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95.23% Hush-hush / Chapter 100: Cap. 1

บท 100: Cap. 1

Esta noche 

No soy una chica fiestera. La música ensordecedora, los cuerpos girando, las sonrisas ebrias, no son lo mío. Mi sábado por la noche  ideal sería en casa, acurrucada en el sofá y viendo una comedia romántica con mi novio, Patch. Predecible, de bajo perfil... normal. Mi  nombre es Nora Grey, y aunque era una adolescente estadounidense promedio, que compraba ropa en las baratas de J. Crew y gastaba mi sueldo de niñera en iTunes, lo normal y yo nos hemos convertido  recientemente en perfectos desconocidos. Como por ejemplo, no reconocería lo normal incluso si viniese directo hacia mí y me hiciera un guiño de ojos.

Normal y yo nos separamos cuando Patch se estrelló contra mi vida. Patch ha crecido en mí, opera sobre lógica fría y dura, se mueve como el humo, y vive solo en un estudio súpersecreto y súper-presuntuoso debajo del Parque de Atracciones de Delfos. El sonido de su voz, baja y sexi, puede derretir mi corazón en tres segundos. También, es un ángel caído, expulsado del cielo por su flexibilidad a la hora de seguir las reglas. Personalmente creo que Patch asustó terriblemente a "normal", que huyó hacia el otro lado del mundo. 

Tal vez no tenga normalidad, pero tengo estabilidad. Es decir, en la forma de mi mejor amiga desde hace doce años, Vee Sky. Vee y yo tenemos un vínculo inquebrantable que incluso una larga lista de diferencias no  puede romper. Dicen que los opuestos se atraen, y Vee y yo somos la prueba de la validez de la declaración. Soy delgada y más bien alta, con grandes rizos que ponen a prueba mi paciencia, y soy del tipo de personalidad A1. Vee es aún más alta, con cabello rubio ceniza, ojos verde serpiente, y más curvas que una montaña rusa. Casi siempre, los deseos de Vee triunfan sobre los míos. Y a diferencia de mí, Vee vive su vida por una buena fiesta. 

Esta noche el deseo de Vee de pasar un buen rato nos llevó al otro lado de la ciudad a un retumbante depósito de ladrillo de cuatro pisos con música de discoteca, inundado con identificaciones falsas, y repleto de cuerpos que generaban suficiente sudor para llevar los gases de efecto invernadero a un nivel completamente nuevo. El diseño interior era estándar: una pista de baile emplazada entre un escenario y una barra. Corría el rumor de que una puerta secreta detrás de la barra llevaba al sótano, y el sótano llevaba a un hombre llamado Storky, quien dirigía una próspera empresa que pirateaba prácticamente "cualquier cosa". Los líderes de la comunidad religiosa seguían amenazando con clausurar el antro de perversión para los adolescentes problemáticos de Coldwater... también conocido como Devil's Handbag. 

—Disfrútalo, cariño —gritó Vee sobre los sonidos bajos sin sentido de la música, entrelazando sus dedos con los míos y moviendo las manos por encima de nuestras cabezas. Estábamos en el centro de la pista de baile, siendo empujadas y golpeadas por todos lados—. Así es como un sábado por la noche debe ser. Tú y yo abandonadas al desenfreno, dejándonos ir, sudando como chicas a la antigua. 

Hice mi mejor esfuerzo para dar un asentimiento entusiasta, pero el hombre de atrás seguía pisando el talón de mi zapato sin tacón, y a intervalos de cinco segundos, tenía que meter el pie de nuevo en él. Las chicas a mi derecha estaban bailando con los codos hacia fuera, y si no tenía cuidado, sabía que iba a terminar con uno clavado en mí. 

—Tal vez deberíamos conseguir bebidas —le dije a Vee—. Se siente como en Florida aquí. 

—Eso es porque tú y yo estamos incendiando el lugar. Echa un vistazo al chico en el bar. No puede desviar su mirada de tus súper sexis movimientos. —Se humedeció un dedo y lo apretó contra mi hombro desnudo, haciendo con la boca un ruido de chisporroteo. 

Seguí su mirada... y mi corazón dio un vuelco. 

