Agatha dio un vistazo a la habitación en donde estaba descansando Alexa Crawford, quien estaba pálida y cerca de la muerte, acostada en su cama.
Ella estaba en la entrada de la habitación, viendo como esa joven que estaba en su límite, le sonreía, como si le dijera que fuera a terminar de hacer lo que vino.
Dando un suspiro, Agatha salió del lugar, cerrando la puerta y moviéndose por el pasillo, caminó a la sala del primer piso en donde la estaban esperando tres personas.
Frederick Crawford era bastante mayor, con facciones cuidadas y una barba bien arreglada, que ahora mostraba una expresión complicada y la observaba con expectativa y esperanza.
Por otra parte, estaba Alaysia la esposa de ese hombre.
Una mujer de largo cabello rubio y ojos azules, que era bastante alta y ligeramente esbelta, en este momento, estaba llevando la expresión llena de esperanza similar a su esposo.
En sus brazos, estaba la pequeña Amber, que, a pesar de ser tan joven, observaba captando ligeramente la situación actual.
Era junio del año 2029 y a pesar de tantos problemas, Agatha se dio un tiempo para actuar en la obra de su nuera.
"¿Cómo se encuentra?" Preguntó Alaysia sin ocultar la esperanza en su voz.
La mirada intensa, de una madre, queriendo recibir buenas noticias, era algo que afectó a Agatha.
¿Fue por qué se puso en la posición de esa mujer? Al igual que esa mujer que estaba haciendo todo en su poder para que su hija sobreviviera, Agatha haría lo mismo.
"Es… Complicado." Respondió Agatha y agitando su mano, para que la pequeña no escuchara, reveló. "Ella morirá eventualmente."
El llanto estalló en Alaysia, quien abrazó a su hija y lloró desconsolada.
Era imposible que no conociera a su propia hija y ahora captó la verdadera causa de muerte.
"¿No hay nada más que se puede hacer? Por favor, haré lo que sea." Pidió Frederick y aunque trató de mostrar una expresión fuerte, su voz quebrada lo delataba.
"No… Frederick. Alexa no quiere vivir." Murmuró Alaysia, llorando mientras era consolada por su hija que no escuchaba sus palabras.
Agatha quitó el hechizo y se quedó en silencio ante ese murmullo.
Alexa Crawford eventualmente moriría y si no era por su enfermedad, era porque se suicidaría.
Algunos podrían pensar que no encontrar a su ídolo la llevo hasta ese extremo, sin embargo, Agatha sabía que era un asunto mucho más complicado que ese y a la vez igual de inexplicable.
Acompañando a Frederick que la invitó a otra sala, ese hombre se quedó en la mesa durante unos segundos.
"¿No hay nada que pueda hacer para que viva?" Preguntó Frederick y bajando su voz, dudó. "Usted es… ¿No puede hacer nada?"
Ella era la madre del 'Enemigo de la Humanidad' del que tanto hablaban y ese hombre lo sabía, porque fue él quien se encargó de borrar sus datos y ocultarlos.
Al igual que fue él, quien se encargó de borrar los datos de su hijo, desapareciéndolo como si nunca hubiera existido.
El Secretario de Defensa de los Estados Unidos, estaba lo suficiente desesperado como para hacer lo que sea para salvar a su hija.
"Estoy profundizando mi magia mental y puedo borrar la mente. Sus recuerdos, sus deseos y su persona, desapareciendo la idea de suicidio." Dijo Agatha y con seriedad, añadió. "No puedo garantizar el éxito y es probable que termine peor de lo que puedes imaginar."
Jezabel que estaba dirigiendo este pequeño espectáculo, no le ordenó que era lo que tuviera que hacer y le mencionó lo que deseaba.
Borrar los recuerdos de Alexa, para que no recordara a su ídolo y viviera, era posible y si bien no entraba dentro del deseo de Jezabel, era probable que esa existencia, se estuviera divirtiendo por sus palabras.
El problema era que, si todo no iba como el plan de esa pequeña, las cosas podían terminar muy mal y Agatha estaba segura, de que si borraba los recuerdos cosas peores podían suceder.
