-¿Papá, enséñame magia?- preguntó Elrond.
En estos momentos iban por la vereda, de camino a la casa de Tsubaki mientras el muchacho repetía lo mismo una y otra vez. Al parecer, la pequeña demostración de sanar a ponpon lo había dejado impresionado. Por otro lado, para hacer el viaje más corto, Kain llevaba a Elrond en un brazo y a ponpon en el otro.
-Ok, te dije que te enseñaría- respondió Kain -pero debes esperar a que tengamos tiempo-
-¿Cuándo es eso? ¿Mas tarde? ¿a la noche? A la noche no puedo, mamá Isabel dice que es malo que me quede despierto-
Kain sonrió al escucharlo tan insistente y le dio un beso en la frente -cuando volvamos a la casa lo pensaremos juntos ¿Bien?- dijo
-Bien, es una promesa-
Kain cruzo los dedos para que más tarde no se acordara, pero con lo entusiasmado que estaba el niño, lo más probable es que insista hasta que le enseñen. Kain soltó un suspiro y se dijo que esto era mejor a que ande dando botes sin rumbo. Después de por fin finalizar la pequeña discusión, Kain avanzo por las calles hasta el distrito de Hephaestus. Como siempre, los hornos estaban trabajando a plena capacidad y las chimeneas soltaban tubulares nubes de humo gris. El tañido de los metales se había vuelto aún más constante que otros años, parece que la herrería estaba de moda en Orario. Bueno, ahora estaba el hecho de que una gran cantidad de familias estaban creciendo y necesitaban un amplió suministro de armas. Sin Hera ni Zeus presentes, ya no había nadie que acaparara a los mejores aventureros. Por otro lado, los aventureros prometedores se estaban desarrollando poco a poco, un ejemplo de eso eran los ejecutivos de la familias Loki y Freya.
Una vez que Kain llego a la casa de Tsubaki, abrió un portón metálico, ignoro la casa y se dirigió hacia el galpón a la izquierda del terreno. El edificio era alto, de un solo piso y olía a carbón todo el tiempo. Se escuchaba el tañido de metales producido por el golpeteo constante del martillo. Dicho sonido agrado a Kain, su segunda discípula estaba mejorando a pasos agigantados. Mikoto podía quejarse de muchas cosas, pero Tsubaki era su orgullo, alguien que la había superado en técnicas de forja a una edad temprana.
Las puertas del galpón estaba abiertas de lado a lado y en cuanto Kain paso por el umbral, se encontró con un muchacho sosteniendo unas grandes tenazas con las cuales sostenía un metal al rojo vivo sobre un yunque. Por otro lado, Tsubaki golpeaba el metal con un gran martillo. Cada cuatro martillazos, el muchacho daba vuelta el metal y Tusbaki volvía a golpearlo con el mismo ritmo y técnica. Kain y Elrond se quedaron mirando a Tsubaki y la esperaron hasta que terminara. El único que parecía molesto era ponpon, que al parecer le molestaba el tañido, así que se refugiaba en los brazos de Elrond.
Una vez que termino Tsubaki, levantó su rostro y miró a las visitas. Tenía la piel aún más morena que cuando era niña y en ese momento le corría el sudor por la cara. No obstante, se preocupó al ver a Kain frunciendo el ceño. Se miró a sí misma y entendió el porqué, solo estaba utilizando el sarashi sin nada encima.
-Paolo- dijo Tsubaki recomponiendo su sonrisa -tómate un descanso, tengo visitas-
El muchacho de pelo rubio apelmazado, asintió y después se fue a una esquina a beber agua.
-¿Qué te trae por aquí, viejo?- pregunto Tsubaki mientras se acercaba. Una vez que llego frente a Kain, se acercó a Elrond y le dio un pequeño beso en las mejillas. Después miró a Kain esperando su respuesta.
Kain suavizo su expresión y se acercó para besarle la frente -tu madre está preocupada por ti- dijo -¿Hace cuánto no la vas a ver?-
Tsubaki hizo una sonrisa incomoda y le respondió en un tono suave -desde que empezó a insistir en que me casara-
Kain negó algo divertido y continuo -esta bien, sabes que si tienes problemas con tu madre puedes hablar conmigo. Ella solo se preocupa por ti-
-Lo sé, viejo- respondió algo deprimida
Kain viendo a Tusbaki algo cabizbaja, trato de cambiar la conversación y le pregunto -¿Y el muchacho?-
Tsubaki miró al muchacho que estaba sentado en una esquina del galpón, con un delantal de cuero y el pelo rubio apelmazado -es un aprendiz que me envió Madame Hephaestus- dijo
-Sabes que no tienes que llamarla así-
-Tengo que llamarla así, ahora es mi diosa y esta confiando en mi capacidad. En el futuro voy a ser su capitana-
Kain soltó una risita y asintió contento -sigue así, esa es la actitud. Si necesitas algo, solo tienes que pedirlo-
-No puedo, esto lo lograre por mi propia fuerza-
-Tan testaruda como tu madre, bueno, el ofrecimiento esta hecho-
-¿Y tu? Solo venias a verme-
-Vamos a pasar a ver a Marcus y Hephaestus-
-Aaah, ese pequeño es muy lindo, pero te extraña. Ayer lo vi y se sentía demasiado solo en esa enorme casa-
Kain soltó un suspiro y asintió algo cansando. Nunca le había pasado, pero la tensión entre las mujeres se volvió un poco densa este año. Al punto de que Hephaestus decidió ir a vivir a su mansión.
-Eso te pasa por enamoradizo- le dijo Tsubaki con una gran sonrisa y le palmeo el brazo. Por otro lado, al ver que le pegaban a Kain, ponpon salió de entre los brazos de Elrond y le lanzo un mordisco a Tsubaki.
