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55.15% Alma Negra / Chapter 107: 107

บท 107: 107

Tengo que aprovechar que está solo, pero no quiero hacer mucho ruido. No tendré tiempo de acercarme, no me queda de otra que usar el arma.

—¿Quién te envío? — le pregunté, tratando de llamar su atención, pero no respondió.

Corrí hacia otro árbol, para que no fueran hacerle algo a ella y él me disparó. Saqué el arma de mi pantalón y le disparé en el brazo, al no haber soltando el arma, tuve que dispararle por segunda vez, sacándolo de circulación. No quería gastar la munición, pero no me quedaba de otra.

Cogí el arma del suelo y me acerqué a Daisy. Quité el traje que había puesto en el suelo y se lo puse, cubriendo a la niña.

—Cúbrete con mi traje y mantén a la niña ahí. Voy a llamar la atención a otra parte. Si sucede algo, haz lo que te digan y no hagas una estupidez— le di un beso en la frente, y me levanté.

—Ten mucho cuidado, por favor.

—Todo estará bien. Tengo razones para volver con vida.

Arrastré el cuerpo del hombre detrás de un árbol para que no lo vieran. No sé de dónde van a venir, pero ese tipo ya los alertó.

Me alejé un poco de Daisy y la niña, para cubrirme detrás de un árbol. Miré a todas partes, pero no vi a nadie. Me agaché tratando de mantenerme alerta a cualquier ruido. Estuve así por unos instantes, cuando escuché unos pasos cerca. Me asomé y vi que los dos estaban juntos, caminando en dirección a Daisy. No podía dejar que llegaran a ella.

Me levanté y caminé sigilosamente detrás de ellos. Cuando estuve a una distancia módica, agarré por el cuello a uno de ellos y le puse el arma en la cabeza.

—Si haces algo estúpido, no dudaré en dispararte. Suelta el arma— él la dejó caer y el otro nos apuntó —. Tú también sueltala, o le volaré los sesos a tu amigo.

—Mis órdenes fueron claras y ya las cumplí. No tengo nada que perder  — el hombre le disparó al amigo, y no pensé que haría eso.

Usé su cuerpo para tirárselo encima al otro y tener tiempo de apuntarle, pero disparó primero. Por suerte, no me logró dar a mi.

—Si que eres muy malo— le apunté y él tiró el arma al suelo, subiéndose las mangas de la camisa —. ¿Así que por ahí vamos? Normalmente no rechazo una batalla así, pero entenderás que tengo prisa.

Miró su reloj y se cuadró buscando pelear. Tenía ganas de hacerlo, pero no era el momento. Tengo que sacar a Daisy y a mi hija de aquí. Le disparé en el hombro, y cayó al suelo. Buscó coger el arma, pero le disparé por segunda vez. Eso fue extrañamente fácil. Algo de esto no me gusta.

Regresé donde Daisy y ella se estaba viendo pálida.

—Ya todo pasó, linda. ¿Cómo te sientes?

—Me duele todo.

—¿Y la niña?

—Tuve que lactarla, la niña estaba llorando y eso la calmó.

La niña estaba dormida y se veía tranquila. Es muy linda.

—Tenemos que irnos.

La ayudé a levantarse y caminamos en dirección al auto.

—Quédate aquí. Iré a ver que no haya más nadie.

La dejé detrás de un árbol, mientras iba a ver que todo estuviera en orden. La camioneta de ellos estaba un poco distante de mi auto. Miré alrededor, pero no vi a nadie.

Las llevé al auto y la senté en el asiento trasero.

—¿Y ese camioneta la dejaremos ahí?

—Sí, eso no es importante.

—¿Crees que se pueda saber quién fue?

—Eso no me importa en este momento.

Las llaves del auto no estaban.

Busqué en todo el auto, pero no las encontré. Les dio tiempo a rebuscar el auto y llevarse las llaves.

—Iré a la camioneta de ellos. Si tienen las llaves puestas me la llevaré y luego la desaparezco.

Ellas se quedaron sentadas en la parte trasera con la puerta abierta, y yo caminé a la camioneta de ellos. Vi que las llaves estaban pegadas. Seguía pensando que nada de esto me agradaba. Esas personas no eran profesionales, de haberlo sido, hubiera sido algo complicado darles de baja.

Busqué en la camioneta y encontré un sobre con fotos de Daisy y mías. Nos habían estado siguiendo hace varios días. ¿Cómo no me di cuenta? ¿Cómo dieron con nosotros? Eran muchas las preguntas que me hacía, pero no tenía respuesta a ninguna de ellas; aún así me sigue pareciendo raro todo esto. Mis enemigos son poderosos y no creo que envíen a cualquier persona a acabar conmigo, a menos que no hayan tenido otras intenciones.

«Mis órdenes fueron claras y ya las cumplí, no tengo nada que perder»

Recordé las palabras de ese hombre y me quedé pensando:

¿Y cuáles fueron sus órdenes?

Al mirar al auto donde estaba Daisy, vi por debajo unas luces rojas que estaban parpadeando. Mi reacción fue advertirle que saliera del auto y me bajé, tratando de correr hacia ellas.

—¡SAL DEL AUTO, DAISY! — le grité con todas mis fuerzas.

Todo cobró sentido en ese mínimo instante. Por eso se acercaron al auto cuando llegaron, aprovecharon esa oportunidad de que nos bajamos para aparecer, por eso ganaron tiempo en el bosque y no nos atacaron a pesar de los ruidos, por eso él miró su reloj y soltó el arma, por eso dijo esas palabras.

¡Soy un idiota!


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