12 de febrero del año 2031, Aurora cumplió tres años.
Agatha, que estaba contenta por la pequeña fiesta que tuvo con Aurora, su esposo y la amiga de su pequeña hija, sonrió mientras agitaba su mano limpiando los muebles con magia.
"Cariño, al parecer James vino a buscar a Alice." Avisó su esposo que llegó desde la entrada.
"¿Ya es tan tarde?" Dudó Agatha y al revisar la hora se dio cuenta de que era la una de la madrugada.
Suspirando por la hora, le dio un beso a su esposo que se puso a trabajar con los trastos sucios y ella fue a la habitación de su hija.
Si al principio se acercó sin ocultarse, al escuchar murmullos se ocultó y se acercó a la puerta.
"Quiero ir contigo a la escuela. Tengo miedo de ir sola… Yo no soy buena haciendo amigos."
"Eres buena haciendo amigos."
"No. No lo soy."
La primera era Aurora y la segunda era Alice, ambas estaban acostadas en la misma cama hablando frente a frente y Agatha usó su magia para escucharlas y verlas.
"Tengo al Señor… Sistema, pero… No es igual." Murmuró Aurora en voz baja y retorciéndose en la cama, susurró. "Quiero que vengas conmigo. No quiero estar sola."
Aurora cumplió tres años.
Si bien se demoraba en poner sus ideas en palabras, por lo demás era energética y animada, siendo una niña adorable.
No obstante, no era una niña de un mundo normal.
Con tres años a sus ojos, Aurora sería una pequeña niña, pero en este mundo en donde la energía mágica cambiaba el cuerpo, la mente e incluso el alma, su hija creció diferente.
Si bien no era única, cuando cientos, sino miles de niños mostraban un crecimiento apresurado y actuaban como niños de una edad mayor, Aurora seguía siendo única.
No solo por ser la hija de dos individuos con talentos innatos, sino que por crecer en un lugar en donde la energía mágica era más densa que en cualquier otra parte del mundo.
Con tres años se esforzaba por hablar bien, podía entender algunos temas y por sobre todo tenía miedos… Agatha se detuvo.
"Hoy le pediré a madre mi deseo de cumpleaños… Quiero que vengas a la escuela conmigo." Murmuró Aurora tomando la mano de su amiga.
"Pero yo… Yo… No encajaré." Respondió Alice con un ligero tartamudeo.
Alice era una niña solitaria, sin seres queridos o padres, que la cuidaran o conocidos que interactuaran con ella.
Estaba sola, una soledad a la cual estaba acostumbrada y en este momento, alguien empujaba filtrándose en esa soledad.
"Sí. Lo harás. Los brazos son increíbles, suaves y fantásticos. ¡Serás genial! Créeme." Exclamó Aurora orgullosa.
Pasaba de estar deprimida y asustada a orgullosa y animada en segundos, y tal confianza penetraba en la soledad de Alice.
Aurora era una niña emocional que expresaba sus sentimientos y lo hizo con confianza, siempre animada.
No era como si la presionara, pero había que admitir que Aurora tenía esa intensidad infantil para acercarse a otros y Alice fue golpeada con éxito.
La prueba era que Alice se retorció un poco con vergüenza como si esas palabras la sorprendieran y en esa vergüenza, hubo dudas.
Entonces Alice se levantó.
"Me han venido a buscar." Murmuró mirando a la puerta en donde Agatha estaba oculta.
Agatha sonrió y abrió la puerta a la habitación de su hija, entrando, viendo a las dos niñas sentadas en la cama, mirándola.
"James te espera." Dijo Agatha y sonriendo mientras se acerca a ambas, preguntó. "¿No quieres quedarte a dormir aquí?"
La pregunta fue dicha mientras se sentaba al lado de las dos niñas y acariciaba la cabeza de Alice, quien tembló incómoda.
No fue por el tacto, fue por lo que el tacto generaba y lo que ella sintió.
"Yo… Quiero irme." Murmuró Alice en voz baja mientras bajaba de la cama.
Ignoró a Aurora quien la miraba un poco deprimida y tras despedirse suavemente, se alejó de la habitación.
Agatha la siguió observando la espalda de esa niña, que estaba moviéndose a la entrada.
"¿No me darás un abrazo de despedida?" Preguntó Agatha sonriendo mientras observaba atentamente.
Cada día que Alice se retiraba le pedía un abrazo, al igual cuando ambas salían con Antón a cualquier lugar y esta vez la pequeña se detuvo.
Movió sus pies y su cuerpo como si dudara en una mezcla de emociones, pero bajo los brazos lentamente mientras entraba en un estado en donde suprimía sus emociones.
¿Qué era lo que estaba en la mente de Alice?
"Lo siento…" Murmuró Alice bajando la cabeza, pero Agatha se arrodilló delante de ella.
En el auto estaba esperando James y no lo hizo como un tutor cariñoso, sino que como un subordinado temeroso.
No importa cuanto lo ocultara, Agatha notaba la cautela del hombre.
Sin embargo, Agatha observó a la niña que no quería mirarla.