Dante Matterazzi alzó la barbilla en reconocimiento. Su siguiente gesto fue un poco más sutil. 

«No te tenía como del tipo fiestera», habló a mi mente. 

«Es curioso, yo no te tenía como del tipo acosador», repliqué. 

Dante Matterazzi y yo pertenecíamos ambos a la raza nephilim, y por lo tanto, compartíamos la capacidad innata de hablar con la mente, pero las similitudes se terminaban allí. Dante no sabía cómo dejarme, y yo no sabía cuánto tiempo más podría esquivarlo. Lo había conocido por primera vez esta misma mañana, cuando vino a mi casa para anunciar que los ángeles caídos y los nephilim estaban al borde de la guerra, y yo era la encargada de liderar a los últimos, pero ahora necesitaba un descanso de conversaciones sobre guerra. Era abrumador. O tal vez yo estaba en negación. De cualquier manera, me hubiera gustado que desapareciera. 

«Te dejé un mensaje en el teléfono», dijo. 

«Vaya, se me debe de haber pasado por alto. O más bien como que lo he borrado». 

«Tenemos que hablar». 

«Estoy un poco ocupada». Para enfatizar mi punto, moví mis caderas y agité mis manos en el aire, haciendo todo lo posible para imitar a Vee, cuya cadena de televisión favorita era BET,  y se notaba. Tenía hip-hop grabado en su alma. 

Una ligera sonrisa curvó la boca de Dante. 

«Mientras estás en ello, haz que tu amiga te dé algunos consejos. Parece que te estuvieras tambaleando. Nos vemos en la parte trasera en dos minutos». 

Le fulminé con la mirada. «Ocupada, ¿recuerdas?» 

«Esto no puede esperar». Con un arqueo significativo de las cejas, desapareció entre la multitud. 

—Él se lo pierde —dijo Vee—. No puede manejar las altas temperaturas, eso es todo. 

—Acerca de las bebidas —le dije—. ¿Te traigo una Coca-Cola? 

Vee no parecía dispuesta a renunciar a bailar a corto plazo, y por mucho que yo quisiera evitar a Dante, pensé que era mejor que termináramos con esto. «Ármate de valor y habla con él». La alternativa era que él me hiciera sombra toda la noche. 

—Coca-Cola con limón —dijo Vee. 

Hice mi camino fuera de la pista de baile y, después de comprobar que Vee no me observaba, me metí por un pasillo lateral y salí por la puerta de atrás. El callejón estaba bañado en luz de la luna azul. Un Porsche Panamera rojo estaba aparcado en frente de mí, y Dante estaba apoyado contra él, con los brazos cruzados con soltura sobre el pecho. 

Dante medía más de dos metros y tenía el físico de un soldado recién salido del campo de entrenamiento. Caso en cuestión: Tenía más tono muscular en el cuello que el que yo tengo en todo mi cuerpo. 

Esta noche llevaba pantalones holgados y una camisa de lino blanca desabotonada hasta la mitad de su pecho, dejando al descubierto una V profunda de piel suave y sin vello. 

—Bonito coche —le dije. 

—Hace el trabajo. 

—Lo mismo hace mi Volkswagen, y cuesta mucho menos. 

—Se necesitan más que cuatro ruedas para considerarlo un coche. 

Ugh. 

—Entonces —dije, golpeando con mi pie—, ¿qué es tan urgente? 

—¿Aún sigues saliendo con ese ángel caído? 

Era solo la tercera vez en algunas horas que me lo preguntaba. Dos veces por mensajes de texto, y ahora cara a cara. Mi relación con Patch había pasado por un montón de altibajos, pero la tendencia actual era positiva. No habíamos abandonado nuestros problemas, sin embargo. En un mundo donde los ángeles caídos y los nephilim preferirían morir antes que sonreírse el uno al otro, salir con un ángel caído era un no rotundo. 

Me enderecé para estar más alta. 

—Ya lo sabes. 

—¿Son cuidadosos? 