Aun así, que diera la opción, no significaba que no siguiera el plan y…
"O puedo pedir por un buen destino para ella." Añadió Agatha con calma.
Alexa deseaba suicidarse porque descubrió que Karzhal no estaba en este mundo y esa joven inestable, aceptó la idea de que tal vez en la siguiente vida lo encontraría.
Y lo que ella podía hacer era pedir a Aión, que la guiara a un buen destino tal como Jezabel deseaba.
Un destino en donde al revivir, se encontrará con su hijo, en donde fuera que se estuviera preparando la 'Luna de Miel'.
Sin embargo, decirle a un padre tales palabras, solo fueron un consuelo vació.
Frederick bajó la cabeza y se apoyó en la mesa de la habitación, conteniendo todas sus maldiciones mientras sentía impotencia.
¿Cómo sonaron sus palabras a su oído? Si a ella le dijeran tales palabras, Agatha se enfurecía.
Le estaba diciendo que se rindiera en la vida de su hija y la dejara morir, con el consuelo de que tal vez en su vida siguiente estaría mejor.
"Está bien." Intervino de repente Alaysia que los siguió y mirándola, pidió. "Por favor, dele la mejor fortuna."
"Cariño…" Frederick abrió su boca y la cerró, mientras sus hombros decaían, lleno de impotencia al no poder salvar su hija.
Agatha controló su expresión y trató de convertirse en una espectadora, un medio para llevar a cabo el espectáculo de su nuera.
El Diablo Inmortal, la Emperatriz del Infierno, la Diosa Primordial de la Destrucción, el Fuego y el Caos, disfrutaba estas situaciones y no le importaba lo que sucediera.
En busca de su propio espectáculo guio a una joven cuya mente era inestable, para que se dejara morir, prometiendo que conocería a su ídolo.
Era difícil de comprender incluso para ella.
"No podemos dejar que siga de esta forma. Ella ha aguantado demasiado nuestros deseos. Ahora quiere acabar con todo." Dijo Alaysia y en voz baja, murmuró. "Lo único, que podemos hacer es desearle buenos deseos y ayudarla a conseguir las bendiciones del destino."
Agatha sabía que Alexa estaba enferma y fueron esos tenaces padres, quienes la mantuvieron viva, hasta que el punto de que lograron conseguir la ayuda de Karzhal.
En este punto de la vida en donde Alexa podía tomar sus propias decisiones, Alaysia aceptó la difícil decisión de su hija.
"¿Puede hacerlo ahora?" Preguntó Alaysia y mordiéndose los labios, añadió. "Yo no creo que después pueda…"
Aceptarlo.
Si se quedaba a pensar, si dudaba, trataría de forzar a su hija a que estuviera con ellos, dándose cualquier excusa que se les ocurriera, desde que Alexa no estaba en condiciones de decidir o estaba mal mentalmente.
Y lo peor era que lo estaba.
Si no fuera por la magia, que Aión y los dioses existían, Agatha tampoco creería en la otra vida luego de la muerte.
Dándose cuenta de que Frederick aceptaba, Agatha subió de vuelta al cuarto con los padres, quienes llevaron a su hija y los dejo entrar a ellos.
Alexa al darse cuenta de la atmosfera sonrió de una manera tan emocionada, que resultó extraño y fue aún más raro, cuando la vitalidad volvió a su cuerpo, como si deseara despedirse de todos.
"¿Te encuentras bien?" Preguntó la pequeña Amber.
Ambos padres contuvieron sus lágrimas, llanto y dolor, la razón fue que Alexa dejo ver una sonrisa que no concordaba con lo que sucedía.
"Por supuesto. Solo iré a otro lugar." Respondió Alexa y sonriendo animada, le dio un palmaditas a su hermana y anunció. "A veces tienes que hacer todo por tu ídolo."
¿Qué clase de consejo era ese? Agatha no pudo comprender a esa joven mujer y fue por eso que se abstuvo de hablar.
