿Qué tal está? —inquirió Amber, observando a la chica con atención.

— E-El sabor es difícil de describir… —dijo Lynn, limpiándose una lágrima que bajaba por su mejilla—. ¡H-Has mejorado mucho, Amber! ¡Te felicito!

— ¡Jejeje! ¡Gracias! Me alegra mucho que te guste —respondió Amber, sonriente—. Espero que puedas seguir probando mi comida y atestiguar mi mejoría.

Lynn palideció ante la propuesta. Parecía a punto de desmayarse.

— Sora. Di "aaaaah".

— ¿Eh?

Al girarse hacia Amber, el viajero vio que la chica sostenía un generoso trozo de carne con un tenedor, ofreciéndoselo.

"¡No quiero comer eso! ¡No se ve siquiera comestible! ¡Aleja ese veneno de mí!". Aunque estos eran sus pensamientos, en el fondo Sora no quería herir los sentimientos de la chica. Amber había sido bastante amable una vez confió en ellos, además de que los estaba guiando hasta su destino. No podía rehusarse a algo como probar algo que ella había preparado con sus propias manos.

— A-Aaaah… —Sora abrió la boca, cerró los ojos con fuerza, y se preparó para lo que viniese.

"¡Puaaaaj! ¡Es como masticar un tronco de madera quemada con termitas!".

— ¿Q-Qué te parece? ¿Te gusta?

Tragando con dificultad, Sora respondió:

— Está… delicioso… —respiraba agitadamente, y aún sentía aquella cosa raspándole la garganta—. S-Seguro conquistarás a cualquier chico con tu comida.

Amber no respondió. Se había quedado boquiabierta, y su rostro se tornó tan rojo como sus prendas.

— M-Muchas gracias, Sora. Me hace muy feliz que te haya gustado —dijo, sonriendo con sinceridad al viajero.

Paimon no sabía si contener la risa por la mentira tan descarada de su amigo o la furia que sentía por ver a aquella desconocida coquetear con su compañero.

— Creo que a Paimon le gustará probar un poco también —dijo el chico, señalando a la figura flotante.

"¿¡Qué diablos te hice, Sora!?", pensó Paimon, observando cómo Amber le ofrecía un generoso corte de carne.

La ventaja de todo aquello era que, al menos, Sora y Paimon ya no tenían hambre. Aunque tampoco es que pudieran comer algo después de haber destruido sus sistemas gustativos.


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