—Discretos es la consigna. —Patch y yo no necesitábamos que Dante nos dijera que era no prudente hacer demasiadas apariciones públicas juntos. Nephilim y ángeles caídos nunca necesitaban una excusa para enseñarse unos a otros una lección, y las tensiones raciales entre los dos grupos eran cada vez peores con cada día que pasaba. Estábamos en otoño, octubre, para ser exactos, y el mes judío de Jeshván estaba a tan solo unos días. 

Cada año, durante Jeshván, los ángeles caídos podían poseer cuerpos nephilim y los manejaban como al rebaño. Los ángeles caídos tienen rienda suelta para hacer lo que quieran, y ya que es el único momento del año en que realmente pueden sentir una sensación física, su creatividad no tiene límites. Ellos persiguen el placer, el dolor, y todo lo demás, haciendo de parásitos en sus huéspedes nephilim. Para los nephilim, el Jeshván era una prisión infernal. 

Si Patch y yo fuéramos incluso vistos cogidos de la mano por las personas equivocadas, nos lo harían pagar, de una forma u otra. 

—Hablemos acerca de tu imagen —dijo Dante—. Tenemos que generar un ambiente positivo alrededor de tu nombre. Aumentar la confianza de los nephilim en ti. 

Di un teatral chasquido con mis dedos. 

—¿No odias cuando tus índices de aprobación son bajos? 

Dante frunció el ceño. 

—Esto no es una broma, Nora. Jeshván comienza en poco más de setenta y dos horas, y eso significa guerra. Ángeles caídos en un lado, nosotros por el otro. Todo pesa sobre tus hombros, eres la nueva líder del ejército de nephilim. El juramento de sangre que hiciste a Hank está en vigor, y no creo que tenga que recordarte que las consecuencias de romperlo son muy, muy reales. 

Náuseas me pellizcaron el estómago. Yo no había exactamente solicitado el trabajo. Gracias a mi difunto padre biológico, un hombre verdaderamente retorcido llamado Hank Millar, había sido obligada a heredar el cargo. Con la ayuda de una transfusión de sangre de otro mundo, me había forzado a transformarme de una mera humana a una nephil pura sangre para que pudiera hacerme cargo de su ejército. 

Había hecho un juramento para dirigir a su ejército, que había entrado en vigor después de su muerte, y si no podía hacer eso, mi mamá y yo moriríamos. Términos del juramento. Sin presiones. 

—A pesar de todas las medidas de precaución que me propongo aplicar, no se puede borrar por completo tu pasado. Los nephilim están buscando información. Hay rumores de que estás saliendo con un ángel caído, y de que tus lealtades están divididas. 

—Estoy saliendo con un ángel caído. 

Dante rodó los ojos. 

—¿Podrías decirlo un poco más fuerte? 

Me encogí de hombros. «Si eso es lo que realmente quieres». Entonces abrí mi boca, pero Dante estaba a mi lado en un instante, cubriéndola con su mano. 

—Sé que te mata, pero ¿podrías hacer mi trabajo un poco más fácil solo por esta vez? —murmuró en mi oído, mirando en torno a las sombras con evidente malestar, a pesar de que estaba segura de que estábamos solos. Yo solo había sido una nephil de pura raza durante veinticuatro horas, pero confiaba en mi nuevo, y más agudo, sexto sentido. Si hubiera espías al acecho, yo lo sabría. 

—Mira, sé que cuando nos conocimos esta mañana dije descuidadamente que los nephilim tendrían que acostumbrarse a que saliera con un ángel caído —le dije mientras él bajaba su mano—, pero yo no estaba pensando. Estaba enojada. He pasado el día pensándolo en profundidad. He hablado con Patch. Estamos siendo cuidadosos, Dante. Muy cuidadosos. 

—Es bueno saberlo. Pero todavía necesito que hagas algo por mí. 

—¿Cómo qué? 

—Sal con un nephil. Sal con Scott Parnell. 

Scott era el primer nephil del que había sido amiga, a la tierna edad de cinco años. Yo no tenía conocimiento de su verdadera herencia en ese entonces, pero en los últimos meses había asumido el papel de mi verdugo primero, mi cómplice en el crimen, y, finalmente, mi amigo. No había secretos entre nosotros. Del mismo modo, no había química romántica. 

Me reí. 

—Me estás matando, Dante. 

