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76.47% ANDREA QUIERE ABORTAR / Chapter 13: DÍA 12: Lunes Dieciséis del Seis.-

บท 13: DÍA 12: Lunes Dieciséis del Seis.-

Despertaron con el despertador, abrazados en el rincón de la cama que los perros le dejaron, Gatito ya no estaba sobre el cuello de Cooper, estaba estirado sobre Eliodoro, junto a Conan.

- ¿Cómo te sientes?

- Bien.

- ¿Ningún malestar?

- No – respondió con pena, levantándose para ir al baño.

Andrea se revisó, incluso se metió los dedos y no encontró sangre. Le sirvió comida y agua a los animales, luego los dejó salir a la terraza, Gatito iba sobre Eliodoro, ella no lo dejó salir y lo colocó en el piso, en el sector donde llegaba el sol.

Afuera era un bello día, parecía primavera.

Entró a la habitación a abrir las ventanas, corrió las ropas de camas y ventiló, se disponía a limpiar el piso de la terraza interna cuando Cooper la interrumpió.

- No puedes hacer fuerza – dijo quitándole la máquina para lustrar pisos.

Una ráfaga de viento movió olas de hojas verdes de ápice agudo y piñones cafés brotados de verde, avanzando por el aire, acumulando velocidad contra ellos, Andrea se colocó tras Cooper, escondió su rostro contra su espalda y cerró sus ojos esperando que todo pasase.

Cooper intentó moverla para que viese las majestuosas olas rompiendo contra las jardineras, enterrando hojas y piñones en la tierra, frente una hermosa playa de arena negra y mar verde.

Ella salió de atrás de él, posicionándose debajo de su brazo, él la miró sonriente y tranquilo, acariciando sus hombros y motivándola a perder el miedo, el viento perdía fuerza y con eso el oleaje desaparecía.

Andrea se fue a desayunar, Cooper regó sus nuevas plantas.

- Hablé con un colega, creo que lo conoces, es el doctor Urribarri.

Andrea siguió comiendo.

- ¿Qué más tengo que hacer para que seas feliz?

- Tengo sueño – dijo yéndose al dormitorio, sin terminar de comer.

- ¿Le digo que no iremos? ¿Le pido que venga acá? ¿Te quedarás acostada el resto del embarazo? ¿Qué, Andrea, qué? Algo me tienes que decir, no puedes seguir en esta penumbra, pasa y pasa el tiempo, pero nada haces, nada me dices.

- Solo quiero dormir.

- Andrea, basta.

Inmutable Andrea evitó mirarlo, manteniendo una expresión rabiosa contra algún punto de la pared.

- … Andrea… no te pongas así.

- Ándate a trabajar.

- Hoy es domingo.

- No, hoy es lunes.

Cooper debió revisar su teléfono para asegurarse.

- Puedo faltar.

Volvió para encontrarla con los ojos cerrados, pero no dormía. La televisión prendida y ella acostada fingiendo dormir. Cooper colocó la televisión en silencio, hablaban sobre el accidente de Anais, los frenos del otrora auto de Cooper fallaron haciéndola chocar contra la Araucaria que terminó aplastándola, ambas murieron en el lugar.

- Quiero que me acompañes a un lugar.

No.

- No puedo llevar solo a los perros y Gatito a control. Conspirarán en mi contra. Me asesinarán mientras conduzco.

¿Control?

- Los animales van a controles veterinarios y quiero que los bañen por el tema de las pulgas… mira, estoy todo picado… iré a comprar veneno también, tengo muchas cosas que hacer, necesito ayuda. Aparte necesito unos antecedentes que me pidió mi colega, el de las prótesis ¿Recuerdas que lo conversamos?

- Me voy a enojar si me estás engañando.

- Jamás te engañaría.

Engañada se la llevó a la Clínica Cristiana, donde se estacionó.