"Gracias por mantenerme con vida para encontrarlo." Dijo Alexa con calma mientras se recostaba y en voz baja, añadió. "No se olviden de cremar mi cuerpo."
La voz tan llena de tranquilidad, sin miedo y en calma, era demasiado extraña en esta atmosfera de tristeza que emanaban los padres.
De todo lo que agradeció fue que la mantuvieran viva hasta que pudo conocer a su ídolo.
Alaysia abrazó a su hija con fuerza y se despidió en llanto.
Le estaba permitiendo hacer lo que deseaba y si esto fuera antes del Gran Cataclismo, Agatha creía que hubiera sido difícil que la dejaran tomar esta difícil decisión.
Alexa tenía de ídolo a su hijo y su fanatismo era tan extremo, que se suicidaría por él y por el autógrafo que supuestamente buscaba… Tenía sentido que Jezabel pusiera sus ojos en alguien tan inestable como ella.
Tras las despedidas, Agatha juntó sus manos.
"Oh, querido Dios guía esta alma a una buena vida y otorgarle el destino que ella desea…" Imploró Agatha siguiendo la idea del espectáculo.
La presencia de Aión apareció en este lugar y oculta se reveló otra presencia, que actuaron sobre Alexa, calmándola por completo.
Agatha que últimamente leyó los libros de su hijo de magia espiritual, pudo percibir el alma que era atrapada antes de fuera al Río de la Reencarnación.
Y el llanto se desencadenó en la familia, al darse cuenta de que su hija ya no estaba con ellos.
Por su parte, Agatha dio un suspiró deseando dejar este lugar.
******
Entrando al sótano, Agatha observó a su nuera, jugando con lo que parecía ser una brillante alma, que resplandecía.
"Parece que te has divertido." Murmuró Agatha de forma inevitable.
"Si, el drama y la tragedia me agrada. Le doy seis de diez palomitas de maíz." Respondió Jezabel en un tono que llevaba diversión.
Aunque era extraño tal clasificación, en realidad una fuente de palomitas de maíz demostró que estuvo disfrutando la obra.
Aun así, escuchar que todo lo que vio lo trató como una película o serie, era sin duda extraño y Agatha que se dejó caer a su sofá, no quiso pensar del tema.
"Estoy sorprendida de que Aión te ayudara." Señaló Agatha siendo honesta.
Estaba cambiando de tema, pero a uno que le pareció curioso.
Si bien era cierto que ella estaba trabajando en la Iglesia del Tiempo y el Espacio, lo que se pidió para ese asunto era mejorar el destino de una persona y tal resultado no era algo que esa existencia hiciera.
Aunque en ese sentido, en este momento, esa existencia estaba haciendo más cosas de lo que se pensaba que haría.
"No me ha ayudado, solo se presentó para observar. Por lo demás, me estoy encargando yo." Respondió Jezabel y con una sonrisa, explicó. "Debo proteger el alma de Alexa para que mantenga sus recuerdos y reencarnarla en el momento correcto, para que cuando empiece la luna de miel y Karzhal despierte."
Como si estuviera reuniendo actores para su espectáculo y los estuviera poniendo en escena, guiándolo al momento correcto.
Agatha todavía no podía adaptarse a tales ideas y lo peor era…
"Espero que mantenga su pureza hasta que mi amado la conozca. Si es tan fanática como dice, quiero ver hasta qué extremo puede llegar." Murmuró Jezabel y al ver que ella la miraba incrédula, dudó. "¿Qué? Karzhal es un vampiro y su naturaleza es tan peculiar como intensa. Es normal que tenga juguetes para divertirse y relajarse."
Agatha parpadeó una y otra vez, tratando de entender lo que esa niña estaba hablando.
Comprendía que la naturaleza de los vampiros estaba centrada en la lujuria y con un fuerte deseo por las mujeres y a pesar de que no había visto a su hijo, era raro escuchar lo que Jezabel estaba haciendo.
