Esta noche las criadas del palacio de Rebecca corrieron a informar al rey sobre el parto de Rebecca, el rey salto de su cama y ordeno a el mayordomo traer a la señora Peregrin la partera, pronto se convirtió en el chisme que hablaron los sirvientes en el castillo.
Cuando la señora Peregrin llego al palacio de Rebecca con sus dos asistentes comenzó a ayudarla en el trabajo de parto, pronto paso la noche y el bebé todavía no nacía, Enrique caminaba de un lado al otro fuera de la habitación de Rebecca.
"¡Ya nació!"
Grito la partera y Enrique que estaba afuera de la habitación entro de inmediato, cuando se acerco a la señora Peregrin le pregunto con emoción.
"¿>Cómo esta?"
Con una cara preocupada la enfermera revisó al bebé y después de verificar su condición le felizmente dijo al rey.
"Él niño no llora pero esta respirando y esta sano, ¡Felicidades su majestad, es un niño!"
"¡jaja!..."
Cuando el rey se reía de felicidad por el nacimiento de su hijo al lado de Rebecca, la luz en la habitación aumento repentinamente, y el bebé abrió los ojos, en su cuerpo había una dignidad majestuosa como de un antiguo monarca que despertó de su sueño.
Todos se pusieron rígidos y miraron al pequeño bebé en brazos de la señora Peregrin, ambos brazos tenían una marca de espada cimitarra una azul verde y una roja, de el cuerpo del bebé se podía ver un aura de color morado, Enrique y Rebecca abrieron mucho los ojos y se sorprendió por el extraño suceso que mostraba su hijo.
Después de unos segundos el bebé parpadeo y todos los sucesos extraños desaparecieron como si nunca hubieran sucedido, miraba a todos con curiosidad.
La señora Peregrin se sorprendió por los sucesos pero nunca soltó al niño ella estaba acostumbrada a que los niños nacieran y dieran estos extraños sucesos pero no eren tan extraños como el que sucedió con ahora.
"¡Felicidad su majestad, Felicidades mi reina!, ¡su hijo es muy bendecido!"
Con una sonrisa en cada uno de sus rostros Rebecca y Enrique se miraron y se besaron.