- En mi defensa no te engañé, de verdad tengo que hacer todo lo que te dije, pero esto urge más y es más tu culpa, me fuerzas a hacer estas cosas… que a esta altura ya no te deberían sorprender – dijo desabrochando su cinturón de seguridad – Princesa, puedes afrontar esto como una niña y te trataré como tal; o puedes enfrentar como una mujer y ganarás mi respeto…

Y eso es súper valioso.

- …pero no puedes no afrontarlo – tenía razón - Los compensaré luego, a todos ustedes, llevándolos a un picnic al Cajón del Maipo… te gustó esa idea…

- No me trates como a una niña.

- Entonces no te comportes como tal.

- No quiero que me examinen.

- No es para eso que te traigo.

Que Él se bajase no la obligaba a bajarse.

- Si me acompañas te compro un helado. No, no se asuste. Acá estoy yo para cuidarla. Nada malo pasará.

- Deja de hablar con ese tono de voz, me molesta.

- ¿Qué tono de voz? – preguntó con ese tono de voz - ¿Quién es la princesa más preciosa que tengo?

- No soy tu hija – dijo bajándose enojada de la camioneta.

- Entonces no me vuelvas tu padre, pues ambos sabemos que lo disfrutaré y cuánto me costará salir de él… Seré honesto Andrea, este tipo de comportamiento tuyo me quita todas las pasiones, me recuerda lo niña que eres y no creo que tú quieres que me comporte como debería hacerlo frente a una mujer de tu edad ¿Cierto? Quizá es injusto, pero bien podemos ser papá e hija o puedo ser tu esposo, puedo ser ambos, siempre y cuando la ambigüedad de nuestra relación se mantenga equilibrada entre la…

- Ya, cállate. Voy contigo, solo deja de hablar.

Llegaron a neonatología.

Le ofreció su brazo, pero ella lo negó.

En una habitación llena de bebés, una pareja tenía un bebé cada uno. La parejita que Cooper tuvo la intención de adoptar. Al verlo fueron donde él a saludarlo, los dos emocionados al poder llevarse a los niños a casa.

- ¿Todo bien?

- Sí.

- Excelente… les cuidamos sus retoños lo mejor que pudimos.

- Nos dijeron que estaba de vacaciones doctor…

- … sí, algo así, vine solo por ustedes.

- No los esperábamos hoy, menos tan intempestivo, nos dijeron que sería en dos semanas más…

- …es en dos semanas más, así que si les preguntan cualquier cosa, ustedes esperan dos semanas para decir que tienen a los niños.

- Gracias Doctor – dijo la mujer saliendo de la sala y poniendo los bebés en un coche – Creí que éste día nunca llegaría… - la mujer abrazó a Cooper - … gracias por todo.

- Hasta luego doctor – dijo el esposo estrechando su mano.

Andrea miró incrédula a Cooper y él solo sonrió.

- Ah, lo siento. No se las presenté. Ella es Andrea, mi mujer.

- Lo vimos en la televisión, pensé no era cierto – dijo titubeante la esposa saludándola en un esfuerzo sobre humano por dejar prejuicios y sensateces de lado - ¿Cómo va todo? – le preguntó a Andrea.

- Mejor, gracias.

- Me alegro mucho, mis oraciones han sido puestas en ti… en ustedes, el doctor Cooper tiene mi dirección, si alguna vez necesitas algo…

- Gracias.

- Cualquier cosa, en serio.

- Gracias.

Cooper continúo la conversación con burocracia y cuidados médicos, despidiéndose con la promesa (que cumpliría) de seguir en contacto con los pequeños… a la vez dejando a Andrea sola en el reino de las pequeñas personitas.

Exploró el lugar con miedo, no tomaría a ninguno de los niños, algunos de ellos lloraban pero otros estaban tranquilos, algunos eran preciosos y otros eran abominaciones.

Tras una ventana de vidrio, familiares contemplaban felices a los nuevos integrantes de la familia, felicitándose entre sí, sin lógica alguna ¿Por qué expeler a otro humano era motivo de felicitación? No era un logro.