—Sería teatro. Para guardar las apariencias —explicó—. Solo hasta que nuestros desafíos te preparen. Solo has sido una nephil un día. Nadie te conoce. La gente necesita una razón para que les agrades. Tenemos que hacer que se sientan cómodos confiando en ti. Salir con un nephil es un buen paso en la dirección correcta. 

—No puedo salir con Scott —le dije a Dante—. A Vee le gusta. 

Decir que Vee había tenido mala suerte en el amor era ser optimista. En los últimos seis meses se había enamorado de un depredador narcisista y un canalla traicionero. No es sorprendente que ambas relaciones le hicieran dudar seriamente de su instinto en el amor. Últimamente, se había negado de forma inequívoca a incluso sonreírle al sexo opuesto... hasta que Scott llegó. Ayer por la noche temprano, apenas unas horas antes de que mi padre biológico me obligase a transformarme en una nephil de pura raza, Vee y yo habíamos llegado a Devil's Handbag para ver a Scott tocar el bajo para su nueva banda, Serpentine, y ella no había dejado de hablar de él desde entonces. Echarla a un lado y robar a Scott ahora, incluso si se trataba de un ardid, sería el peor golpe bajo. 

—No sería real —repitió Dante, como si eso lo hiciera todo color de rosa. 

—¿Lo sabría Vee? 

—No exactamente. Tú y Scott tendrían que ser convincentes. Una filtración sería desastrosa, así que me gustaría limitar la verdad entre nosotros dos. 

Lo que significaba que Scott también sería una víctima de la astucia. Hice lo de las manos en las caderas, queriendo posar firme e inamovible. 

—Entonces vas a tener encontrar a otra persona. —No estaba encantada con la idea de fingir salir con un nephil para aumentar mi popularidad. De hecho, me parecía un desastre en ciernes, pero quería dejar este lío detrás de mí. Si Dante pensaba que un novio nephilim me daría más credibilidad callejera, que así fuera. No sería real. Obviamente a Patch no le haría mucha gracia, pero tendría que hacer frente a un problema a la vez, ¿no? 

La boca de Dante se comprimió en una línea, y cerró los ojos un momento. Invocando paciencia. Era una expresión a la que había terminado por acostumbrarme a lo largo del día. 

—Él deberá ser venerado en la comunidad nephilim —dijo un pensativo Dante finalmente—. Alguien a quien los nephilim admiren y aprueben. 

Hice un gesto de impaciencia. 

—Bien. Simplemente encuentra a alguien que no sea Scott. 

—Yo. 

Me sobresalté. 

—Disculpa. ¿Qué? ¿Tú? —Estaba demasiado sorprendida para echarme a reír. 

—¿Por qué no? —preguntó Dante. 

—¿Realmente quieres que comience a enumerar razones? Porque te tendré aquí toda la noche. Eres al menos cinco años mayor que yo en años humanos... haría un escándalo total... no tienes sentido del humor, y... ah sí. No nos soportamos. 

—Es una conexión natural. Soy tu primer teniente... 

—Porque Hank te dio el puesto. No tuve opinión en eso. 

Dante no parecía oírme, continuando con su versión de los sucesos. 

—Nos conocimos y sentimos una atracción instantánea y mutua. Te consolé después de la muerte de tu padre. Es una historia creíble. — Sonrió—. Montones de buena publicidad. 

—Si dices la palabra con P una vez más, voy a... hacer algo drástico. —Como golpearlo. Y luego golpearme a mí misma por siquiera considerar este plan. 

—Consúltalo con la almohada —dijo Dante—. Piénsalo. 

—Estoy pensándolo. —Conté hasta tres con mis dedos—. Bien, hecho. Mala idea. Muy mala idea. Mi respuesta es no. 

—¿Tienes una mejor idea? 

—Sí, pero necesitaré más tiempo para pensar. 

