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37.92% The Guardian [Spanish/Español] / Chapter 372: Historia Paralela Nuevo Comienzo Capítulo 42: Obedezcan o acepten las consecuencias.

บท 372: Historia Paralela Nuevo Comienzo Capítulo 42: Obedezcan o acepten las consecuencias.

Aurora suspiró cansada al ver al último camión militar llegar a la entrada de la Ciudad Zinder.

Se había hecho todo lo posible para traer a las personas que deseaban mudarse a Zerzura en tan solo dos semanas.

Ahora estaba empezando la tercera semana y ella ya podía decir que había hecho todo lo que estaba en su poder.

Bastantes pueblos y aldeas decidieron quedarse en el área, ya sea porque desconfiaban de Zerzura, porque temían viajar o confiaban en el 'General' que tenía el control en el área.

Al final las razones eran múltiples y la respuesta solo era una sola.

Ella solo podía aceptarlo.

No era como si pudiera obligarlos, amenazarlos u ofrecerle mayores tratos que a otros.

Lo único que podía hacer era brindarles la oportunidad a todos, encargarse de eliminar las criaturas alrededor y derrotar a todos los maleantes que estaban presente en el área.

Algo que había realizado, ya que había detenido a bastante milicianos, ladrones e individuos que realizaban actos crueles y sanguinarios.

Tal vez por esa razón en algunos pueblos las fuerzas de Zerzura no fueron aceptadas… Después de todo, algunos de esos malhechores eran padres de familia de algunas aldeas.

Una buena acción para algunos, podía ser una mala acción para otros.

Ella había aprendido que lo único que importaba era sus propios objetivos y si bien era egoísta, esa era la forma por la cual se deseaba mover ahora.

Por otro lado, los monstruos, criaturas y bestias mágicas que estaban saliendo del bosque aumentaban cada día y era muy posible que algunos pueblos no pudieran resistir, sin embargo, aunque fuera cruel… Ella sabía que era su límite.

Aurora volvió a dar un largo suspiro.

"¿Qué sucede?" Pregunto Alice al acercarse con una botella de agua.

Ella era la que estuvo a cargo de proteger el último camión y estuvo trabajando arduamente durante estas dos semanas.

"Solo me preguntaba que se hacía cuando alguien rechaza tu ayuda." Respondió Aurora con honestidad.

Era cierto que algunas aldeas tenían sus circunstancias y complicaciones, pero era innegable que, al rechazar mudarse, era igual que rechazar su ayuda.

Ella no estaba molestaba, pero la situación tan tensa de África Occidental daba la posibilidad de que toda el área se volviera caótico.

La mejor prueba de ello eran los camiones y los cientos de milicianos en el área que estaban cargando su equipo, armas y llevaban sus vehículos militares.

La guerra entre dos Grandes Señores de la Guerra se acercaba y las ondas de ese choque se extenderían muy lejos.

No había duda de que, si la situación se complicaba, las ondas llegarían a Zerzura y ni hablar de Níger.

Podrían ser los principales afectados.

Y llegado ese momento, Aurora sabía que no podría ayudar como ella deseaba.

"No se hace nada." Respondió Alice y encogiéndose de hombros, señaló. "No puedes estar en todos lados y no todo saldrá como quieras."

Estaba señalando la realidad que estaba en frente de ella.

"Las personas pueden o no aceptar tu ayuda y eso se debe a su libre albedrío, si quieres cambiar eso…" Agregó Alice y deteniéndose un momento, dio una sonrisa ligeramente entretenida y declaró. "Bueno, tendrás que esclavizarlos de alguna manera."

Con esas palabras olfateo el olor a comida del almuerzo y se fue rápidamente como si estuviera hambrienta.

Aurora dio una media sonrisa al verla.

A veces ese lado idealista de ayudar a todos salía y se enfrentaba a la verdad… Su ayuda era limitada y solo llegaba a un punto.

Había demasiadas situaciones a la cual su ayuda no podría llegar, sería rechazada o simplemente podría causar más 'mal' que 'bien'.

Ahora solo podía encargarse de lo que podía hacer y no perder tiempo pensando en otros temas que no ayudaban.

Bebiendo agua, pensando en su siguiente misión Arca, pudo ver como mercenarios, aventureros y milicianos salieron de la Ciudad Zinder.