- ¿Has tomado en brazos a un bebé? – irrumpió tras ella, asustándola - Venga – dijo Cooper ayudándola a ponerse los delantales de enfermeras y pasándole un bebé, ayudándola y corrigiéndola para que no le hiciera daño, sin alejarse.

- ¿Qué estás haciendo?

- Tengo que estar cerca para afirmarlo por si se te suelta.

- Por si lo boto… - corrigió Andrea sin equivocarse, Cooper temía alguna reacción que pusiera en riesgo la integridad de los niños, algo que ella jamás haría.

Cuando Cooper notó que Andrea hacía su mejor esfuerzo por mantener al niño bien, a pesar de la completa carencia de instinto maternal se relajó sobre la seguridad de ese bebé en particular, más temió que esa acción no despertase nada en ella, él creía que era algo intrínseco en todas las mujeres, ahora se descubría equivocado… quizá eso le pasaba por que no era de ella… se colocó un pañal sobre el hombro y recibió de vuelta al niño acariciando su espalda.

¿Cómo Cooper podía disfrutar tan miserable labor?

No podía ser tan feliz sacándole los gases a un bebé.

¿Quién se puede alegrar con algo así?

Luego de un rato Cooper lo dejó de vuelta en la cuna.

Bajaron a la cafetería, él compró un montón de cosas y una caja de bombones, se la pasó sin siquiera mirarla, ella las recibió impávida.

- No fue tan terrible.

Ella no respondió.

Pasó al mall a comprar otras cosas, dejándola en la camioneta a cargo de los animales.

Condujo varias horas con dirección al Cajón del Maipo. Se detuvo en un claro y la invitó a bajarse, sacó un morral que cruzó en su cuerpo, las bolsas, bajó a los perros y sacó a Gatito del canil para meterlo en el bolsillo de su chaqueta.

Buscaron un claro con árboles y pasto, Cooper dejó a Gatito con Andrea y los perros sentados bajo un árbol, armó un cerco con las barreras recién compradas, les colocó agua, comida y colchonetas. Los animales corrían y jugaban mientras Gatito intentaba escalar un árbol bajo la mirada atenta de Misifú y Loba.

Le colocó su chaqueta sobre los hombros y la ayudó a sentarse al borde de lo que antes fue un puente ferroviario. Abrió su bolso y le pasó galletas, ella se alegró y las abrió ofreciéndole, él lo rechazó con la mano, no era bueno para los dulces. Luego de eso sacó su ordenador y colocó una presentación, en la pantalla una criatura amorfa, de desagradable aspecto.

- Tu bebé es este… esa es la fotografía que se le tomó el día que nos conocimos, si te das cuenta… incluso para su corta edad es bastante bonito – Andrea difería - ya tiene forma de guagüita… A medida que avancen las semanas – dijo moviendo la flecha y mostrando distintas etapas de la gestación - va a crecer hasta que aquí ya es un bebé completo y nace. Estos son los bebes que viste irse con sus nuevos papás… no sabemos quién los abandonó, dio un nombre falso, apareció al borde de parir sin documentos y se fue antes que alguien pudiere confirmar algo. No pudo ser fácil abandonar a sus hijos; al menos lo hizo en un hospital donde se aseguró no morirían y seguro creyó sería más fácil su adopción… Se equivocó, pero no por maldad, sino por ignorancia.

Puso música y dejó el computador a un lado.

- Tengo sed, quiero irme de aquí… quiero ir a tomar algo.

Él sacó de su bolso una botella de agua y se la pasó.

Ella lo miró derrotada, no sabía que otra cosa podía decir para irse de allí. Así que se acurrucó a su lado y él la abrazó.

- El aborto en Europa y los países "desarrollados" se ha transformado en un negocio, tú le pagas a una empresa para que mate a tu bebé y esto es aceptado, es un signo de desarrollo… ¿Sabes lo que es integración vertical?

- No.