"Eres una niña, Alice. Una adorable y linda niña." Afirmó Agatha y observando que el cuerpo de la pequeña temblaba, dudó. "¿Quieres ir a la escuela con Aurora?"
Alice la observó y esta vez los ojos indiferentes temblaban mostrando cierta emoción.
Tal vez su hija no comprendía, pero para asistir a la escuela era necesario mover algunos contactos y ahora… Alice asintió, nerviosa.
"Bien, me encargaré de todo." Respondió Agatha sonriendo sin decir demasiado.
Alice, en respuesta le dio un rápido abrazo y antes de que Agatha reaccionara, huyó rápidamente.
Subiéndose al asiento trasero, James cerró la puerta y unos segundos después se marcharon.
Quedándose afuera del edificio, algo aturdida, Agatha cerró sus ojos.
Miles de pensamientos rondaron por su mente en un instante, como un maremoto que amenazaba con desbordarlo todo y entre esos pensamientos había miedos y preguntas sin respuestas.
Sin embargo, al final suspiró.
"Por esas acciones es una niña." Murmuró Agatha en voz baja.
Cuando la conoció Alice no era de mostrar emociones y le costaba mientras que ahora estaba aprendiendo poco a poco.
Mayormente, fue gracias a Aurora que lograba romper el capullo con el cual Alice se protegía, para quedar sola.
Sin embargo, ahora era diferente y poco a poco se abría, con los temores y preocupaciones de alguien que siempre estuvo sola y que vivía por primera vez lo que era la amistad y el cariño.
Agatha abriendo sus ojos se decidió de inmediato y entrando a la casa, fue directamente a la habitación de su hija, que la esperaba.
"Mami… ¿Puedo pedir mi deseo?" Preguntó Aurora en voz baja.
Estaba retorciéndose como un pequeño gusano que temía hacer su pregunta y Agatha la tomó en sus brazos y la sentó en la cama con ella, observándola para que hablara.
"¿Puedes hacer que… Alice vaya a la escuela conmigo?" Preguntó Aurora dudando durante un breve momento.
Se demoró en poner sus ideas en palabras y Agatha sonrió al ver que estaba nerviosa.
"Puedo. ¿No desearías algo más?" Preguntó Agatha y observando a su hija, añadió. "Parece un deseo pequeño."
Para el deseo de cumpleaños, ella quería que su amiga fuera a la misma escuela y en cierto modo era un deseo pequeño.
"¿Puede quedarse más a menudo en casa? Sé que Alice le gusta dormir aquí, pero no lo dirá." Dijo Aurora un poco más emocionada.
¿Alice deseaba quedarse a dormir? Cada día estaban aumentando las veces que se quedaba a dormir y prácticamente vivía en la casa y para Agatha era algo bueno.
Sin embargo…
"¿No crees que es un deseo pequeño?" Cuestionó Agatha y sonriendo, se acercó a su hija y susurró. "Tengo una idea mejor y…"
Ella le contó su idea y Aurora abrió sus ojos de sorpresa y luego dio una sonrisa brillante, sin duda aceptando su loca idea.
******
En una mansión en las afueras de Londres, una niña entró a la sala y vio varios sirvientes, quienes bajaron la cabeza al saludarla.
"He preparado la cena si lo desea, Su Excelencia." Dijo James, inclinándose, y cuando sus miradas se cruzaron, él bajó la cabeza. "Trate de buscarla a la hora que usted mencionó."
A pesar de que el tono era plano, en su voz había miedo… ¿Por qué le tenía miedo?
Alice, en vez de responder sus preguntas, caminó a su habitación y sintió los pasos a su espalda.
Saliendo de la sala, caminó por los pasillos que apenas estaban iluminados.
"Los nuevos accionistas han…"
James trató de hablar, pero Alice continuó ignorándolo y él se detuvo a la entrada del pasillo hacia la habitación principal, quedándose en un silencio.
"¿Necesita algo, Su Excelencia?" Dudó James inclinándose en respeto.
Alice se detuvo y lo observó mirando al hombre que bajó la cabeza sin querer cruzar mirada con ella.
Su cuerpo estaba tenso y a pesar de que no temblaba, no era capaz de ocultar el nerviosismo, que lentamente la empezaba a enojar.
Ni siquiera se atrevía a mirarla y…
"Vete. Déjame sola." Dijo Alice en voz baja y sin esperar respuesta, siguió su camino en solitario.
Las luces por un pasillo estaban apagadas y si bien la ventana al jardín iluminaba el pasillo, la oscuridad ocupaba toda la mansión.
Ella no tuvo miedo, la oscuridad era algo cercano y conocido, que no la dañaba ni la preocupaba.
Siguió caminando y entró a la habitación principal.
Era un lugar enorme y silencioso… Un lugar solitario.
Alice se subió a su cama por los pequeños bancos que servían como escaleras para alcanzar la cama de tamaño gigante, que ocupaba parte de la habitación.
Y luego se lanzó boca arriba observando el dosel negro que cubría la cama.