"No es para nada raro. No quiero suprimir la naturaleza vampírica de Karzhal y es normal que quiera relajarse con juguetes. Los vampiros tienen siempre un par de juguetes." Respondió Jezabel y encogiéndose de hombros, añadió. "Además, me agradan los harems. Son un cliché que, si mi amado lo desea, lo disfrutara… Aunque dudó que pueda rechazarlo."
Se rio divertida como si estuviera pensando en todas las situaciones que deseaba provocar para guiar a la persona que amaba.
Agatha había creído que alguien como esa mujer, no dejaría que nadie se acercara a su hijo y si bien ella también escuchó rumores sobre las relaciones de su hijo con la aprendiz y la supuesta niña adoptiva que tuvo, creyó que eran rumores.
Juzgó que eran rumores, porque pensó que esa existencia se molestaría si la persona que amaba tenía relaciones con otras personas.
"¿Por qué me molestaría que se acueste con otras? Soy posesiva con su amor y su ser, no su cuerpo. Además… Seré yo quien elija con quien puede hacer cosas sucias." Respondió Jezabel, leyendo sus pensamientos y con calma, añadió. "Y no, esta no es una relación abierta. Es algo unilateral."
Aunque lo estaba pensando, Jezabel pudo leer sus pensamientos más rápido de lo que ella podía captar.
Su idea de que ambos tenían una relación abierta o que Jezabel impediría que otras mujeres salieron con su hijo, fueron completamente negados.
La razón por la cual creyó que tales asuntos sucederían fue que esa misma niña asesinó a las mujeres con la cual su hijo tuvo contacto y relaciones, incluso la más inocente de ellas.
Sin embargo, la diferencia era clara; todas esas mujeres no fueron elegidas y aceptadas por Jezabel.
¿Por qué lo estaba haciendo? Si Agatha era sincera, no podría permitir que su esposo estuviera con otras mujeres, incluso si era algo casual y físico sin emociones de por medio.
"¿No me digas que no has usado juguetes para divertirte?" Dudó Jezabel y riéndose entretenida, explicó. "Esto es lo mismo."
A los ojos de esa existencia, cualquier mujer que estuviera con su amado serian juguetes, meros objetos para satisfacer necesidades y aunque se podían encariñar con objetos, nadie se enamoraba de ellos.
El modo que ella veía a los mortales era expresado con tales ideas.
"Por supuesto, también permitiré esposas. Sin embargo, tienen que cumplir ciertos estándares y condiciones, para aceptarlas como mis iguales o lo más cerca que puedan llegar." Precisó la pequeña como si fuera obvio y dando una expresión seria, anunció. "La pureza es lo principal."
Antes le mencionó que se había asegurado de que su hijo la amara y eso significaba, que no tenía miedo de perderlo.
Era posesiva con el 'amor' y con el 'ser' que, en este caso, englobaba el alma y la mente, pero no restringía el cuerpo.
Sin embargo, al dejar que tuviera otras esposas, significaba que podía compartir ese amor y Agatha supo que esa extraña manera de mantener la relación era la forma de esa existencia de mostrar su cariño.
Permitirle a Karzhal estar con otras mujeres, aceptar sus deseos y cumplir objetivos, era una manera de 'mimar' a la persona que amaba, muy similar como su pareja hacía con ella aceptando sus espectáculos.
Era difícil de comprender la perspectiva y más para Agatha, que era alguien bastante conservadora, pero lo aceptó.
Tampoco era que tuviera deseos de juzgar y únicamente había un tema, que le llamaba la atención.
"¿Por qué tienen que mantener su pureza?" Preguntó Agatha con curiosidad.
Estaba dando énfasis en un punto bastante particular y…
"Porque yo no voy a regalar juguetes usados por otros." Respondió Jezabel como si fuera obvio.
Agatha se arrepentiría de haber preguntado.
Para ser alguien capaz de llevar a cabos actos de terrorismo o incluso guiar que una joven se dejara morir, dándole una promesa, que tal vez podía no cumplir, esto no parecía demasiado.
Y al final, no era para nada raro, cuando esa existencia, ni siquiera era humana.
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