- Es el nombre de la asquerosa estrategia comercial dentro de las farmacéuticas, es crear productos basándose en necesidades que ellos mismos crean; por ejemplo, crear un medicamento que es necesario para una enfermedad pero que daña la flora intestinal, así que ellos te venden también el recubrimiento, pero ese otro medicamento hará que te duela la cabeza, así que ellos también te venden eso… y así sucesivamente… cualquier cosa que se vuelva un negocio generará esto, el tema de los abortos no es una excepción…

Ella comenzó a pelar la etiqueta del agua.

- Siendo tu esposo, el niño que nazca será hijo mío… no me importa que no sea mío de sangre, esas cosas no me importan, yo lo cuidaré y lo querré como si lo fuese, quieras tú o no hacerte responsable de él. Yo puedo ser papá soltero y seré un buen hombre para ustedes dos… entiendo lo que significa para ti lo que te estoy pidiendo, lo difícil que es, pero esto me haría el hombre más feliz ¿No me amas acaso? ¿No quieres verme feliz?

Ella asintió.

- ¿Alguna vez he tomado una decisión buscando perjudicarte? Sin duda he cometido errores pero siempre ha sido buscando tu bienestar. Solo quiero hacer lo que es correcto.

Andrea levantó su vista y acarició el costado del rostro de Cooper, luego besó su mejilla y se acomodó para poder hablarle, sin dejar de mirarlo a los ojos.

- Cuando una madre rechaza a un hijo, el hijo lo siente desde antes que sabe lo que significa sentir, ese niño nunca será feliz y esa madre tampoco. Si yo tengo a éste niño no será porque lo quiera a él, será porque te quiero a ti; eso no es justo para él, para mí y ni si quiera para ti. Nosotros nos conocemos hace una semana y tú me estás pidiendo que cambie el resto de mis días por ti.

- Yo he cambiado toda mi vida por ti.

- Sí, pero tú querías éste cambio, lo andabas buscando… yo solo fui la primera que apareció.

- No, no funciona así, todo esto lo he hecho por ti.

- Ya… pero cada vez que vea a ese niño recordaré lo que no pude hacer por su culpa pero luego yo sentiré la culpa de odiarlo, ese pobre niño tendrá que vivir por siempre entre ese umbral amor odio mío… no es justo.

Ella se tiró atrás a mirar el cielo, él se acomodó a su lado, los dos se tomaron de las manos y él besó su frente, volvieron la vista al cielo.

- ¿Te has sentido feliz desde que me conoces?

- Han pasado muchas cosas desde que te conozco.

- Lo sé, princesa, pero en algún momento has sentido un momento de felicidad absoluta, desde que me conoces.

- Supongo que sí, no me malentiendas, a tu lado he sentido lo más cercano a la felicidad que creo estoy capacitada para sentir… no recuerdo cuando no me sentí miserable.

- ¿Has pensado en dañarte?

- ¿Otra vez con el tema de los suicidios?

- Ajá ¿Eso ha cambiado en los últimos días?

Ella suspiró.

- Cuando estaba encerrada en el closet pensé en quitarme la vida, tenía el cuchillo en la mano… pero no fui capaz.

- Quizá es necesario tomes antidepresivos.

Ella lo miró con pena y asintió.

Reposaron en silencio un largo rato.

Llevó a Andrea a la Fundación, le dio un tour por el lugar, el cual era acogedor y grande, era una comunidad de familias cuidándose entre sí, poco tenía de hospital psiquiátrico o casa de acogida, era un lugar lleno de vida… tampoco era la secta que Andrea imaginó, donde se le rendía culto al Doctor Cooper, la verdad era que a simple vista él parecía ser más una imagen que un verdadero trabajar de aquel lugar.

Organizó un taller grupal voluntario y mantuvo a Andrea a su lado para que escuchase las experiencias de las otras mujeres.

Ella escuchó historias de mujeres que dieron en adopción y desde allí no veían a sus hijos, otras que seguían en contacto con ellos a pesar de que eran criados por otras familias, otras que decidieron tener y cuidar a los niños, viniesen de violaciones, descuidos o malas decisiones, decenas de distintas historias en donde el miedo era la palabra repetitiva.

