Salí de su despacho, ya no había vuelta atrás. Sé que nada iba a cambiar luego de haber dicho eso. Herir a la persona que más amas es muy doloroso. ¿Por qué tiene que doler tanto?
—¿Está todo bien, lisa?
—No, Mr. Jefferson. Como era de esperarse, él no va a firmar.
—Podemos seguir haciendo los trámites si quieres.
—No, lo dejaré así por un tiempo. Akira no va aceptar el divorcio.
—Hay maneras de divorciarse sin necesidad de su firma.
—Dejaré las cosas así por un tiempo, será lo mejor para los dos. ¿Nos vamos?
—Sí, vámonos.
Recogí a los niños y me fuí a la casa. Quise que me acompañaran al compartir que tendría con mi compañera de trabajo. No sentía ganas de ir, pero necesitaba despejar mi mente o me volveré loca.
—Pensé que no vendrías— me dijo Laura.
—Lo siento, tenía unos asuntos que atender. Ellos son mis hijos, Kaori y Lin.
—Hola, niños. Es un placer tenerlos aquí. ¿Quieren jugar? —se fueron con Laura para conocer a su hija.
Me senté en el sillón ya que me sentía desanimada. No hacía nada más que pensar en Akira. Tres meses sin verlo y me encuentro con el mismo de antes. Si tan solo hubiera recapacitado y pudiéramos ser los mismos que éramos antes cuando nos casamos.
—¿Te encuentras bien, lisa?
—Si, estoy bien — sonreí, tratando de fingir estar bien.
—¿Quieres tomar algo?
—Si, algo suave— me sirvió una copa de vino—. Grácias.
—Te ves algo distraída.
—Estoy algo cansada.
—Pareces más bien deprimida. ¿Es tu esposo?
—No, no estoy deprimida. Es solo el estrés del trabajo, la escuela y los niños.
—No te esfuerces demasiado. Toda madre pasamos por eso. Llevas trabajando con nosotros tres meses y has tenido una asistencia perfecta. Deberías tomar tu tiempo para distraerte un poco más, aún eres joven.
—Tomaré en cuenta tu consejo. Te lo agradezco.
Me quedé con ella unas horas y luego me fui a la casa. Ya nada me parece divertido. Es como si hubiera perdido hasta eso. La noche pasó demasiado lenta. No dormí nada en toda la noche. Mi vida sin Akira es tan miserable.
A la mañana siguiente, como de costumbre, llevé a los niños a la escuela y me fui al trabajo. Ya todo se a vuelto una monotonía, ir al trabajo y luego a la casa o viceversa. Akira quedó en venir esta tarde y estaba algo ansiosa. Ni siquiera le dije dónde vivo, pero estoy segura que ya debe saberlo.
La mañana pasó rápidamente, por suerte. Mi hora de almuerzo había llegado.
—Alguien está buscándote, lisa. Lo pasé al cuarto de nosotras — me avisó Laura.
—¿Quién podría ser?
—No sé, es un hombre muy guapo. —¿Será Akira? No creo pues ella ya lo ha visto.
Fui directamente al cuarto pero no vi a nadie. Según entré cerraron la puerta detrás de mi y me taparon la boca.
—¡SH! No hagas ningún ruido o sería un problema—me quitó la mano de la boca y quedé fria al reconocer esa voz.
—¿Kanji?
Akira
—Tu y yo tenemos una conversación pendiente, Akira. Haz salir a esta mujer de aquí— dijo Mr. Jefferson.
—¿Qué te trae por aquí, Mr. Jefferson?
—No jodas, Akira. Saca a esta cualquiera de aquí y vamos arreglar este asunto.
—Ella no es una cualquiera, trátala como se debe.
—Ante mis ojos lo es. Tú solo tienes una mujer y es Lisa. No deberías estar con otras.
—Una mujer ingrata que me dejó. No te metas en mi vida, ya no eres nadie.
—Yo me iré. Luego regreso, amor— dijo la chica.
—Luego te llamo.
—Me vas a explicar ¿en qué mierda te has metido, Akira?
—Ve directo al asunto, no me hagas perder el tiempo, Jefferson.
—¿Es cierto lo de tu nuevo negocio? ¿Estás traficando menores?
—Ah, ¿era eso? Ya me había preocupado, creí que vendrías hablarme de lisa.
—¿Cómo puedes hacerte el despreocupado con algo tan grave?
—Depende por donde lo veas. Además, ¿como sabes eso sí ya saliste del negocio? ¿Acaso estás averiguando sobre mí?
—¿Cómo has llegado tan bajo, Akira?
—Negocio son negocios, Mr. Jefferson. No creo que deba darte explicaciones a ti de las cosas que hago.
—Me decepcionas, Akira.