Había bastantes camiones y había muchas personas que se estaban dirigiendo a la guerra.

El Señor de la Guerra local reclutó a todos lo que podía y muchos gremios aceptaron dirigirse con ese hombre.

La mayor razón era porque temían a Zerzura y le molestaba las restricciones que ellos imponían.

El número abarcó gran parte de los gremios que estaban en su contra y a la mayoría de los mercenarios de la ciudad y en cuanto al Señor de la Guerra, se llevó a todos los milicianos.

La ciudad iba a quedar prácticamente sin defensas dejando a miles de personas desprotegidas.

Aurora a pesar de que sabía lo que sucedería, no pudo evitar suspirar.

Viendo como todos se subían a los camiones para empezar el viaje y como otros llevaban los pocos vehículos militares, ella dirigió su mirada al Señor de la Guerra local.

Ese mecánico solo le interesaba la guerra y tras reclutar a todos los que pudo, se dispuso a abandonar el lugar.

Él estaba conversando y despidiéndose de la Cardenal Brousseau que estaba sirviendo como diplomática principal.

Tras una charla banal ese hombre se subió a un vehículo militar y los camiones se empezaron a mover.

Aurora se levantó de su asiento y se dirigió a la Cardenal Brousseau.

"Fue tal como pensamos." Dijo la Cardenal Brousseau frotándose su sien.

El Señor de la Guerra local era un fanático de la guerra y era conocido por servir al 'General'.

Su falta de habilidades de administración lo llevo a aceptar tratos ilegales sin importarle la gente y solo tratando de reunir riqueza para aumentar el número de soldados.

Esa clase de individuos eran los señores de la guerra y si los rumores sobre la Señora de las Bestias eran ciertos, entonces era normal que se reuniera todas las fuerzas posibles.

Después de todo, esa 'Gran Señora de la Guerra' era una domadora de bestias con miles de bestias bajo su mando y era muy poderosa con su ejército.

"Hasta se puede decir que es peor de lo que esperábamos." Dijo la Cardenal Brousseau y cuando Aurora la miró, explicó. "Abandonaran todo Níger y se centraran en Nigeria."

Esas palabras hicieron que Aurora frunciera el ceño.

Tener el control de un área para los señores de la guerra significaba no solo prestigio, sino que también beneficios.

Las pocas ciudades que quedaban en el área eran controladas por ellos y los comerciantes, ciudadanos, gremios e incluso mercenarios pagaban impuestos.

Las aldeas o pueblos si deseaban 'protección' necesitaban pagar para obtenerla y algunos señores de la guerra exigían que pagaran para que siguieran viviendo.

No importa lo que se dijera de áfrica, los gremios venían a este lugar en busca de riqueza porque simplemente podían conseguirla.

La venta de materiales, plantas mágicas, la limpieza de mazmorras y decenas de otros trabajos daba bastante beneficio.

Ahora el 'General' estaba cediendo ese beneficio.

"La Iglesia y la Empresa Apicius están investigando la Señora de las Bestias y el General. Hasta ahora la prioridad es la primera debido a sus claras intenciones hacia nosotros. Aun así, por la información que hemos recolectado del General, la situación será difícil para él." Explico la Cardenal Brousseau y dando una mirada al bosque a lo lejos, agregó. "La Señora de las Bestias quiere tener frontera con el bosque. Es posible que como una domadora desee controlar las bestias mágicas poderosas de esa área."

No era una posibilidad era un hecho… Aurora se guardó esas palabras para sí misma.

Ella misma había detenido la ambición de la otra parte al salvar a esa gran bestia mágica de los cazadores y si bien el método de control era atípico, si lo hubiera conseguido era posible que esa Gran Señora de la Guerra hubiera obtenido una gran fuerza de combate.

"Si los rumores de que es cruel son ciertos, es posible que ella desee venganza… Y eso significa que seguramente vendrá a por nosotros." Murmuró Aurora con cierta certeza.

Había muchos rumores sobre esa gran mujer y estaba claro que, si la otra parte tenía la fuerza, seguramente los deseara aplastar.

No solo era por venganza, sino que debido a la cercanía de Zerzura con el General.

Era cierto que era a nivel superficial, pero el General había permitido que Zerzura viniera a estas tierras y se llevara a todos los refugiados que deseaba.

