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53.84% Juego de Reyes / Chapter 7: Guerra a Tres Bandos

บท 7: Guerra a Tres Bandos

De pie, observando desde la muralla, Sylvanas dirigió la mirada al territorio amazónico. Una mirada confiada a la vez que curiosa se formó en el rostro de la joven arquera quien por momentos dirigía sutilmente la mirada hacia el este, sus ojos no alcanzaban a cubrir tales distancias, la planicie y los cerca de veinte metros de muralla le facilitaban el trabajo, vislumbrando las siluetas de los Baldíos de Marduk. Suspiró, descubriendo su cabello de la capucha a la vez que bajaba la mirada con pesar.

—Todo listo, Lady Sylvanas —anunció Rubik, sacándola de sus pensamientos con el golpeteo de su bastón en el suelo.

—¿Cuántos tenemos? —respondió la regente, volteándose hacia el hechicero con desgana.

—Poco más de quinientos.

—¿Y armas?

—Suficientes para unos seiscientos, el problema es la falta de tropas que puedan usarlas.

—¿Tenemos posibilidades ante un asedio?

—Solo usted sabe la respuesta Lady Sylvanas, después de todo, usted es nuestra reina, ¿no?

—¿Siempre te quitas los problemas de encima de ese modo Rubik?

—Estos son problemas de los gobernantes Sylvanas.

—Y la preparación de la guerra es cosa de los estrategas.

—Ya claro, buenas noches.

El paso de la noche fue tranquilo para Silva, al menos en apariencia. Debido a la posibilidad de asedio, Sylvanas decretó un toque de queda y organizó una guardia nocturna con los pocos guardias leales que aun quedaban, la cual supervisó personalmente entre las sombras. Por otro lado, Amazonia tenía sus propios asuntos que resolver, Mirina y Kaldar continuaron la orgía ritual, ahora con las guerreras más jóvenes dejando a las más experimentadas el culminar la construcción de cuatro puestos de avanzada en los alrededores de la ciudadela, unidas a la misma por una serie de canales que guiaban el barro negro hacia vasijas en el centro de cada puesto, siendo custodiadas por las vigilantes, guerreras nacidas del barro mismo, expertas en el manejo del chakram, desprovistas de emociones o cualquier atisbo de empatía código de honor y misericordia, nacidas solo con el propósito de custodiar aquel líquido. Silva fue el primero en ser bañado por la luz, la cual con un suave y cálido abrazo despertó a una agotada Sylvanas en lo alto de la muralla, agotada pero satisfecha al ver como alrededor de toda la muralla se alzaba un millar de muñecos de práctica, armados con lanzas y escudos, se alzaban para custodiar la ciudad.

—Está hecho —Comentó agotada, tras ver a Rubik acercársele.

—Buena idea elfa, pero ¿quién las usara?

—Tú mismo Rubik, quiero que vuelvas a estos maniquíes en duplicados de todos nuestros soldados, que cargues las balistas con virotes en llamas y dispara a mi señal, quiero darles una sorpresa.

—Creo que pides demasiado mujer, solo domino la.

—No te hagas el idiota, estaré cansada, pero tengo buena memoria —interrumpió la arquera —esa ballesta que usaste hace poco es igual a lo que te pido ahora, una ilusión, simple y efectiva.

—¿Y luego qué Sylvanas?, ¿qué piensas hacer una vez Ulster se dé cuenta del engaño?, incluso con un bombardeo así no ganaras un asalto.

—¿Quién ha dicho que lo ganaremos nosotros?

—Si estás pensando en Kaldar, espero estés preparada para las consecuencias de que traerá eso.

—Acaso importa, acabo de conseguir esta ciudad, no la pienso perder, y si no es mía no será de nadie.

Rubik solo sonrió. De pronto el estridente llamado del cuerno de guerra levantó a las defensas: nómadas, comerciantes, taberneros, alfareros y cazadores; todos y cada uno de ellos se posicionaron sobre la muralla, en el lado opuesto de los maniquíes, viendo con temor la lenta y pesada marcha de la armada de caballeros de Ulster avanzando hacia la periferia de la ciudad. Rubik no se equivocaba, los hombres que tenían en frente no eran más que páridas, soldados de bajo costo y mercenarios, protegidos por gruesas corazas y cotas de malla, sí; pero al fin de cuentas soldados toscos y liderazgo nulo. Por su parte Sylvanas presto atención al jinete que los comandaba, armado con un enorme kanobo y vestido con placas de madera y cuero revestido en cota de malla y una mascara semejante a la cara de un ogro.

