AGRADECIMIENTOS
Mi más sincero agradecimiento a:
Glenn Matitka, por el título, que ahora parece tan obvio, pero que nunca se me pasó por la cabeza hasta que él lo sugirió en un debate, en Río Hatrack, de America Online;
Van Gessel, por darme a conocer a Hikari y Kenzaburo Oe, y por su maravillosa traducción al inglés de Río Profundo de Shusako Endo;
Stephen Boulet y Sandi Golden, valiosos lectores, entre otros, de Río Hatrack, que pillaron errores tipográficos e inconsistencias del manuscrito;
Tom Doherty y Beth Meacham de Tor, que me permitieron dividir Ender el Xenocida en dos para que tuviera la oportunidad de desarrollar y escribir la segunda mitad de la historia adecuadamente;
Kathryn H. Kidd, mi amiga y compañera segadora en los viñedos de la literatura, por sus ánimos capítulo a capítulo;
Kathleen Bellamy y Scott J. Allen por sus servicios de Sísifo;
Kristine y Geoff por sus cuidadosas lecturas que me ayudaron a resolver contradicciones y detalles confusos; y a
Mi esposa, Kristine, y mis hijos, Geoffrey, Emily, Charlie Ben y Zina, por su paciencia con mi extraño horario y alejamiento durante el proceso de escritura, y por enseñarme por qué merece la pena contar historias.
Empecé esta novela en mi casa de Greensboro, Carolina del Norte, y la terminé camino de Xanadu II de Myrtle Beach, en el Hotel Panamá de San Rafael, y en Los Ángeles, en casa de mis queridos primos Mark y Margaret Park, a quienes agradezco su amistad y hospitalidad. Los capítulos fueron aportados en su forma no definitiva a la Reunión de la Ciudad de Río Hatrack de America Online, donde varias docenas de conciudadanos de esa comunidad virtual los bajaron de la red, los leyeron y los comentaron para beneficio mío y del propio libro.