—Seguro. No hay problema, Nora. —Contó hasta tres con sus dedos—. De acuerdo, se acabó el tiempo. Necesitaba un nombre a primera hora esta mañana. En caso de que no sea extremadamente obvio, tu imagen está por los suelos. La noticia de la muerte de tu padre, y subsecuentemente tu nueva posición de liderazgo, se está esparciendo como fuego sin control. La gente está hablando, y lo que dicen no es bueno. Necesitamos que los Nephilim crean en ti. Necesitamos que confíen en que tienes sus mejores intereses en mente, y en que puedes terminar el trabajo de tu padre y sacarnos de la esclavitud de los ángeles caídos dentro de tres días. Necesitamos que se replieguen detrás de ti, y vamos a darles una buena razón tras otra. Comenzando con un respetado Novio nephilim. 

—Oye, nena, ¿está todo bien? 

Dante y yo nos volvimos. Vee estaba de pie en la entrada, mirándonos con partes iguales de cautela y curiosidad. 

—¡Hola! Todo está bien —dije con demasiado entusiasmo. 

—Nunca volviste con nuestros tragos, y comencé a preocuparme — dijo Vee. Su mirada se movió de mí hacia Dante. Reconocimiento brilló en sus ojos, y supe que lo recordaba del bar—. ¿Quién eres? —le preguntó. 

—¿Él? —interrumpí—. Oh. Uh. Bueno, es solo un tipo cualquiera... 

Dante avanzó, su mano extendida. 

—Dante Matterazzi. Soy el nuevo amigo de Nora. Nos conocimos hoy antes cuando un conocido mutuo, Scott Parnell, nos presentó. 

Así de simple, el rostro de Vee se iluminó. 

—¿Conoces a Scott? 

—Es un buen amigo mío, de hecho. 

—Cualquier amigo de Scott es amigo mío. 

Internamente, me arranqué los ojos. 

—Así que, ¿qué están haciendo ustedes dos aquí afuera? —nos preguntó Vee. 

—Dante acaba de conseguirse un coche nuevo —dije, dando un paso al costado para permitirle una visión sin obstáculos del Porsche—. No pudo resistirse a presumirlo. Aunque, no lo mires muy de cerca. Creo que le falta el número de placa. El pobre Dante ha tenido que recurrir al robo, porque usó todo su dinero para depilarse con cera el pecho esta mañana, y por Dios, sí que reluce. 

—Gracioso —dijo Dante. Pensé que quizás tímidamente se abrocharía al menos un botón más de la camisa, pero no lo hizo. 

—Si tuviera un coche así, también presumiría —dijo Vee. 

—Intenté convencer a Nora de dar un paseo, pero continúa rechazándome. —dijo Dante. 

—Eso es porque tiene un novio difícil. Debe haber sido educado en casa, porque se perdió todas esas valiosas lecciones que aprendimos en el jardín de infantes, como compartir. Si se entera que llevaste a Nora de paseo, hará que este brillante Porsche nuevo termine envuelto alrededor del árbol más cercano. 

—Dios —dije—. Mira la hora. ¿No tienes que estar en alguna parte, Dante? 

—Resulta que estoy libre esta noche. —Sonrió, lento y fácil, y supe que estaba saboreando cada momento de intrusión en mi vida privada. Había dejado claro desde el principio esta mañana que cualquier contacto entre nosotros tenía que ser en privado, y él estaba mostrándome lo que pensaba de mis "reglas". En un patético intento de emparejar el marcador, le disparé mi mirada más malvada y fría. 

—Estás de suerte —dijo Vee—. Sabemos justo lo que necesitas para llenar tu noche. Vas a pasar el rato con las dos chicas más geniales de todo Coldwater, Sr. Dante Matterazzi. 

—Dante no baila —exclamé rápidamente. 

—Haré una excepción, solo esta vez —respondió, abriéndonos la puerta. Vee aplaudió, saltando. 

—¡Sabía que esta noche iba a ser genial! —chilló, pasando por debajo del brazo de Dante. 

—Después de ti ―dijo Dante, ubicando su palma en la parte baja de mi espalda y guiándome hacia adentro. Golpeé su mano para alejarla, pero para mi molestia, él se acercó y murmuró—: Me alegra que hayamos tenido esta pequeña conversación. 

«No hemos resuelto nada», hablé en su mente. «¿Toda esta cosa de los novios? Nada está arreglado. Solo es algo pequeño que hay que tener en mente. Y para que conste, se supone que mi mejor amiga ni siquiera debe saber que existes». 