Si bien era porque eventualmente no podría protegerlo, Zerzura también se llevó posibles milicianos y aventureros que podrían haberse unido a su fuerza.

Los Señores de la Guerra eran como los antiguos nobles, que se creían dueño de la tierra y la gente y en caso de que perdieran uno de ellos se enfadarían.

Aurora recientemente se dio cuenta de esa característica debido a que Nicholas estaba encontrando problemas en Sudan.

Estaba actuando en modo diplomático y algunos Señores de la Guerra que gobernaban algunas pocas ciudades, estaban actuando muy reticentes a dejar que otros entraran.

"Lo sé. Vamos a utilizar Zinder como un puesto de avanzada, pero la situación está difícil para nosotros. Las fuerzas de la Iglesia están participando en la guerra europea-demoniaca y si sacamos a muchos de ellos, los demonios y gremios de jugadores pueden actuar." Dijo la Cardenal Brousseau y dando una mirada a la ciudad, explicó. "Y en esta ciudad todavía quedan algunos gremios y fuerzas ocultas, esperando a que nos vayamos para tomar el control y hacer de las suyas."

Si un tigre abandonaba su cueva, otro desearía ocuparlo… Aunque algunos de ellos solo fueran chacales.

La Iglesia estaba restringida a la hora de enviar fuerzas por culpa de la guerra europea-demoniaca y como si fuera poco también se encargaban de que la Calamidad No-muerta no dejara Egipto.

Había demasiados no-muertos en Egipto y si bien no tenían conciencias, a veces se extendían por la zona vecina y causaban estragos.

A todo eso, también las fuerzas aliadas estaban para evitar que nadie entrara en el lugar y despertara algún peligro latente.

Al ver que la Cardenal Brousseau estaba un poco estresada, Aurora dio una mirada a la ciudad y se decidió.

"Haz que todos los líderes de gremios y las fuerzas vayan al centro de la ciudad. Me encargaré de ellos." Pidió Aurora con una mirada fría.

******

La Cardenal Brousseau observó la plaza central de la Ciudad Zinder.

En el lugar se encontraba los líderes de los gremios que quedaban en la ciudad, los grupos mercenarios y algunos que otros individuos que estaban esperando su momento para actuar.

África se había convertido en el patio de juego de los poderosos y los rangos S que en otras partes serian líderes de gremios de rango mediano o serian miembros de mediana importancia, aquí se llamaban señores de la guerra.

Necesitaban conseguir un ejército propio, pero la fuerza personal era lo principal que se necesitaba al menos para obtener el título, y si es que no deseaban terminar muriendo.

Cualquier persona que tuviera ambición le gustaría ser 'Rey' por unos días, a ser un mero subordinado… Y en África había muchos ambiciosos.

En la plataforma que estaba al final, Aurora y Alice subieron al lugar.

Ambas eran guapas y tenían un color de cabello y ojos similares, pero en los demás eran diferentes.

Aurora era más joven y era algo delgada dando evidencia que era una jovencita que lucía delicada, por su parte Alice estaba madurando dando la sensación de que se convertiría en una mujer encantadora.

Al mismo tiempo sus miradas eran muy opuestas.

Alice daba una mirada indiferente a cada persona que la observaba y esa sonrisa en sus labios, demostraba que se estaba divirtiendo como si todo fuera un juego.

Muy diferente a su hermana, que observaba con calma a todos los presentes con una expresión seria y decidida a conseguir lo que ella buscaba.

"La Ciudad Zerzura se hará con el control de la Ciudad Zinder. Desde ahora hasta que nos retiremos, los ciudadanos, gremios y cualquier usuario de habilidad debe seguir nuestras leyes al pie de la letra." Anunció Aurora y dando una mirada a los presentes, declaró. "Tienen prohibido atacar a bestias mágicas que son protegidas por Zerzura y sus negocios se deben regular por medio de las leyes en protección a las bestias mágicas."

La expresión de la Cardenal Brousseau tembló al igual que todos los presentes, pero fue por una razón diferente a los demás.

Le había mencionado que no tenían la capacidad de controlar y ocupar la Ciudad Zinder y la mayor razón era que debían centrarse en Zerzura.

Actualmente Zerzura no tenía la capacidad de hacerse cargo de otras ciudades y tampoco tenía la capacidad proteger pueblos, ni siquiera en el exterior de la ciudad.

