Mis piernas estaban temblando al verlo ahí parado mirándome fijamente. No sabía ni qué hacer, los niños están en el jardín, tengo que mantenerlo lejos de ellos.
—¿Qué haces aquí, Akira? Vete, por favor— se quedó en silencio y caminó hacia mí, así que fui retrocediendo lentamente. Sentía ganas de correr, pero no tengo a donde ir.
—Vamos al cuarto— me cogió la mano y me hizo caminar a su paso. Sus manos están muy calientes, este no es el Akira que conozco.
—No, por favor.
—Camina— me llevó al cuarto y me empujó a la cama.
—Te lo suplico, no hagas esto otra vez — se abalanzó sobre mí y se acomodó entre mis piernas, evitando que pudiera cerrarlas—. No más, por favor— le pedí en lágrimas.
—Tengo ganas de ti — acercó su rostro a mi cuello y lo lamió.
—Detente, por favor— le rogué, poniendo mis dos manos en su hombro, tratando de alejarlo.
—Hueles tan bien, como siempre. Ver esa expresión me excita mucho más de lo que ya estoy. Quiero estar dentro de ti, lisa.
—No, por favor— lo trataba de empujar, pero me sujetó ambas manos y me besó con deseo. Podía sentir su erección rozando en mi entrepierna.
—Ayúdame, quítame esto— me pidió entre jadeos. Se movía simulando estar penetrándome. Su cuerpo estaba temblando y su respiración estaba muy agitada—. No quiero destruirte más de lo que hice, pero deseo estar profundamente dentro de ti.
—Ya detente, te lo ruego.
—Me drogaron, lisa. No puedo aguantar este maldito calor por dentro, quiero descargarlo todo en tu interior— me forzó a besarlo. Quisiera creerle, quisiera ayudarlo, pero luego de lo que hizo, no puedo dejarlo. Sentía mucho miedo de el Akira que mis ojos estaban viendo en este momento.
—No me lastimes más, por favor — le rogué, y escuché el cierre de su pantalón; y ese sonido me erizó la piel—. No más.
—Yo no quiero hacerlo, te lo juro, pero mi cuerpo esta actuando por su cuenta. Quisiera decirte que te vayas y te alejes de mi, pero no quiero que lo hagas.
—Vamos al hospital, Akira.
—Ellos no tienen la cura para esto, la tienes tú— su rostro se veía muu rojo, y su temperatura corporal, estaba extremadamente caliente. Me recordó tanto a Kanji cuando lo drogaron, a diferencia que Kanji pudo controlarse.
Sentía mucho miedo de él, pero quería que volviera a ser el de antes. No quería verlo un segundo más actuando así. Sabía que no podía quitarlo de encima de mí, pero su rostro mostraba tristeza; a pesar de lo que estaba haciendo.
—Solo házlo, pero no me lastimes más— desvié la mirada y traté de evitar llorar. Tenía miedo de que me lastimara más de lo que ya lo hizo, pero no quería dejarlo así; sería peor si pongo resistencia. Pareciera que estaba tratando de controlarse, y mientras más pasaba el tiempo más rojo se veía.
Me besó y empezó a masturbarse. Sus besos eran algo bruscos, mordía mis labios con deseo y ganas de más. Sentía su erección por encima de mí entrepierna. Veía sus desesperación al tocarse, no podía evitar sentir lástima. Jamás lo había visto así. ¿Quién pudo haberle hecho esto? Sentí cuando se corrió encima de mí ropa interior, pero aún seguía jadeando y tocándose.
—¡Maldición! ¡No es suficiente!— musitó entre jadeos.
Ha estado controlando las ganas de tocarme, y eso me hacía sentir mal. Recuerdo cuando me drogaron, a pesar de que no fue mucha la dosis, mi cuerpo se sentía en fuego. Esto quizás sea un error, pero no encontraba otra forma de calmarlo. Bajé el manguillo de mi traje, dándole la aprobación a continuar. Dejé mi sostén visible y desvié la mirada. Akira llevó su mano a mis senos y los tocó por encima del sostén.
—¿Por qué me haces esto?— me preguntó mordiendo su labio inferior, y acercó su boca a mi pecho. Me hizo soltar un gemido al sentir el calor de su boca en mi pezón—. No quiero lastimarte más, y siempre termino haciéndolo— llevé mi mano a su cuello, y lo acerqué a mi para besarlo. Con mi otra mano removí mi ropa interior a un lado, y me penetró suavemente. Se sentía muy caliente y más grande que de costumbre. Solté un gemido al sentirlo dentro de mi.
—Házlo, Akira— le pedí entre jadeos, era como si el calor que estaba sintiendo él, lo hubiera pasado a mi cuerpo al penetrarme. Se movió bruscamente a su antojo y podía percibir toda su descarga dentro de mi, estaba segura que luego de esto, quedaría embarazada. Estaba desesperado con el calor interno que sentía. Sus jadeos eran incontrolables cada vez que se movía dentro de mi. Estuvo muy agresivo al principio, hasta que logró calmar parte de su calentura y comenzó a tratarme mejor.
—Te amo tanto, lisa — dijo antes de dar una última estocada profunda y correrse de nuevo—. Perdóname — dijo recostando su cabeza en mi pecho.
—Akira, yo… — me interrumpió, antes de que pudiera terminar de decirlo.
—Quiero que terminemos, lisa.