«Tu mejor amiga piensa que debería desafiar a tu novio», dijo, sonando divertido. 

«Ella piensa que cualquier cosa con un corazón latente debería remplazar a Patch. Tienen asuntos pendientes». 

«Suena prometedor». 

Me siguió por el corto corredor que llevaba a la pista de baile, y sentí su sonrisa altanera y provocadora todo el camino. 

El fuerte ritmo monótono de la música retumbaba en mi cráneo como un martillo. Presioné el puente de mi nariz, encogiéndome contra un 

dolor de cabeza creciente. Tenía un codo apoyado en la barra, y usaba mi mano libre para presionar un vaso de agua helada contra la frente. 

—¿Ya estás cansada? —preguntó Dante, dejando a Vee en la pista de baile para deslizarse en el taburete junto a mí. 

—¿Alguna idea de cuánto tiempo más ella va a aguantar? —pregunté con cansancio. 

—Me parece que ha tomado un segundo aire. 

—La próxima vez que esté en el mercado buscando una mejor amiga, recuérdame que me aleje del Conejo de Energizer.  Ella anda y anda... 

—Luces como si necesitaras un aventón a casa. 

Sacudí la cabeza. 

—Yo conduje, pero no puedo dejar a Vee aquí. En serio, ¿cuánto más tiempo puede durar? ―Por supuesto, me había estado haciendo la misma pregunta durante la última hora. 

—Te diré qué. Vete a casa. Me quedaré con Vee. Cuando finalmente se canse, yo la llevaré a su casa. 

—Pensé que se suponía que no debías involucrarte en mi vida personal. —Intenté sonar malhumorada, pero estaba exhausta, y la convicción simplemente no estaba allí. 

—Tu regla, no la mía. 

Mordí mi labio. 

—Quizás solo esta vez. Después de todo, le gustas a Vee. Y de hecho tienes la energía para seguir bailando con ella. Quiero decir, eso es bueno, ¿verdad? 

Él le dio un golpecito a mi pierna. 

—Deja de racionalizar y ya sal de aquí. 

Para mi sorpresa, suspiré con alivio. 

—Gracias, Dante. Te lo debo. 

—Puedes pagármelo mañana. Necesitamos terminar nuestra conversación de hace rato. 

Y así, cualquier sentimiento benevolente se desvaneció. Una vez más, Dante era la espina en mi pie, implacable en su hostigamiento. 

—Si algo le sucede a Vee, tú serás el responsable. 

—Ella estará bien, y lo sabes. 

Puede que no me gustase Dante, pero sí confiaba en que haría lo que dijo. Después de todo, ahora tenía que portarse bien conmigo. Él me había jurado lealtad. Tal vez mi rol como líder de los nephilim tendría algunas ventajas después de todo. Pensando en eso, me fui. 

Era una noche despejada, la luna tenía un azul embrujador contra el negro de la noche. Mientras caminaba hacia mi auto, la música de Devil's Handbag hacía eco como un trueno distante. Inhalé el frío aire de octubre. Ya mi dolor de cabeza comenzaba a ceder. 

El celular ilocalizable que Patch me había dado sonó en mi bolso. 

—¿Cómo estuvo tu noche de chicas? —preguntó Patch. 

—Si Vee se saliera con la suya, estaríamos aquí toda la noche. —Me quité los zapatos y los colgué de mi dedo―. En todo lo que puedo pensar es en la cama. 

—Compartimos el mismo pensamiento. 

—¿Tú también estás pensando en la cama? 

—Estoy pensando en ti en mi cama. 

Mi estómago hizo uno de esos aleteos. Había pasado la noche en casa de Patch por primera vez anoche, y mientras la atracción y la tentación definitivamente habían estado allí, nos las habíamos arreglado para dormir en habitaciones separadas. No estaba segura de cuán lejos quería llegar en nuestra relación, pero el instinto me decía que Patch no estaba tan indeciso. 

—Mi mamá me está esperando —dije—. Es un mal momento. — Hablando de mal momento, recordé sin ganas mi más reciente conversación con Dante. Necesitaba poner a Patch al día—. ¿Podemos vernos mañana? Necesitamos hablar. 