—Regente de Silva, el imperio de Ulster exige la entrega de la ciudad según lo pactado en los Designios de Marduk, rendíos y morid —exigió el general.

—Dale un mensaje a tu rey, guerrero. Desde hoy Silva vuelve a permitir el uso de magia dentro de sus dominios, así mismo declara la guerra a cualquier nación que se atreva a negar nuestras políticas arcanas incluido Ulster —anunció Sylvanas arco en mano.

—Eso no tiene sentido, ¿Quién eres y donde está el regente Archibald?

La respuesta llego en una bolsa de cuero arrojada por Sylvanas a las manos del general, quien con desinterés lo lanzo al suelo mientras volvía la mirada hacia la encapuchada elfa.

—Espero eso disipe tus dudas, general, hagan el favor de retirar las tropas de mis fronteras, estoy perdiendo un poco la paciencia.

—Mátenla.

Sylvanas bajo la cabeza. Una fugaz lluvia de virotes bañados en fuego abisal cayó sobre el ejército de Ulster incinerando el terreno en el verde fulgor de las llamas, en su centro una enorme barricada hecha de escudos contuvo los virotes de las balistas, volviendo la sonrisa de la elfa en una mirada de fría rabia al tensar su arco antes de que se desatara el caos. De repente un grupo de poco mas de treinta lanceros salió de las murallas fortificándose a las puertas de la ciudad contra los cerca de novecientos hombres.

La sangre corría con cada asalto de Ulster, los lanceros mantenían a ralla a los guerreros gracias a las barricadas de arena y piedra hecha por los alquimistas, esto mientras Sylvanas descargaba una lluvia de flechas y virotes ardientes. Demostrando su dominio del Arco la joven elfa atravesó la visera en los yelmos y cráneos de los atacantes con cada una de sus flechas, pero la diferencia numérica la abrumaba, eliminó a diez, luego a veinte, luego a treinta, pero era inútil, habiendo agotado dos de sus aljabas apenas había logrado mantener a los lanceros tras las barricadas, asolados por los fueros golpes de las mazas y espadas de los caballeros, quienes de apoco los hacían retroceder. Fue entonces que una segunda andanada de virotes abisales acompañados por las flechas sombrías de Sylvanas lograron diezmar la avanzadilla de Ulster con una intensa explosión a costa de debilitar considerablemente las barricadas, una gran oportunidad para el general quien con una rápida embestida de su caballo y un golpe de su báculo de hierro destrozo por completo las fortificaciones, poniéndose a la cabeza de sus tropas. Los huesos no tardaron en crujir ni la sangre en brotar con las primeras arremetidas del jinete, aplastando los cadáveres de los insensatos que se quedaron detrás.

—Ya fueron suficientes juegos.

Afirmó el general dándole su arma tres de sus hombres, los cuales la usaron como ariete, arremetiendo una y otra vez contra las puertas, con tal fuerza que hasta Rubik logro escuchar los estruendos desde el centro de la ciudad, fue entonces que desapareció y junto a este las la lluvia de virotes que apoyaban a Sylvanas.

—Supongo que no estás aquí por una dama Rubik —comentó Kaldar, acariciando la cabellera de una de las amazonas dormida en su regazo en lo alto de la pirámide.

—Bromas aparte en otro momento estaría encantado, pero ahora tenemos asuntos urgentes, Kaldar.

—Urgentes para ti hechicero.

—¡Déjate de juegos monarca del caos! —gritó Rubik, mostrando una atroz colera manifestada en el verde fulgor de sus ojos.

—Te aconsejo relajes hechicero, estas en mis tierras.

—Me relajare en cuanto actúes como se espera de un familiar.

—Rubik, tu mismo lo dijiste, Sylvanas no tiene conocimientos de magia ritual, ¿crees realmente que ella hizo que mi esencia se hiciera presente?

—Se que no fue ella, no soy un idiota, solo completó el ritual de los caballeros del lobo antes de inmolarse, dudo que lo primero que llamaran en ese ritual fuera a ti así que en alguna medida estas vinculado al contrato de Sylvanas.

—Muy perspicaz, ahora dime, ¿Qué les trae problemas ahora mismo a su gente?, puedes hablar con confianza, Mirina esta con las jugueteando con las otras hembras y esta —señaló a sus piernas —esta mas dormida que un perezoso.

—Quiero que te ciernas al plan, ayuda a tu señora y anexa Amazonia a Silva.

—Muy bien Rubik, jugare con ustedes hasta que las cadenas terminen por volverse cuchillas.


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