-¿Y esta cosita tan linda?- pregunto Tsubaki emocionada, acercó el índice a ponpon y el cachorro reacciono gruñendo y lanzándole otro mordisco.
-Es mi amigo- dijo Elrond con una gran sonrisa -papá lo trajo el otro día-
-¿Puedo tomarlo?-
-Sí, pero no le tires las orejas, no le gusta-
Tsubaki asintió con una gran sonrisa y cargo al cachorro entre sus brazos. Ahí murió la gran bestia feroz que gruñía y mordía, ahora ponpon soltaba un lamentable gemido mientras era abrazado por Tsubaki.
-Es muy lindo- dijo ella y le dio una mirada maliciosa a Elrond -¿Me lo puedo quedar?-
-No, es mío, si nos alejas, será malo-
Tsubaki sonrió y se acercó a Elrond para darle muchos besos en la cara. Este último solo se rio de las cosquillas que le hacían.
-¿Cuándo vas a ir a casa?- le pregunto Elrond con un tono suave y tierno
-Mañana, mañana tengo libre-
-Bien, es una promesa-
-Promesa-
Después de despedirse de Tsubaki, Kain siguió avanzando por el distrito de Hephaestus hasta llegar al final y se encontró frente a unas enormes murallas blancas. Igual que otras veces, estaba todo un grupo de guardias apostados a los lados de un enorme portón de metal. Como vieron a Kain, hicieron una reverencia y le abrieron el gran portón. Kain los saludo y entro a la propiedad. Una vez que cerraron la reja, Kain bajo a Elrond y a ponpon para que anduvieran a sus anchas. Ponpon empezó a correr por el camino de adoquines y de vez en cuando se metía a los arbustos que estaban a los lados del camino. Por otro lado, Elrond miró más allá de los arbustos y se concentró en los grandes árboles que rodeaban la propiedad, se sintió como en su casa. Le gustaba la mansión de Hephaestus porque era bonita, pero también la amaba porque tenía un extenso bosque.
Mientras Elrond miraba los grandes árboles y ponpon corría a su alrededor, le pregunto a su padre -¿Por qué no vivimos aquí? Es más bonito-
Kain a un metro de él, lo miraba andar todo descuidado, sin fijarse en donde pisa y con los ojos puestos en las copas de los árboles. Le dio una suave sonrisa y le respondió -lo pensaremos, pero primero hay que hablarlo con tus mamás-
-Es un lugar bonito, me gustan las plantas de nuestra casa, pero me gusta más este lugar ¿Por qué?-
-¿Quien sabe?, a lo mejor es porque eres un elfo-
Elrond aparto la vista de los árboles y miró a Kain con curiosidad -¿Los elfos son especiales?- pregunto
-Sí, su afinidad con la naturaleza es más alta que la de los otros seres vivos-
-¿Qué es afinidad?-
-La capacidad de ser amigos, como tú y ponpon, en cuanto se conocieron pudieron ser amigos-
Elrond asintió mientras se mordía el labio y estiraba el mentón. Kain lo halló lindo al hacer tal morisqueta y sonrió sin preocupaciones.
Una vez que llegaron al final del camino de adoquines, se encontraron con una gran mansión, de murallas blancas y una gran puerta café oscura. Kain toco la puerta dos veces y casi al instante la abrieron. Una sirvienta en sus cincuenta y de pelo cano, los saludo. No obstante, se tuvo que hacer a un lado, ya que un pequeño pelirrojo forzó su camino y salió corriendo para abrazar a Kain.
-Papá- grito el niño no más alto que Elrond, con un cabello rojizo brillante
-Marcus- respondió Kain y se agacho para atajarlo. Después soltó una risotada y lo levantó en sus brazos mientras le cubría el rostro de besos -¿Cómo te portaste?- pregunto
-Bien- respondió -te demoraste muchísimo-
-Lo siento, tenía que ir a ver a Tsubaki. Traje a Elrond y un amigo-
-¿Qué amigo?- pregunto el pequeño pelirrojo, miró hacia abajo y vio a Elrond levantando su mano para saludarlo. Sonrió y miró a su papá para que lo bajara y abrazo a Elrond con una gran sonrisa. Kain los miró encantado, pero cuando el pequeño pelirrojo vio a ponpon, sus ojos casi se salen de sus cuencas.
-No es justo- murmuro Marcus y se acercó al cachorro como si estuviera hipnotizado. Por su parte, ponpon se acercó meneando su cola de lado a lado y le lambió las manos. El niño sonrió entusiasmado y lo abrazo mientras el perro le lamia la cara.
-Papá- dijo Marcus -también quiero un perro-
-Tenemos que consultarlo con tu madre-
-Papá, ayúdame por favor, sino, mi mamá se va a negar-
-Está bien, está bien- respondió Kain, se arrodillo entre él y Elrond y los tomo en brazos. El único lastimado fue ponpon que colgaba del cuello. Después lo acomodaron y Kain entro a la mansión con los tres en sus brazos.
-Buenos días ¿Dónde esta mi esposa?- pregunto Kain a la sirvienta
-En su oficina, no hay ningún cliente, así que no debería haber inconveniente en que Madame Hephaestus los reciba-
-Muchas gracias, yo me ocupo de este muchacho-
La mujer miró a Marcus y le dijo -joven maestro, pórtese bien en presencia de su padre-
-Sí, seré el mejor- respondió
-Eso espero, de lo contrario, alguien podría contar algunos detalles de sus experimentos-
Marcus abrió los ojos sorprendido y se puso el dedo índice en la boca indicándole que se quedara callada.
Kain negó algo divertido y no ahondo más, seguramente, Hephaestus le cuente que andaba haciendo el muchacho.