―Eso no suena bien. 

Le envié un beso por teléfono. 

—Te extrañé esta noche. 

—La noche no ha terminado. Después de que termine aquí, podría pasar por tu casa. Deja abierta la ventana de tu habitación. 

—¿En qué estás trabajando? 

—Vigilancia. 

Fruncí el ceño. 

—Suena impreciso. 

—Mi blanco está en movimiento. Tengo que irme —dijo—. Estaré allí tan pronto como pueda. 

Y colgó. 

Caminé por la acera, preguntándome a quién vigilaba Patch, y por qué, la cosa sonaba un poco siniestra, cuando mi auto, un Cabriolet de 1984 blanco, apareció a la vista. Lancé mis zapatos al asiento trasero y me dejé caer detrás del volante. Metí la llave en el encendido, pero el motor no rodó. Repetidamente hizo un sonido tirante, resoplante, y tomé la oportunidad para pensar en unas pocas inventivas palabras para el inútil pedazo de metal. 

El coche había llegado a mí como una donación de Scott, y me había dado más horas de pesar que verdaderas millas en el camino. Salí del auto y levanté el capó, mirando especulativamente el grasiento laberinto de mangueras y contenedores. Ya había lidiado con el alternador, el carburador, y las bujías. ¿Qué quedaba? 

—¿Problemas con el auto? 

Giré, sorprendida por el sonido de una voz nasal de hombre detrás de mí. No había oído a nadie aproximarse. Lo que era más desconcertante, no lo había sentido. 

—Parecería que sí —dije. 

—¿Necesitas algo de ayuda? 

—Solo necesito un auto nuevo. 

Él tenía una sonrisa nerviosa y grasienta. 

—¿Por qué no te doy un aventón? Te ves como una buena chica. Podríamos tener una agradable conversación mientras conducimos. 

Mantuve la distancia, con mi mente girando salvajemente mientras intentaba ubicarlo. El instinto me decía que no era humano. Tampoco nephilim. Lo divertido era que tampoco estaba segura de que fuera un ángel caído. Tenía un rostro redondo de querubín con un montón de cabello rubio en la parte superior, y orejas colgantes como Dumbo4. Lucía tan inofensivo, que instantáneamente levantó mis sospechas. Instantáneamente me puse inquieta. 

—Gracias por la oferta, pero conseguiré que un amigo me lleve. 

Su sonrisa desapareció y se abalanzó sobre mi manga. 

—No te vayas. —Su voz se elevó hasta un quejido de desesperación. 

Sorprendida, retrocedí varios pasos. 

—Es que... Quiero decir... Lo que intentaba decir... —Tragó saliva y luego endureció sus llorosos ojos—. Necesito hablar con tu novio. 

Mi corazón comenzó a latir más rápido y un pensamiento lleno de pánico, creció dentro de mí. ¿Qué sucedía si él era un nephilim y por eso no podía sentirlo? ¿Qué tal si él sabía sobre mi y Patch? ¿Qué tal si él me había encontrado esta noche para darme un mensaje... los nephilim y los ángeles caídos no se mezclan. 

Yo era nephil desde hacía muy poco tiempo, para nada una amenaza si él me confrontaba físicamente. 

—No tengo novio. —Intenté mantener la calma, mientras me volvía de regreso hacia el Devil's Handbag. 

—Contáctame con Patch —gritó el hombre detrás de mí, ese mismo chillido desesperado, levantando su voz. 

—Me está evitando. —Aceleré mi paso—. Dile que si no sale de donde sea que se está escondiendo yo voy a... voy... ¡Incendiaré todo el Parque de Atracciones de Delphic si tengo que hacerlo! 

Miré sobre mi hombro con cautela. No sabía en que se había metido Patch, pero tenía una incómoda sensación nadando en mi estómago. Quienquiera que este hombre fuera, dejando los rasgos angelicales de lado, hablaba en serio. 

—¡No me podrá evitar para siempre! —Se escabulló sobre sus regordetas piernas, hasta que se perdió entre las sombras, silbando un tono que envió un temblor a lo largo de mi espina. 


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