Era por eso que James instaló la gran muralla para tener una defensa y centrarse en el desarrollo interno.

Ahora Aurora lo hizo ver como si estuvieran ocupando la ciudad.

Por un momento la Cardenal Brousseau, se preguntó como James cambiaria sus planes para adecuarse a los intereses de esas jovencitas, pero al momento siguiente dio una sonrisa.

Era por la pequeña sonrisa que estaba dando Alice y por la mirada de Aurora.

Ahora mismo estaban tirando un anzuelo tratando de provocar a los pequeños peces y la provocación funciono.

"¡No! ¡No podemos obedecer! ¡No dejaremos que nuestra caza sea restringida!"

"¡No queremos ser gobernados por ustedes!"

"¡Váyanse!"

"¡Esto es África! ¡Nosotros haremos lo que deseamos!"

No solo enfureció a los gremios de cazadores, sino que también a los comerciantes y a los artesanos que dependían de cazar algunas bestias mágicas.

¿Por qué detenerse por unas reglas cuando necesitaban dinero?

Si para algunos antes fueron de ayuda a eliminar maleantes, ahora ella se estaba poniendo como una tirana egoísta que buscaba sus propios intereses.

"Ustedes lo dijeron. ¡Esto es África!" Declaró Aurora y liberando su aura de rango S, anunció. "¡Obedezcan o acepten las consecuencias!"

Con su aura la presión que liberaba era como una espada afilada que daba la sensación de que cortaría a aquellos que se oponían.

Causaba cierto temor instintivo que incluso la misma Cardenal Brousseau pudo sentir, pero su aura era amigable comparada con la otra aura y la escena a su espalda.

Alice que estaba a un paso atrás de su hermana, no solo había dejado su aura salir, sino que también la oscuridad bajo sus pies se había extendido por el aire solidificando en una pared de oscuridad.

El aura de esa jovencita era fría y siniestra dando la sensación de que podría masacrarlos a todos sin cambiar de expresión.

Que hubiera intención asesina solo hizo palidecer a los más expertos del lugar y la mayor razón era las lanzas que estaban saliendo de la pared negra.

Decenas de lanzas negras apuntaron a todos los presentes de la plaza y combinados con el aura fría y la intención asesina junto a esa sonrisa que estaba llevando la joven, les hizo darse cuenta a todos de lo que sucedería.

"Ustedes tienen la elección." Declaró Aurora con un tono simple antes de bajar.

La oscuridad de la pared retrocedió junto a las lanzas negras y antes de que Aurora pudiera girar su mirada, todo había vuelto a la sombra de Alice quien solo dio una sonrisa.

La Cardenal Brousseau observó la plaza en donde los comerciantes estaban paralizados temblando de miedo mientras que todos los usuarios de habilidades ya habían sacado sus armas.

A pesar de que temblaban como gelatina, sus cuerpos reaccionaron al peligro de forma instintiva y buscaron protegerse.

"Gracias por no dirigir su intención hacia mí. Soy demasiado vieja para soportar tal presión." Dijo la Cardenal Brousseau dándole una sonrisa a Alice y al ver que ella solo asentía, dirigió su mirada a Aurora, y comentó. "Buen trabajo. Con esto se mantendrán asustado por un buen tiempo."

El grupo no estaba asustado estaba aterrado y si alguien recordaba todos los que murieron cuando Zerzura llegó a la ciudad, entonces tenía sentido que temieran.

Una advertencia útil y necesaria para mantenerlo en control y que siguieran las reglas, obedeciendo en silencio.

Y más en este momento en donde James y la Ciudad Zerzura estaba ocupada.

"No fue nada. Es mejor mantener un ojo en el lugar. También es preferible dejar a Alima a cargo, ella tiene experiencia y se ha vuelto conocida aquí. También ha reclutado a muchas personas y puede seguir haciendo un buen trabajo." Dijo Aurora y al ver su mirada interesada por sus futuras acciones, avisó. "Yo me prepararé para viajar a Sudan."

Con esas palabras ella se retiró con su hermana de lado.

La Cardenal Brousseau se quedó mirándolas y solo pudo suspirar.

No entendía como Antón y Agatha criaron a sus hijas para que terminaran siendo de esa forma, pero no podía negar que eran confiables.


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