Andrea entendió de dónde venían las "verdades absolutas" de Cooper, venía de escuchar los relatos de esas mujeres.

- … No creo que esto le guste al Doctor Cooper escuchar – dijo una mujer con su niño de tres años entre los brazos, mirando a Andrea – pero yo hasta antes de optar por la vida, despreciaba el aborto, me parecía una cobardía, pero ahora que soy mamá, sé lo difícil que es… todo, y respeto la decisión que tomen las otras mujeres, no me siento mejor o peor que ellas por yo haber optado por la vida y ellas no… somos nosotras las que tenemos que criar al niño, no ellos… el papá se dedica a trabajar y todo el peso cae en la mamá.

Todas las muchachas miraron al Doctor Cooper preocupadas, incluso Andrea, él no dejó de mantener su previa expresión, que era de mucha seriedad y paz.

- Elena ¿Alguna vez le he dicho algo que la haga creer su opinión no es válida?

- ¡No! No era eso lo que quise decir… pero nosotras sabemos lo que usted piensa… es solo sobre este tema, sobre lo demás no hay problema.

No era lo que el Doctor Cooper quería escuchar, pero lo disimuló con la mejor de las actuaciones.

- ¿Preferirían seguir hablando esto sin mí?

- Sí – dijeron varias, sorprendiéndolo.

- Señoritas – dijo poniéndose de pie y sonriendo amable – hablen con confianza. Por favor cuando terminen, encaminan a Andrea a mi oficina.

La sensación de traición le duró hasta que llegó a su oficina, allí lo esperaban sus perros y Gatito, se sentó en el sillón abrazando al gato que se paró sobre su hombro como un perico y abrazándolos esperó a Andrea.

Andrea no escuchó nuevas historias, solo nuevas opiniones, a favor y en contra de la opción pro vida y de la opción pro elección.

Fue abrumante y agotador.

El camino de regreso fue durmiendo.

Al anochecer Cooper la despertó, estaban fuera del Hospital Del Paso.

- Lo siento, princesa, pero tengo dos paradas más y terminamos… te pedí solo un día, el día aún no termina… luego puedes seguir acostada un mes.

Ella lo acompañó.

Caminaba cada uno por su lado, a poca distancia, pero ninguno de los dos sentía ganas de afirmar del brazo o de la mano al otro.

Le presentó a la señora Cecilia, a quien le explicó de forma escueta la situación y le pidió por favor que le contase su experiencia. Le dijo en repetidas ocasiones que si esto la incomodaba, él se iría sin insistir. La señora Cecilia quería hablar con Andrea, solo por eso aceptó.

Cuando Andrea salió Cooper le pidió lo esperase un momento y pasó a hablar con la mujer.

- ¿Cómo ha estado?

- Bien, aunque me pregunto por qué sigo aquí si me siento tan bien.

- Cuando salga de acá irá a la cárcel.

- ¿y ya no está tan seguro que sea eso lo que me merezco?

Él negó.

Cuando llegaron a la ciudad Andrea no supo donde la llevaba hasta que la puerta de un departamento sucio se abrió y estaba Marcela en ropa deportiva, sin maquillar y con el pelo tomado.

No los dejó pasar y los atendió en el pasillo.

- ¿y por qué tendría que hacer yo eso?

- Sororidad quizá.

- Ya, pero sólo a ella, tú esperas acá afuera.

- No tenía interés alguno por entrar.

- Me alegro, porque te quedarás acá.

- ¿Te estás tomando los medicamentos cierto?

- Sí, sí… - dijo cerrándole la puerta en la cara y sentándose en un sillón, invitando a Andrea a sentarse a su lado.

El departamento de Marcela estaba ordenado pero sucio, lleno de polvo y un olor asqueroso que impactó a Andrea, quien sin darse cuenta limpió cada cosa donde se apoyó o se sentó.

