Según entré a la casa, Kaori estaba despierta esperándome en la antesala.
—¿Dónde está Lin, princesa?
—Se está bañando, mamá. Quería hablar algo contigo.
—¿Sobre qué, princesa? ¿Qué tienes?
—Mamá, yo estoy… — nos interrumpió el timbre de la puerta.
—¿Estabas esperando a alguien?— le pregunté a Kaori.
—No.
La empleada fue abrir la puerta y entró a la casa Akira, quedé petrificada al verlo.
—¿Qué haces tú aquí?— le grité molesta.
—¿Papá?— Kaori se quedó sorprendida—. ¿Qué haces aquí, papá?
—Mi princesa, quiero que hablemos.
—Yo no quiero escuchar tus mentiras. ¿Por qué volviste a regresar? Nadie te quiere aquí. Nos abandonaste, quien sabe porqué razón— le reclamó Kaori.
—Kaori, permíteme hablar contigo.
—No quiero escucharte. Eres el peor papá del mundo. ¡Te odio! — le gritó.
—¿Tu la pusiste en mi contra?— fijó su mirada en mí.
—¿Yo? Tu mismo te has ganado esto. Nos dejaste abandonados a la suerte, ¿Qué esperabas? ¿Que te recibieran con los brazos abiertos?— le respondí llena de rabia.
—Jamás me habías hablado así, Kaori.
—Ya no te necesitamos, lárgate de aquí, papá. No me interesa escuchar tus razones, no sé para qué regresaste, pero si es para hacernos la vida imposible o hacernos regresar al mismo miserable ciclo de tristeza, depresión y soledad, será mejor que te largues por donde mismo viniste.
—Mi princesa, no me hables así. Hablemos primero, tenía razones suficientes…— Kaori lo interrumpió.
—¿Qué razón puede ser más importante que permanecer al lado de tus hijos y de mamá? No tienes excusas, pudiste haber dejado una maldito razón o darnos una llamada, si tanto te costaba dar la cara y despedirte.
No quería interferir en su conversación, tenía un nudo en mi garganta y las lágrimas ya estaba bajando por mis mejillas. Escuchar a Kaori alterada de esa forma, y tratando a Akira así, me dolía mucho; aunque se lo merezca.
—Esta vez regresé para quedarme, los amo muchos a los tres. Te juro que no quería hacerles esto — su rostro se veía algo afligido.
—¿Amar? Tu no sabes lo que es eso. Ya no te necesitamos. No estuviste cuando queríamos de ti, ¿Para qué te queremos ahora?
—¿Qué hace este infeliz aquí?— preguntó Lin, al entrar a la antesala.
—Cuan grande estás, Lin. Ya todo un hombre.
—No sabes como esperaba este momento— respondió Lin.
—Oh, ¿Si? ¿Para desquitarte de mi?
—Para golpearte, cabrón.
—Ya quiero ver cómo harás eso.
—Ya dejen la pelea. Akira, lárgate de aquí.
—Hasta que no hable contigo no me voy de aquí, lisa.
—Mi mamá no tiene nada que hablar contigo. ¿No te fue suficiente lo que has hecho? No voy a permitir que vuelvas a destruirle la vida a mi madre. Si te vuelves a acercar más a ella, no respondo— le gritó Lin.
—¿Un mocoso como tú advirtiéndome? ¿Qué mierda te has creído?
—Vete de aquí, Akira— le pedí.
—Cállate, esto es entre este mocoso de mierda y yo.
—¡No le hables así a mi hermano! — gritó Kaori.
—Vaya, si todos se pusieron de acuerdo en defender a este.
—Vete de aquí, sigue reaciendo tu vida con la nueva zorra que escogiste; a nosotros, en especial a mi madre, la dejas quieta— le dijo Lin.
—¿Cómo vas a impedirlo, mocoso?— Lin sacó un arma de su pantalón y le apuntó a Akira.
—Creo que le encontré un buen uso, y una excelente ocasión, padre.
—Lin, ¿De dónde sacaste eso? ¡Baja esa arma!— mi corazón se aceleró al ver a mi hijo con un arma en la mano, y Akira comenzó a reír descaradamente.
—¿Qué puede hacer un niño como tú, con un juguete como ese?
—Más de lo que crees— respondió Lin.
Akira sacó su arma y disparó de una, me quedé helada y miré a Lin, creí que le había disparado a él, pero no. Los guardias entraron y le apuntaron a Akira.
—No me apuntes con un arma, si no estás dispuesto a usarla, cabrón — Akira se quedó apuntándole a Lin.
Kaori corrió a donde Lin y lo abrazó, yo quedé en shock.
—¡Ya basta! ¡Bajen esas armas ya! ¿Qué mierda les sucede? ¿Hasta aquí hemos llegado? ¡Todo lo destruyes! Espero estés satisfecho. ¡Ya largo de aquí!— le pedí a Akira entre lágrimas, mis manos estaban temblando de los nervios.
—Supongo que tendrá que ser en otra oportunidad, Lin— Akira bajó el arma y la guardó—. Kaori, luego hablaremos y tú también lisa.
Según salio por la puerta, pude sentirme algo aliviada. Mi corazón estaba acelerado, mis lágrimas no se detenía. Sentía mucho miedo.
—Ya todo pasó, mamá. No dejaré que ese tipo te haga más daño— dijo Lin, acercándose a mi.
—¿De dónde sacaste esa arma? Dámela— le pedí.
—Él me la dio cuando niño. No puedo dártela, mamá, esto nos servirá de protección.
—Lin…—me interrumpió.
—Mamá, no la usaré a menos de ser estrictamente necesario, como ahora.
—Ese no puede ser mi papá— dijo Kaori en lágrimas.
Quisiera decirle algo, pero no puedo decir nada, porque por desgracia, ese monstruo es su padre.