"…"
Silencio total en una oscuridad que cada vez cubría más la habitación pareciendo tragarla.
Quedándose mirando fijamente la nada, Alice desvió la cabeza al despertador que hacia un pequeño ruido cada uno segundos y se acercó para ponerle horario.
"Si me despierto temprano iré temprano a ver a Aurora." Murmuró en un tono bajo, moviéndose para poner la alarma.
Cuando dejó el despertador se quedó congelada ante la idea que había salido naturalmente.
Ir a jugar con Aurora, seguirla a todas partes, escucharla, contar sus historias, eliminar malvados villanos en la tarde y luego escucharla, hablar sobre sus planes para la escuela.
Ni siquiera le importaría si Aurora no jugaba con ella, solo quería estar a su lado… Quería estar al lado de alguien.
Ese sentimiento provocó que ella se congelara.
"Mañana la veré." Murmuró alejando cualquier pensamiento extra.
Tal idea era suficiente.
Cerrando sus ojos para descansar, ella escuchó el timbre y frunció el ceño de inmediato.
Levantándose y saliendo la habitación, vio que los sirvientes se movían y al llegar a la sala que daba a la entrada principal, James llevaba una expresión sonriente.
"¿Sucede algo?" Cuestionó Alice notando que algunos estaban tensos.
"Si, cariño. Vine a buscarte." Dijo la voz de Agatha y esa mujer entró de inmediato.
¿Qué hacía aquí? Alice se puso ligeramente nerviosa y dudó un momento.
Algunos pensamientos le decían que la iban a alejar de su amiga y que no le permitirían juntarse nunca y tal idea, por más desenfrenada que fuera, la aterraba.
"Yo…"
Agatha se acercó a ella y arrodillándose al frente, le sonrió acariciando suavemente su cabello, calmándola.
"¿Quieres ir a la escuela?" Preguntó Agatha, observándola y sonriendo de repente.
Alice tembló y no fue por nerviosismo, sino que emoción y esa mujer lo percibió perfectamente.
Y esperó.
Quería escuchar la respuesta directamente de ella.
"Sí." Respondió Alice, observándola un poco tímida al darse cuenta de que Agatha sonreía.
"¿Eso es lo único que deseas? No seas tímida, pide lo que quieras." Instó Agatha sonriendo cálidamente.
El sentimiento que expresaba y la calidez que emanaba puso nerviosa a Alice, pero al sentir las caricias en su cabeza, se relajó.
"También quiero otra cena preparada por usted… Y un cumpleaños." Murmuró Alice honestamente.
Hoy era el cumpleaños de Aurora y antes de que fuera las doce prepararon una torta y para Alice tal idea sonaba bien.
Le mencionaron que mañana habría todo tipo de comidas para el festejo privado y Alice también quería comer y disfrutar de la comida de un cumpleaños.
"¿Un cumpleaños?" Preguntó Agatha, sorprendida y luego riéndose suavemente, respondió. "Lo cumpliré. A cambio. Quiero algo de ti."
Alice puso una expresión seria al recibir la mirada solemne de Agatha, que no pudo mantenerla antes de sonreír cálidamente.
"¿Te gustaría ser mi hija?" Preguntó Agatha y sacando el nerviosismo con una sonrisa animada, detalló. "Serás hermana de Aurora. Vivirás con nosotros y podrás hacer todo lo que una niña desea. Con padres, hermanas y una familia."
Fue Alice quien abrió sus ojos sorprendida ante tal idea.
Parpadeó y volvió a parpadear otra vez conmocionada por tal propuesta y…
"No lo pienses demasiado." Dijo Agatha observándola y dando una sonrisa cálida, abrió sus brazos.
Solo necesitaba dar unos pasos y abrazarla, para aceptar y… Alice se movió sin ni siquiera pensarlo y la abrazó.
Ella fue levantada y Agatha le devolvió el abrazo con una calidez y un amor, que resultaba abrumador.
El cariño, la preocupación y la calma que daba llevó a que Alice cerrara sus ojos y la abrazara con todas sus fuerzas, sin deseos de soltarla.
No escuchó nada más hasta que caminaron a un auto que los esperaba.
"Espera un poco, cariño." Dijo Agatha sentándola en el asiento trasero y Alice se congeló por quienes estaban presentes.
Mientras Agatha la sentaba y le ponía el cinturón, Alice recibió la mirada de Antón, quien se dio vuelta y le dio una sonrisa cariñosa.
"Me alegro de que aceptaras." Murmuró Antón en un tono bajo que provocó que Alice desviara la mirada.
Era una mezcla de vergüenza y timidez, pero al lugar en donde desvió la mirada fue en donde estaba Aurora extasiada y…
"¡SIIIII! ¡Tengo una hermanita!" Exclamó Aurora y desatándose, la abrazó con todas las fuerzas.
No fue un abrazo amistoso, sino que cariñoso y motivado, mientras que Alice suavemente levantó sus brazos respondiendo.
Recién dándose cuenta de que por primera vez tenía una hermana… Una familia.
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