- Mira Andrea, Cooper te trajo para meterte miedo, decirte que éste es tu destino si abortas. Te miente, no todas las mujeres terminan con traumas, casi todas siguen sus vidas y nunca más vuelven a abortar. Lo que pasa es que las estadísticas que manejan, son de las que buscan ayuda, de las otras no tienen como catastrarlas pues al menos en Chile todo es secreto…Esto es algo que se hace una vez y luego tomas todas las consideraciones necesarias para no tener que hacerlo, no es algo bonito o sencillo pero no es el fin del mundo.

Ambas guardaron silencio, la conversación llegó a su fin pero Andrea seguía allí, sin ganas de alejarse de Marcela.

- Cooper quiere que tome antidepresivos…

- ¿Cup, diagnosticando medicamentos?

- ¿Eso es raro?

- Sí. Bastante.

- Pero tú tomas pastillas.

- Por supuesto, tengo esquizofrenia, Cooper también da anticonvulsivo a los epilépticos; Él medica las enfermedades, no las emociones – pensó unos segundos - Si no ves la caja y llega con una maquinita, seguro te está dando placebos.

- Espera… Creí que Cooper curó la esquizofrenia.

- Yo soy la excepción, somos pocos los que nacimos esquizofrénicos, me sobran dedos de las manos… para nosotros no hay cura, aun.

Sonó una alarma, Marcela le pidió un minuto y se tomó sus pastillas, volvió al rato y se sentó adormilada.

- Lolita, tú tienes lo que él quiere, lo que él por sí mismo no puede tener, la capacidad de recrearse, está viejo, en unos años más no tendrá energías de crear un nuevo o nueva Cooper…

- Te recetó antidepresivos también.

- ¿Me estás escuchando? – suspiró - Sí, me los recetó, es porque una de mis voces tiene depresión maniaca.

Andrea seguía con problemas para comprender la enfermedad de Marcela, antes conoció gente con el mismo mal pero no eran así, parecía que ella era capaz de manejar el límite entre la lucidez y el descarrilamiento, disfrutando de moverlo como una cuerda de saltar.

- ¿Escuchas las voces así como escuchas mi voz?

- Sí, aunque en ocasiones no son frases pero son personas que hablan pero si es que lo hacen es en un idioma que no entiendo o bien es una palabra que repiten, en ocasiones es la misma canción repetitiva; molesta pues no puedes pensar, no consigues concentrarte, son decenas y tienen una opinión para todo, siempre tienen algo que decir sobre lo que haces. Tu voluntad y tus pensamientos se ven opacados por estas voces, insisten tanto que les encuentras la razón, haces lo que te piden para que se callen, es más fácil, pero incluso cuando haces lo que ellos quieren, siguen criticándote. Nunca guardan silencio… Las pastillas, en mi caso, controlan las alucinaciones pero no las voces, solo hacen que esté cansada como para prestarles atención, pero eso es cómodo. Tú sabes de lo que hablo, apagar nuestro cerebro y dejar que otro tome las decisiones por ti es liberador.

- Yo pienso por mí misma. Soy libre.

Marcela la miró con lástima.

- No. Tú estás en un régimen de dominación estable. Él te domesticó, era esperable, él tiene moral de esclavos y tú tenías de amos, te hizo ama y esclava de ti misma… y ahora adormilará esa parte aun ama de sí misma y tu llegas acá de su mano a escuchar mi voz darte una opinión, otra voz más que no te deja pensar por ti misma… debes estar cansada a esta altura y él lo sabe, él también está cansado… eres admirable, nunca una mujer se le resistió tanto en darle lo que quiere… pero que tu estés aquí contándome que vas a tomar pastillas para no sentir la tristeza más que justificada que sientes, es porque él ya ganó, no creas que lo hace con maldad, eso es lo que más confunde, él lo hace por bondad… Sin embargo, lo que es bueno para él, no necesariamente es lo que es bueno para ti.


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